Uno de los retos que ha supuesto 2022 para los profesionales de las bancas privadas y de las gestoras internacionales ha sido acompañar a sus clientes en mitad de una situación compleja de mercado. Según reconocen, los inversores acaban el año con una triple preocupación: inflación, tipos de interés y la posible entrada en recesión en la primera mitad de 2023, tres conceptos que inevitablemente van de la mano.
“En el primer caso, las buenas noticias son que tras unos meses de evolución muy negativa (léase con incrementos muy importantes), estamos viendo una ralentización en los datos, principalmente en la inflación general. Por el lado de los tipos de interés, las buenas noticias son que la mayor parte de las subidas esperadas para 2023 están ya en precio. Por último, aunque es posible que haya una recesión, pensamos que esta no será ni duradera en el tiempo ni profunda en su caída. No creemos que vaya a haber una recesión global ya que esperamos crecimiento en mercados emergentes de un +3,8% para 2023”, explica Felipe Lería, Head of Iberia & Latam Institucional Business de UBP, para ayudarnos a meternos en la piel del inversor.
Si hacemos esta reflexión desde los ojos de Europa, Elena Nieto, directora de ventas de Vontobel para Iberia, añade: “El inversor sigue enfrentándose a la incertidumbre y, si bien es cierto que parte de esas incógnitas han desaparecido en los últimos meses, la inflación, la política monetaria, la interrupción de la cadena de suministro, la guerra en Ucrania, la crisis energética europea, el momento y la profundidad de una posible recesión siguen preocupando a los inversores”.
En opinión de Iván Díez y Francisco Rodríguez d’Achille, socios y directores de Desarrollo de Negocio sobre LONVIA Capital, hay una realidad palpable que se ha mantenido durante los últimos años: el inversor conservador ha asumido mayor riesgo para poder recibir mejores rentabilidades mientras su activo por excelencia, los bonos, estuvieron mucho tiempo con rentabilidades negativas en la gran mayoría de los tramos de la curva. “En este año 2022 se está observando cómo el inversor, a pesar de recoger pérdidas en activos que históricamente habían logrado jugar un rol de colchón, se están animando a construir de nuevo carteras con valoraciones mucho más atractivas y reales en la gran mayoría de los activos de riesgo: renta variable, capital riesgo, inmobiliario”, explican.
Según la experiencia de estos profesionales, la evolución del mercado y de los acontecimientos geopolíticos durante este año que termina ha provocado que los inversores cambien su percepción del riesgo. “En general, los inversores están más preocupados por la renta variable que por la renta fija. Las curvas ya habían descontado las subidas de tipos, por lo que las posibles caídas son bastante limitadas. Sin embargo, en el lado de la renta variable hay más margen para un posible aumento de las caídas de beneficios y de los impagos en la renta fija, principalmente en high yield”, afirma Bruno Patain, Country Head de España y Portugal de Eurizon.
En este sentido, para Lería, si algo ha quedado claro este año para la mente de los inversores es que la renta fija, uno de sus principales activos en, es todo menos fija. Según explica, “a cierre de 19 de diciembre, no hay ningún segmento que no caiga menos de dos dígitos, la caída media se sitúa en un -16,2%, medida por el índice BOFA ML Global Broad” No olvidemos que 2021 tampoco fue un año bueno para la renta fija, que con este año coloca la rentabilidad a tres años (horizonte medio de inversión) en negativo para todos los segmentos excepto en dos casos: deuda de alto rendimiento (high yield) global y bonos convertibles, ambos con unas rentabilidades acumuladas para el período de tan solo un +1%. Una generalizada cartera de perfil 60/40 (60% de la misma en activos de renta fija) estaría a día de hoy ligeramente en negativo a tres años, y muy negativa en 2022. Ello antes de tener en cuenta la inflación, por lo que este año la pérdida real de patrimonio alcanzará, en muchos casos, el -20%”.
El miedo de huir del mercado
Otra de las conclusiones que sacan los expertos sobre el comportamiento de los inversores este año ha sido que han demostrado una mayor madurez y resiliencia. “A pesar de ser un año con tanto ruido geopolítico y macroeconómico, no vemos salidas masivas en la gran mayoría de activos. La bajada de activos ha sido en gran parte por el impacto negativo en el precio de cotización pero no directamente por ventas masivas. Este ciclo es muy distinto al que vivimos en 2008 con la explosión de la crisis subprime. La demanda es real, los bancos están mucho más saneados después de que Basilea III les obligue a fortalecer sus balances desde hace años y los niveles de deuda son mayoritariamente asumibles. Para el inversor que pueda ampliar sus miras de inversión, esta es sin duda una ventana de oportunidad interesante”, afirman desde LONVIA Capital.
Una visión que Lería también comparte: “Si algo ha quedado claro en 2022 es que la educación financiera del inversor final ha mejorado, y mucho”. En su opinión, no observan pánico en el mercado, aunque haya incrementado la volatilidad, aumentando su percepción ya que venimos de un ciclo de volatilidad extremadamente baja. “De hecho, una volatilidad normalizada, que no elevada, puede ser una buena noticia para los inversores, ya que permite, en el caso de la gestión activa, aprovechar mejor las oportunidades que los mercados ofrecen. También generan nuevas oportunidades en activos alternativos, que tradicionalmente son más rentables en entornos de mayores volatilidades. Por último, y junto con las superiores tasas de interés, permiten ofrecer nuevamente al inversor más conservador estrategias de capital protegido (total o parcialmente). También estrategias a vencimiento con rentabilidades más interesantes”, argumenta a favor de que los inversores sean capaces de hacer de su percepción de la volatilidad una oportunidad.
En este sentido, desde Eurizon señalan que más que una huída de los inversores ante las condiciones del mercado, ellos han observado que la mayoría de los inversores han rotado sus carteras y ahora están más a la expectativa. “De cara al nuevo año, los inversores mantienen una actitud que muestra una mezcla de miedo y apetito. Esperando el momento oportuno para aumentar su exposición al riesgo. El mercado siempre se anticipa a los ciclos económicos, por lo que el modo comprar la caída es siempre una buena estrategia de inversión a largo plazo. Esperar a la confirmación oficial de un nuevo ciclo económico podría ser demasiado tarde. La paciencia siempre compensa”, destaca Patain.
Esta rotación en las carteras es muy clara para Lería, quien insiste en que, a raíz de lo acontecido en 2022, la asignación clave para 2023 parece ser en renta fija. “En este entorno, en el que al parecer el inversor ha decido que 2023 va a ser el año de la renta fija, la decisión está más centrada en el momento de entrada y en los segmentos en que hacerlo”, añade el responsable del Negocio Institucional de UBP para Iberia y Latinoamérica.
Un consejo
De cara a 2023, desde LONVIA Capital, Iván Díez y Francisco Rodríguez d’Achille, les proponen a los inversores seguir confiando en los asesores financieros profesionales, independientes y con experiencia para poner freno y gestionar sus impulsos a la hora de invertir. “Un profesional de calidad que ayudará a identificar las oportunidades, valorar el riesgo asumible y fijar objetivos financieros de corto, medio y largo plazo. Sigamos impulsando el asesoramiento financiero como la vía más recomendable para alcanzar nuestros objetivos y dormir tranquilos”, argumentan.
Una visión que también comparte Nieto: “Para poder hacer frente a estos miedos, es importante seleccionar muy bien de la mano de quién entras de nuevo al mercado. Nosotros creemos que siempre es interesante la gestión activa siempre. También es importante entender muy bien el horizonte de inversión, porque en el corto plazo siempre podemos experimentar episodios de volatilidad”.
Por su parte, Lería añade: “Paciencia a la hora de tomar posiciones, diversificación, gestión activa y lo más importante, tener un perfil de riesgo ajustado a la realidad de cada uno. Pese a los sufrido en 2022, 2023 apunta a ser un año rentable en casi todos los activos. A la recomendación obvia de la diversificación, añadiríamos la de invertir en estrategias de inversión alternativa, particularmente en aquellas que puedan tomar posiciones largas y cortas, permitiendo a estas beneficiarse de la dispersión que habrá en el mercado”.