Desde hace ya muchos meses, se ha descartado la idea de que la inflación pueda ser transitoria. Los economistas de Schroders prevén una inflación mundial del 7,2% este año, frente al 3,4% de 2021. También estiman una moderación hasta el 4,3% en 2023, pero esta cifra sigue estando por encima de los objetivos de muchos bancos centrales y muy por encima del nivel registrado en la mayoría de las principales economías en los últimos años.
Según David Docherty, responsable de inversión temática de Schroders, cada temática es diferente, por lo que no todas se verán afectadas por la inflación de la misma manera. “Lo importante es recordar que las temáticas más influyentes tienen un plazo muy largo», asegura.
Emma Stevenson, redactora de inversión y experta de Schroders, ha querido preguntar a los expertos de la gestora cómo afecta la vuelta de la inflación a algunas de nuestras temáticas preferidas por los inversores: ciudades globales, infraestructuras digitales, transición energética, alimentación y agua, y fabricación inteligente.
Entre las conclusiones que le han dado sus compañeros destaca que el sector inmobiliario es un área en la que los inversores suelen beneficiarse del aumento de la inflación. Según explican, en parte, esto se debe a que el aumento de los costes de los materiales de construcción o de la mano de obra frena las nuevas construcciones, haciendo que las propiedades existentes adquieran más valor. Sin embargo, muchos tipos de inmuebles están directamente relacionados con la inflación.
Activos inmobiliarios
«Muchos contratos de alquiler tienen compromisos explícitos de aumentos vinculados a la inflación. En algunos casos, también hay contratos con escalas fijas o revisiones de los alquileres en momentos concretos. Todo ello ofrece a los inversores la oportunidad de garantizar que sus ingresos generen una rentabilidad real, es decir, que esté por encima de la inflación», explica Tom Walker, gestor de Schroders.
Otro aspecto relevante en este análisis es que no todos los activos inmobiliarios son iguales, por lo que la gestora advierte de que los inversores deben prestar mucha atención al tipo específico de propiedad en la que invierten. Por ejemplo, algunos tipos de bienes inmuebles -viviendas, hospitales- son esenciales; y otros se benefician de una fuerte demanda y una oferta limitada, como los centros de datos o las residencias de estudiantes. Pero otros segmentos no son imprescindibles y experimentan una demanda más débil.
“La pandemia del COVID-19 ha acelerado una serie de tendencias, como el comercio electrónico y el teletrabajo. Estos temas estructurales a largo plazo han debilitado el poder de fijación de precios de los propietarios de activos inmobiliarios como el comercio minorista y el espacio de oficinas. En consecuencia, la capacidad de trasladar los aumentos derivados de la inflación a los inquilinos de estos edificios es muy limitada», añade Walker.
La ubicación también es crucial a la hora de invertir en inmuebles, ya que los activos situados en lugares más deseables pueden alcanzar precios más altos. «Centrarse en las ubicaciones en las que el crecimiento económico es sistemáticamente más fuerte significa que los inversores pueden maximizar sus posibilidades de poder repercutir el aumento de los costes a sus inquilinos», afirma Walker.
Transición energética
La temática de la transición energética es una de las que ha experimentado un importante impacto de la inflación en los dos últimos años. Según explica Alex Monk, gestor de Schroders, “desde el punto de vista de los beneficios, las empresas han visto disminuir su rentabilidad al aumentar sus costes. Y desde el punto de vista de la valoración, los tipos de interés más altos necesarios para controlar la inflación han reducido el valor del crecimiento futuro de los flujos de caja. Con respecto a esta amenaza, las empresas de algunas de las áreas de mayor crecimiento -como las energías renovables, el almacenamiento de energía y el hidrógeno- son las que más se han resentido. Esto se debe a que el valor de sus beneficios está mucho más lejos en el tiempo, y también han estado más expuestas a los problemas de la cadena de suministro».
Desde la gestora argumentan que las empresas que fabrican artículos de gran tamaño, como los aerogeneradores, han estado entre las más afectadas. En su opinión, esto no sólo se debe al aumento del precio de las materias primas, como el acero y otros metales, sino también al mayor coste del transporte marítimo. “Factores que van desde los bloqueos en los puertos chinos como consecuencia del Covid-19, hasta el bloqueo temporal del Canal de Suez en marzo de 2021, presionan al alza los costes de los fletes. Hay indicios de que algunos de estos factores están remitiendo, y los precios de los metales han bajado. Pero la temática de la transición energética sigue en el punto de mira de la inflación debido a la fuerte subida de los precios de la electricidad en Europa como consecuencia de la reducción del suministro de gas ruso”, apuntan.
Por su parte, Monk añade: “Dado que los precios de la energía son una de las principales causas de la inflación, que a su vez puede provocar una recesión, es absolutamente vital que se produzca un mayor suministro de energía. Dada la velocidad a la que podemos aumentar la capacidad de las energías renovables en comparación con algunas de las formas convencionales de energía, la necesidad de un mayor suministro se enmarca en la oportunidad estructural que hay detrás de la transición energética. Vamos a necesitar muchas más energías renovables, mucho más almacenamiento de energía e incluso hidrógeno para resolver la crisis energética que tenemos hoy en día, especialmente en Europa».
Alimentación y agua
En tercer lugar, la subida de los precios de los alimentos ha sido un elemento sustancial del aumento de la inflación general este año. Al igual que en el caso de la energía, esto se debe en gran parte a la invasión rusa de Ucrania, que ha encarecido algunos productos agrícolas. Los precios del trigo, en particular, se han disparado, dado que Rusia y Ucrania representaban conjuntamente el 25% de las exportaciones mundiales de trigo antes de la invasión.
Esta situación puede persistir, según el gestor Felix Odey: «La estrechez de la oferta y la demanda puede incluso empeorar en 2023 y más allá debido a que los patrones climáticos impredecibles se suman a la incertidumbre de la oferta, junto con la posibilidad de que continúe la interrupción de la producción en Ucrania».
Según los expertos de la gestora, el aumento de los precios de las materias primas agrícolas puede ser beneficioso para los agricultores y los inversores en esas materias primas, pero contribuye a aumentar la inflación de los precios de los alimentos a lo largo de toda la cadena: desde los productores de alimentos, pasando por los minoristas y termina con los consumidores.
«Hay un desfase entre la subida de los precios de las materias primas agrícolas y la transmisión de esas subidas a lo largo de la cadena. Lo que hemos visto hasta ahora es que los productores de alimentos han subido los precios más rápidamente que los minoristas. En parte, esto se debe a la conciencia de que existen otras presiones de precios que afectan a los consumidores, y a la posibilidad de una publicidad negativa para un supermercado que suba los precios», añade Odey.
En este sentido, el aumento de los precios de los alimentos puede llevar a que los consumidores bajen los precios, es decir, que compren productos más baratos, como las marcas blancas propias de los supermercados, en lugar de productos de marca. Sin embargo, el hecho de que los alimentos sean esenciales significa que la demanda nunca bajará mucho. Los minoristas de alimentación pueden incluso beneficiarse si cambian las pautas de consumo.
«El aumento de los precios en los restaurantes puede conllevar que la gente sea menos propensa a comer fuera y que, en su lugar, prepare más comidas en casa. No sólo los supermercados podrían beneficiarse de esa tendencia, sino también empresas como los proveedores de comida preparada, que ofrecen un descanso de la cocina casera sin el gasto que supone salir a comer fuera», argumenta Odey.
Fabricación inteligente
Por último, desde la gestora indican que la temática de la fabricación inteligente se centra en la innovación que favorece una revolución digital a nivel industrial para fabricar mejores productos y para fabricar mejor. Las tecnologías que ayudan a mejorar la eficiencia energética son parte integrante de este tema.
«En Europa, la energía industrial asciende al 26% del consumo total. Evidentemente, en un momento en que el suministro de gas es precario y la inflación energética es elevada, cabe esperar que aumente la demanda de tecnologías que permitan la electrificación y el ahorro de energía», explica Dan McFetrich, gestor de la firma.
En su opinión, hay tendencias de fabricación que también son fuentes de inflación, más que soluciones a la misma. La deslocalización -o la tendencia de las empresas a trasladar la producción más cerca de la demanda- es un ejemplo de ello. «La deslocalización es intrínsecamente inflacionaria. Se trata de que las empresas persigan el ‘mejor coste’ en lugar de la opción de menor coste. Por ejemplo, esto puede implicar mayores costes de mano de obra o componentes más costosos, ya que las empresas trasladan la producción a regiones más caras. Pero la ventaja es que las cadenas de suministro son más resistentes, los costes logísticos se reducen y las emisiones de carbono del transporte son menores», añade McFetrich.
Además, hay otro aspecto de la fabricación inteligente -la automatización- que tiene el potencial de aliviar el coste de la deslocalización. El coste de los robots está disminuyendo gracias a las economías de escala y a la creciente adopción de la automatización en toda una serie de sectores. Pero muchas industrias se enfrentan a la escasez de mano de obra -que no hará más que empeorar debido al envejecimiento de la población en los países desarrollados- y tienen que aumentar los salarios para atraer a los trabajadores.
«Para todas las industrias, la automatización puede dar lugar a una mayor productividad, una reducción de los costes laborales y una mayor eficiencia energética, todo lo cual es una propuesta extremadamente atractiva en un momento de aumento de la inflación», concluye este gestor.