Desde hace varias décadas, Europa se erige como un actor clave en sectores tan relevantes y decisivos para la sociedad en su conjunto como son la innovación y la digitalización. Esto se debe en gran medida al know how único que sitúa al continente en una posición de liderazgo a nivel global. En el mundo de las inversiones no iba a ser una excepción y la tecnología constituye una propuesta de valor para las carteras. Pero ¿qué oportunidades ofrece esta innovación digital?
En este sentido, el sector del software es una apuesta clara en nuestra búsqueda de empresas que puedan crear estructuralmente valor a largo plazo para los inversores. En primer lugar, las compañías ganan en eficiencia gracias a la automatización y digitalización de sus procesos operativos. Asimismo, también existen diversas oportunidades para las empresas más industriales a la hora del diseño de las fábricas, virtualizar y digitalizar los procesos industriales para después, una vez construidos, controlarlos y pilotarlos de forma remota. Todos estos softwares están y estarán en el corazón de los desarrollos de las compañías, acompañando su transición digital en los próximos años.
La automatización industrial es otro sector clave donde Europa desempeña un rol histórico gracias a su amplio ecosistema de la automoción. Desde el continente se equipan fábricas de todo el mundo, como pueden ser por ejemplo los coches Tesla fabricados por robots Kuka, que a su vez han sido construidos en Alemania. Este profundo y consolidado conocimiento se ha trasladado a los propios procesos de automatización de almacenes y logística, en el centro de las necesidades del crecimiento exponencial del
comercio electrónico.
Otro avance destacable sería la Industria 4.0 o Internet de las cosas, es decir, la capacidad de cada objeto o, en el contexto de una fábrica, cada máquina y cada robot, para generar datos de producción, comunicarlos a un sistema central que lo recopilará, lo analizará y lo utilizará para optimizar el funcionamiento de la fábrica, por ejemplo, para su uso más sencillo o para realizar un mantenimiento predictivo. En términos generales, la Industria 4.0 es solo un reflejo del creciente poder de la innovación y los datos digitales en el sector industrial, donde la frontera entre hardware y software es cada vez más fina.
Además, la innovación digital se expande a diversos ámbitos alcanzando incluso el campo médico, en los sistemas de salud, la gestión de datos del paciente, pero también con un progreso masivo en el campo del diagnóstico o en procesos de producción. En este mundo tecnológico de sensores, datos digitales, procesos de cálculo y demás son imprescindibles los semiconductores. Una vez más, Europa tiene el privilegio de contar con actores líderes a lo largo de toda la cadena de valor de los semiconductores, que deberían seguir ofreciendo un perfil de crecimiento sólido durante los próximos años. Los semiconductores van a impulsar el crecimiento de la economía mundial durante los próximos diez años en un mundo cada vez más ávido de datos, al igual que el petróleo impulsó el auge de las economías industriales en el último siglo.
En cuanto a las perspectivas de futuro, las dinámicas de largo plazo están más presentes que nunca. La esperada recuperación económica se está materializando con empresas que gozan de buena salud. Más allá de una normalización a corto plazo, la aparente infra-inversión de los últimos años podría ser un apoyo, mientras que los planes de estímulo global serán un valioso impulso al crecimiento para los nuevos años, con un plan de estímulo especialmente europeo de 750.000 millones de euros (que todavía no ha empezado) centrado en la innovación a través del énfasis en la transición digital y la transición climática. La mitad de las inversiones de los estados va a ir a digitalizar el sector público y privado, y la otra mitad a infraestructuras para la transición energética.