Para los expertos, este año resulta complicado presentar unas perspectivas claras de cara a 2023. Las tensiones geopolíticas, la crisis energética de Europa, el comportamiento de la inflación y las medidas de los bancos centrales dibujan un escenario incierto, por eso los primeros outlook que están presentando las entidades financieras y las gestoras están más orientados a explicar qué factores marcarán el mercado y la macro el próximo año, así como a compartir cuáles son sus mejores ideas de inversión.
Por ejemplo, en términos macroeconómicos, Moody’s espera que el crecimiento del PIB real de las economías del G-20 se desacelere hasta el 1,3% en 2023, una cifra significativamente inferior a su estimación anterior, que era del 2,1%, y por debajo del crecimiento estimado del 2,5% para este año. Según afirma en su Global Macro Outlook, el descenso de la actividad económica en las economías avanzadas, especialmente en Europa y Norteamérica, impulsará la fuerte moderación del crecimiento en 2023. “En 2024, la actividad económica mundial se acelerará, pero sólo hasta una tasa de crecimiento del 2,2%, por debajo de la tendencia”, adelanta.
Según su informe, si bien las medidas de política fiscal podrían mitigar parte del dolor de los hogares, estas opciones políticas implican difíciles compensaciones. Y advierte de que las medidas de política fiscal que promueven el crecimiento en un entorno inflacionista socavarían los esfuerzos de la política monetaria para controlar la inflación, lo que podría obligar a los bancos centrales a endurecer aún más la política monetaria aún más de lo que lo harían en caso contrario. Además, añade que las medidas de política expansiva también resultarían contraproducentes, ya que agravarían el coste de la vida de los hogares con una inflación cada vez mayor.
En opinión de Madhavi Bokil, Vicepresidente Senior de RSC de Moody’s Investors Service y uno de los autores principales del informe, “la economía mundial está al borde de una desaceleración en medio de niveles extraordinariamente altos de incertidumbre por la persistencia de la inflación, el endurecimiento de la política monetaria, los desafíos fiscales, los cambios geopolíticos y la volatilidad de los mercados financieros. Aún así, podría surgir un periodo de relativa estabilidad en 2024 si los gobiernos y los bancos centrales consiguen guiar sus economías a través de los retos actuales«.
En busca de cierta claridad: Europa y EE.UU.
Sin embargo, no se puede de 2023 sin tener presente los riesgos geopolíticos que están aportando bastante volatilidad al mercado y, según el informe de Moody’s, son elevados y difíciles de cuantificar. “El conflicto entre Rusia y Ucrania seguirá siendo el principal riesgo geopolítico para el panorama macroeconómico general. Aunque asignamos una probabilidad muy baja a la posibilidad de que el conflicto se extienda más allá de las fronteras de Ucrania, tal acontecimiento marcaría una escalada significativa, creando nuevos y graves riesgos económicos a la baja. Las consideraciones geopolíticas determinarán cada vez más las políticas económicas económicas a nivel mundial, a medida que las relaciones entre las grandes potencias se vuelvan más conflictivas”, sostienen.
Ralph Elder, director general para Iberia y Latino América de BNY Mellon IM, una de las gestoras que primero ha presentado su outlook, coincide con esta visión y reconoce que la poca claridad sobre lo que está pasando en el mundo a nivel geopolítico no permite adelantar ni dar por hecho ningún escenario. “Ahora bien, ¿de dónde podemos sacar algo de claridad de cara al próximo año? Pues de la evolución de los tipos de interés y de la inflación”, afirma.
En este sentido, explica que estos dos factores sitúan a Europa y Estados Unidos en realidades diferentes, por lo que las decisiones de los bancos centrales también lo sean. “En Europa, muy probablemente, ya estamos en una recesión. La inflación tiene un importante componente energético, sobre lo cual no podemos olvidar la dependencia energética que tiene. En este contexto, Lagarde subirá los tipos para afectar a la parte de la demanda que puede controlar, pero evitará generar un problema de deuda en los países periféricos. El último mensaje del BCE fue suave y su actuación dependerá de la información que salga de los mercados. En cambio, Estados Unidos es otra dinámica. Los datos técnicos nos dicen que hemos llegado a un pico de inflación, pero Powell está mirando el IPC y los sueldos, que son algo más estructurales y que muestran que aún no hemos llegado al pico del pico de la inflación. La Fed seguirá subiendo los tipos porque Powell tiene muy presente lo ocurrido en los años 70, cuando la política monetaria no fue lo suficientemente constante y efectiva. Por ahora, el dato clave para EE.UU. serán los sueldos, eso dará alguna indicación de cuándo la Fed cambiará su política”, explica.
Desde Nordea AM añaden que, en Estados Unidos, la demanda de consumo de los hogares más ricos se estabilizará antes de enfriarse. “Esto podría ir a más, ya que es probable que, con la pérdida del congreso por parte de los demócratas, y la mayor prudencia fiscal por parte de los republicanos, el crecimiento de la economía se frene más aún”, matizan. En el caso de Europa, reconoce que es difícil de saber lo que sucederá con el gas natural ruso, si será embargado finalmente o no; además de ser complicado también qué panorama le espera al consumidor dado el shock inflacionario actual.
En este sentido, la gestora también advierte de que, de cara al próximo año, deberían surgir nuevas tendencias después de que la inflación alcance su tope. “A medida que la economía se enfríe, la Reserva Federal y el BCE se movilizarán para relajar la política monetaria. La asignación de activos en esta fase suele mostrar un repunte de la renta variable y la renta fija cuando los indicadores adelantados empiezan a repuntar. La espiral de adopción de riesgos empezará con la renta fija soberana, seguida por el crédito y quizás con un retraso en la renta variable (el crédito minimiza la probabilidad de una profunda recesión)”, apuntan desde Nordea AM.
Sobre los bancos centrales, el outlook de Moody’s añade: “El principal reto para los bancos centrales, por supuesto, es acertar con la postura política y saber qué nivel de endurecimiento será el suficiente para evitar una caída demasiado brusca. No sabemos con certeza hasta qué punto deben subir los tipos para que la inflación descienda de forma duradera y se mantenga baja, especialmente en un entorno en el que los distintos sectores de la economía se están recuperando del choque pandémico a distintas velocidades y en el que los niveles de deuda son mucho más altos que antes de la pandemia. Será difícil para los bancos centrales, incluida la Reserva Federal, llegar a un equilibrio en el que la inflación caiga pero la actividad económica no entre en recesión. La volatilidad macroeconómica complica aún más la extracción de la señal del ruido, que es vital para evaluar las condiciones económicas y tomar decisiones políticas acertadas”.
Ideas de inversión
Para los expertos de Nordea AM, ante este contexto, uno de los retos será encontrar el punto mínimo del mercado en las próximas semanas y seguirlo de cerca hasta que cambie el sentimiento del mercado. “Esto puede traducirse en posicionamientos bajistas, ventas de acciones, salidas de crédito, reducción forzada del riesgo, valoraciones baratas, cambios en la reacción de los activos financieros a las noticias, así como en incoherencias y desajustes entre las clases de activos”, matizan.
Para la gestora, actualmente, las oportunidades se centran en los bonos cubiertos y en la renta variable de valor o de calidad. “Sin embargo, en el primer o segundo trimestre de 2023, podrían expandirse a pasos agigantados hacia la renta fija, el crédito (mercados desarrollados, ESG selectivo/mercados emergentes) y la renta variable (por ejemplo, ESG). En general, la renta variable tiene hoy una valoración atractiva, especialmente en Europa y los mercados emergentes”, señala en su documento de previsiones para 2023.
Por su parte, coincide con algunas de estas ideas y apunta otras nuevas. “Seguimos manteniendo nuestra apuesta del año pasado, las estrategias income. Creemos que las empresas que ofrecen dividendos de calidad permiten no solo diversificar la exposición a la renta variable, sino también sirve para hacer frente a la inflación. Si analizamos los últimos cien años del S&P 500, observamos que, quitando la etapa del QE, los dividendos son el componente más importante de la rentabilidad que ha ofrecido”, explica.
A esta idea se suma otra más, las estrategias market neutral. Según Elder, este tipo de fondos vuelve a ganar popularidad, tras la mala experiencia de los años 2011 y 2012. En su opinión, ahora que vamos hacia un entorno de más volatilidad, necesitamos más descorrelación y buscar un alfa idiosincrático.
“Hemos visto un año con flujos extremadamente bajos y con algunos movimientos tácticos. Lo que principalmente pregunta el inversor es cuál es el punto de entrada en renta fija y en renta variable, y básicamente qué hacer con el dinero ante el actual contexto macro. Creemos que las estrategias income y market neutral, así como las flexibles y aquellas que siguen grandes temáticas, entre ellas el blockchain, son una buena forma de meterse paulatinamente en el mercado”, concluye el responsable de BNY Mellon IM para Iberia y América Latina.