Con los bancos centrales mundiales dando un giro hawkish de 180 grados en su lucha contra la inflación, los expertos de Amundi consideran que 2022 fue el año del gran repricing de los bonos. Además, reconocen que, si bien la gran revalorización dio lugar a una volatilidad extrema de los bonos, hemos entrado en una nueva fase de ajuste de la curva de rendimientos, en la que los bonos empiezan a volver a estar en el punto de mira.
Su principal conclusión, tal y como reflejan en su último informe, van a favorecer el investment grade en la primera mitad del año, mientras esperan a que se materialicen los puntos de entrada en high yield en el segundo semestre, algo que ocurrirá “cuando disminuya la incertidumbre sobre la política monetaria”.
Según explica Monica Defend, directora del Amundi Institute, y Amaury D’Orsay, director de Renta Fija de Amundi, hemos pasado de un fase de gran ajuste en la que se mantenía cautela en la duración y donde la visibilidad de los activos de renta fija para los inversores era baja, a un recuperación del interés por esta clase de activos gracias a una menor incertidumbre sobre la inflación y el crecimiento, una política monetaria menos brusca y más previsible, y a unos diferenciales de crédito totalmente ajustados. Todo ello, consideran, ha creado puntos de entrada atractivos.
“En esta fase de regreso de la renta fija, unos niveles yield más atractivos, junto con una menor volatilidad de los tipos, han impulsado el retorno de la demanda de esta clase de activos a finales de 2022, y esperamos que la tendencia continúe este año. Además, desde la crisis del COVID-19, las compañías han reforzado en general la posición de su balance, reduciendo el apalancamiento neto y la ratio de cobertura de intereses. Esto debería ayudarles a superar la desaceleración económica”, explican Defend y D’Orsay.
Sin embargo, advierten, es probable que el pico en calidad crediticia haya quedado atrás. “Las compañías se enfrentarán a nuevos retos este año, como el aumento de los costes de financiación, la desaceleración del crecimiento, la subida de los precios de la energía y los elevados costes laborales, estos últimos principalmente en Estados Unidos, lo que debería traducirse en un aumento de las tasas de impago de los bonos high yield este año”, afirman.
Según su visión, estos factores obligarán a los inversores a ser selectivos a la hora de elegir oportunidades de inversión. “En general, preferimos el investment grade al high yield, ya que creemos que el diferencial entre ambos se ampliará este año. En el segmento investments grade, preferimos el crédito denominado en euros y libras esterlinas al crédito estadounidense, ya que el primero está muy barato en términos históricos. Mantenemos una visión positiva sobre el sector financiero, especialmente los bancos y la deuda subordinada en euros. En cuanto al segmento high yield, el reciente estrechamiento de los diferenciales nos ha hecho ser relativamente prudentes, pero vemos oportunidades para el segundo semestre de 2023”, afirman.