En una carrera contrarreloj para salvar de la extinción a muchas de las especies del planeta, varios países de todo el mundo han acordado en la reciente conferencia COP15 un pacto global para proteger la biodiversidad. En opinión de Allianz GI, el éxito de este acuerdo dependerá de que se produzca una colaboración sólida, enfocada en alinear el capital con los objetivos globales en materia de biodiversidad y en abordar el cambio climático y la pérdida de especies como dos partes de la misma crisis.
Tras cuatro años de negociaciones y quince días de intensos debates, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 15), celebrada en Montreal en diciembre de 2022, concluyó con la adopción por parte de 196 países del “Marco Global para la Biodiversidad post-2020” (MGB), que establece una serie de objetivos de conservación de la naturaleza.
“Se trata de unos compromisos que son ambiciosos, pero no puede ser de otra forma. Más de un millón de especies de plantas y animales están amenazadas de extinción, muchas de ellas en las próximas décadas, según la ONU. El cambio climático ha copado toda la atención de gobiernos e inversores en los últimos años. Este último acuerdo ofrece a la biodiversidad el trampolín para equipararse en importancia al clima en 2023. A continuación, recogemos nuestras siete observaciones sobre el acuerdo”, señala Mélissa Bourassi, analista de Sostenibilidad de Allianz GI.
Según Bourassi, podemos obtener siete conclusiones de la COP15:
- El acuerdo 30 por 30: el “momento París” para la naturaleza. El objetivo principal del acuerdo es el pacto “30 por 30”, que pretende garantizar la conservación y gestión efectivas de al menos el 30% de las zonas terrestres y de las aguas interiores, costeras y marinas para 2030. También tiene como objetivo la restauración de al menos el 30% de los ecosistemas degradados (el estado de protección actual únicamente alcanza el 17% y el 10% de las superficies terrestres y oceánicas, respectivamente). “Pero este acuerdo no excluye de forma explícita las actividades perjudiciales en estas zonas protegidas. Aun así, la magnitud del compromiso es equivalente al Acuerdo de París de 2015 para intentar limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados”, matiza la analista.
- Proteger a quienes protegen el planeta es fundamental. La protección del mundo natural pasa por salvaguardar a quienes actúan como sus guardianes, por lo que este acuerdo se extiende a la protección social. Según Bourassi, una cuestión definitoria ha sido la protección de los derechos de las comunidades indígenas y el reconocimiento de su papel como protectores del entorno natural. “Estas comunidades representan únicamente el 5% de la población mundial. Pero sus acciones y su comprensión del problema ayudan a proteger el 80% de la biodiversidad del planeta. El acuerdo subraya que los modelos de conservación que siguen las comunidades indígenas deben convertirse en norma y que su participación en la toma de decisiones es fundamental”, añade.
- Más financiación, pero a nuestro parecer, aún insuficiente. Muchos de los hábitats más ricos y delicados del planeta se encuentran en países en desarrollo y su preservación requiere financiación. Según su visión, esta conferencia se ha comprometido a incrementar la financiación hacia los países en desarrollo hasta los 20 mil millones de dólares en 2025 y al menos hasta los 30 mil millones en 20301. Estos importes equivalen a duplicar y triplicar la actual ayuda internacional para la protección de la biodiversidad. Pero, al igual que ocurre con el clima, la cuestión de la financiación aún no se ha abordado de forma satisfactoria. “La financiación anunciada es un primer paso, pero está muy por debajo de la brecha calculada en 700.000 millones de dólares para revertir la pérdida de biodiversidad de aquí a 2030”, advierte.
- Importantes compromisos para reducir las subvenciones perjudiciales y el despilfarro. “Se han mencionado las subvenciones perjudiciales para el medioambiente como uno de los grandes fracasos en materia de biodiversidad de la última década. Como respuesta, los gobiernos presentes en la conferencia han acordado reducir en 500 mil millones de dólares anuales las subvenciones perjudiciales para la biodiversidad en sectores como la silvicultura, la agricultura y el agua”, destaca. También se han acordado objetivos para reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos y reducir la generación de residuos al menos en un 50%. Otros objetivos han sido reducir el uso de pesticidas y productos químicos peligrosos al menos a la mitad y trabajar para eliminar la contaminación por plásticos de aquí a 2030.
- Las empresas deberán publicar su impacto sobre la naturaleza. Un aspecto sobre el que la analista llama la atención es que, por el momento, es voluntaria la publicación por parte de las empresas del impacto sobre la biodiversidad que tienen sus actividades. Mientras que sí es de obligado cumplimiento la divulgación de su impacto sobre el medioambiente. “Este marco no ha introducido información obligatoria sobre el capital natural. Son pocos los países que cuentan actualmente con requisitos de información tan detallados. Pero el acuerdo sí exige a los gobiernos que garanticen que las grandes empresas e instituciones financieras publiquen sus riesgos, dependencias e impactos sobre la biodiversidad. Se trata de un paso importante, aunque será difícil alcanzar un consenso sobre los numerosos parámetros para evaluar el impacto sobre la biodiversidad”, comenta Bourassi.
- Aprovechar la fuerza del sector financiero en la lucha por la conservación de la biodiversidad. Algo que está claro es que revertir la crisis de conservación de los ecosistemas requiere la ayuda de otras partes interesadas, además de los gobiernos. Y cabe deducir la necesidad de una acción coordinada en este sentido, a juzgar por dos importantes iniciativas anunciadas en paralelo en la conferencia. En primer lugar, 150 instituciones financieras, que gestionan más de 24 billones de dólares en activos, han emitido una declaración en la que instan a los gobiernos a adoptar el MGB. En segundo lugar, se ha puesto en marcha Nature Action 100, una iniciativa mundial de compromiso de los inversores centrada en aumentar las metas y las acciones de las empresas para reducir la pérdida de biodiversidad. El objetivo de este organismo es colaborar con empresas de sectores clave considerados sistemáticamente importantes para revertir la pérdida de biodiversidad, con el fin de fomentar compromisos, acciones y políticas públicas.
¿Y ahora qué? Es hora de reforzar el vínculo entre la biodiversidad y el clima. En opinión de Bourassi, ahora toda la atención se centra en la próxima conferencia sobre biodiversidad, la COP16, que se celebrará en Turquía en 2024. Los 196 países que se han comprometido a apoyar el MGB tendrán que actualizar sus estrategias y planes de acción en materia de biodiversidad junto con sus estrategias para cubrir el déficit de financiación. “Estas acciones ayudarán a concienciar sobre los riesgos que supone no abordar la pérdida de especies, a la vez que se aborda el apoyo político y fiscal. Es de esperar que estos esfuerzos contribuyan a generar un debate sobre cómo cubrir el déficit de financiación de 700 mil millones de dólares que hemos señalado antes. A nuestro parecer, existe una fuerte interacción e interdependencia entre la protección de la biodiversidad y la transición climática. La falta de un reconocimiento formal de esta relación sigue siendo un impedimento para contar con suficiente financiación. La formalización de esta relación, junto con unas directrices más explícitas sobre las contribuciones del sector privado y los sectores de mayor impacto, fomentaría los esfuerzos para frenar la crisis de extinción de las especies, centrando toda la atención en las medidas de mitigación y adaptación necesarias”, concluye.