América Latina se enfrenta a una creciente demanda de producción agrícola y rápidamente se está convirtiendo en el granero del mundo. Las exportaciones agrícolas y de alimentos desde la región representan el 16% del total mundial, señala un informe de JP Morgan que explora los cambios tecnológicos a los que se expone el sector y las oportunidades de inversión que presenta.
¿Es posible que la producción de la región aumente en un 80%?
Si se toman en cuenta las importaciones de alimentos, las ventas al extranjero netas son de 4%, y se prevé que aumenten a 19% entre 2018-2020 y 2030. Se calcula que la producción agrícola de la región tendría que crecer un 80% hasta 2050 para cubrir el aumento de la población de más de 35% que se espera para ese mismo período.
¿Es posible? América Latina es una de las pocas partes del mundo con significativas porciones de tierra agrícola aún sin explotar. Sin embargo, necesita incrementar la productividad y sostenibilidad de sus prácticas agrícolas para hacer frente al ritmo de la creciente demanda.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta la agricultura en la región es la fragmentación entre granjas a gran escala (con prácticas y tecnologías avanzadas) y los pequeños agricultores, que operan mayoritariamente de manera informal y a menudo carecen de los recursos y tecnología para mejorar la productividad y adoptar prácticas más sostenibles.
Si bien las inversiones globales en tecnología agrícola (Agro-Tech) se han disparado en los últimos cinco años, las empresas de tecnología agrícola aún representan una mínima porción del total mundial.
La composición única de los sistemas agroalimentarios latinoamericanos y la amplia brecha que separa a los agricultores pequeños de los de gran escala presentan desafíos y oportunidades para los inversionistas. Invertir en tecnologías que se adapten correctamente a un paisaje agrícola tan único es una oportunidad sin explotar en la región. Con nuevas tecnologías, las grandes explotaciones pueden seguir aumentando su escala y productividad–y las de menor tamaño pueden consolidar prácticas sostenibles. Sin embargo, el éxito de las soluciones de agro-techdependerá de que los pequeños agricultores las vayan adoptando.
La agricultura es uno de los sectores económicos más grandes y de más rápido crecimiento de América Latina
América Latina representa una parte significativa de las exportaciones mundiales de alimentos y productos agrícolas (Gráfico 1). Después de Estados Unidos y la Unión Europea, Brasil es el tercer mayor exportador: produce la mayor parte del azúcar, café y jugo de naranja que se consume en el mundo, y es el principal vendedor de carne de res, soya y aves. Por su parte, Argentina es el más grande exportador de harina y aceite de soja a nivel mundial y el tercero en la venta de frijoles. México es el tercer exportador de la región gracias a sus ventas de hortalizas, frutas y otros subproductos agrícolas.
Las explotaciones agrícolas, tanto grandes como pequeñas, están jugando un rol fundamental para compensar las interrupciones en la cadena mundial de suministro de alimentos a partir de pandemia y de los recientes conflictos geopolíticos. A eso hay que sumar la demanda creciente de alimentos tanto a nivel local como global.
La fragmentación entre pequeños y grandes agricultores limita la capacidad del sector para satisfacer la demanda
El sector agrícola de América Latina es único porque los agricultores pequeños juegan un papel importante. La combinación entre agricultura a pequeña y gran escala varía mucho entre países, lo que genera disparidades en términos de capacidad, sofisticación y contribución a la producción económica (Gráfico 2). Si bien se estima que 50% de la producción total proviene de los 14 millones de agricultores pequeños, las granjas a gran escala desempeñan un papel esencial en Argentina, Brasil y Uruguay.
El crecimiento sostenido del sector agrícola presenta desafíos únicos
El sector agrícola latinoamericano enfrenta desafíos de productividad y sostenibilidad que deben abordarse. La industria utiliza una cantidad significativa de recursos naturales y, con la creciente demanda de productos, las presiones medioambientales sólo van a continuar. La agricultura usa más de un tercio de la superficie terrestre de la región, consume casi las tres cuartas partes del agua dulce y genera casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Si bien algunos agricultores y ganaderos han estado a la vanguardia con la adopción de tecnologías verdes, muchos sistemas alimentarios están dominados por modelos de producción basados en prácticas no sostenibles que amenazan la viabilidad de la capacidad de producción de alimentos y que deberán ser reemplazados para garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales.
El mercado global de agro-tech está subiendo a la par que el interés de los inversores
Los inversionistas globales reconocen la necesidad de llevar la agricultura de la era industrial a la digital para así aumentar el rendimiento de los alimentos, reducir la carga para el medio ambiente, mantener la viabilidad de las granjas y responder a la demanda de productos de calidad.
Las inversiones en agro-tech se centran en los esfuerzos para abordar el desperdicio de alimentos y mejorar su trazabilidad, los modelos comerciales respetuosos con el medio ambiente y la mejora de los rendimientos de los cultivos de manera sostenible.
En la etapa previa a la producción, la tecnología puede, por ejemplo, ayudar a los agricultores a realizar negociaciones de trueque más eficientes, detectar deficiencias en el riego, identificar plantas muertas, proyectar rendimientos de cultivos e identificar qué actividades son productivas y cuáles no. Asimismo, en la fase de comercialización, otras herramientas pueden ayudar a crear mercados más competitivos para la compra, negociación y venta de productos y subproductos.
Además de las inversiones agroalimentarias análogas, que se concentran en genética, pesticidas y fertilización, las interrupciones en la cadena de suministro derivadas de la pandemia, la inestabilidad geopolítica y la escasez de mano de obra han aumentado el enfoque de los inversionistas en la digitalización, ciencia de datos y agricultura alternativa.
Las inversiones de agro-tech en la fase de comercialización, que incluyen supermercados en línea, mercados de restaurantes y cocina casera, han tenido las tasas de crecimiento más altas en el sector de tecnología agroalimentaria, a medida que se van arraigando en los hábitos de los consumidores. El 18% de las consumidores ahora compra comestibles a través de canales digitales con más frecuencia que en las tiendas físicas (Gráfico 3).
Las inversiones latinoamericanas en agro-tech están rezagadas a pesar de su importancia para el crecimiento económico de la región
El sector global de agro-tech ha sido destino de un flujo constante de financiamiento durante la última década, alcanzando un récord de inversiones globales superior a 51 mil millones de dólares en 2021 (Gráfico 4). Estados Unidos domina el sector como el mercado con inversiones en agro-tech más grande del mundo, con empresas emergentes que recaudaron 41% de todo el capital y representaron 34% de las transacciones en 2021. A pesar de la importancia de la agricultura y la necesidad de soluciones que permitan a los agricultores latinoamericanos satisfacer la creciente demanda de producción agrícola, las oportunidades de inversión en agro-tech se está pasando por alto, ya que la región ocupa el último lugar en inversiones del mundo con solo 440 millones de dólares en 152 acuerdos en los últimos cinco años.
Los datos de la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina (LAVCA) muestran cómo solo se invirtieron 35,4 millones de dólares de capital de riesgo en agro-tech en 15 rondas divulgadas en 2021, lo que deja un gran espacio para inversiones adicionales.
El único país latinoamericano que aparece entre los 15 primeros del mundo es Colombia (octavo lugar), con una inversión de 359 millones de dólares. En Brasil, el sector recaudó 70 millones de dólares en 2021.
Los desafíos únicos de los pequeños agricultores latinoamericanos requieren de inversión en soluciones locales
Uno de los factores que frena a los inversionistas latinoamericanos es la necesidad de desarrollar soluciones que sean viables en el paisaje agrícola altamente fragmentado de la región. Los innovadores del agro-tech enfrentan desafíos únicos derivados de la prevalencia de granjas a pequeña escala, incluyendo capacidad, asequibilidad e implementación limitadas. Esto ha dividido el panorama de inversión en tecnología agrícola en dos segmentos.
Si bien los agricultores a gran escala pueden beneficiarse de las innovaciones tecnológicas que se están adoptando en otras partes del mundo para mejorar la sostenibilidad y aumentar el rendimiento de los cultivos, el tamaño y falta de consistencia en la producción de las granjas pequeñas dificultan la adopción masiva de tecnologías.
El mayor desafío para las nuevas empresas latinoamericanas que sirven a los pequeños agricultores será la escalabilidad. La innovación deberá promover la adopción constante de soluciones tecnológicas entre una amplia variedad de actores con recursos limitados. En este segmento, los expertos pronostican que el Internet de las Cosas y el uso de interfaces de programación de aplicaciones (API por sus siglas en inglés) para conectar sensores e información satelital que generan datos inteligente serán clave para escalar el agro-tech en los próximos años.
Y en la intersección entre la tecnología agrícola y financiera, otra oportunidad de crecimiento podría ser mejorar el acceso de los agricultores a los servicios financieros para garantizar que puedan acceder al crédito necesario para modernizar sus operaciones. Un mayor acceso, a través de asociaciones asequibles e innovadoras del sector privado, como fondos de garantía recíproca, factorización y otras facilidades para monetizar las cuentas por cobrar, ayudaría a aliviar las restricciones crediticias que enfrentan los agricultores pequeños en América Latina, y les permitiría aumentar sus inversiones y participación en el mercado al tiempo que introducen nuevos productos y tecnologías para incrementar su productividad.
También se necesitan inversiones en investigación y desarrollo (I+D) que permitan una rápida ampliación de las soluciones locales. El gasto del sector privado podría aumentar significativamente el compromiso general con I+D en América Latina, así como acelerar ganancias importantes en el rendimiento y tolerancia a la sequía, resistencia a las plagas y potencial para mejorar la salud con el enriquecimiento del valor nutricional de los cultivos. Otras formas de inversión agrícola incluyen la investigación para mejorar los sistemas de riego, mecanización de la producción de cultivos, procesamiento y almacenamiento posteriores a la cosecha, así como la innovación en la salud y nutrición animal. Sin embargo, la falta de protecciones más sólidas para la propiedad intelectual también podría estar obstaculizando los esfuerzos de I+D, ya que el sistema actual es demasiado lento o casi inexistente. Todo esto lleva a que estas tecnologías no estén disponibles en algunos países en los que podrían beneficiar las operaciones agrícolas de todos los tamaños.
Desafíos del siglo XXI exigen soluciones del siglo XXI
La viabilidad del sector agrícola de América Latina depende de su capacidad para mantenerse al día con la creciente demanda y amenaza del cambio climático. La transición de los sistemas agrícolas a la era digital puede ayudar a los agricultores a implementar soluciones para retos como la reducción de desechos, aumento del rendimiento de los cultivos y consolidación de recursos.
A pesar del crecimiento de las inversiones globales en tecnología agrícola, los inversionistas latinoamericanos tienen la oportunidad de capitalizar el sector de más rápido crecimiento de la región. Sin embargo, en lugar de mirar hacia afuera para identificar innovaciones tecnológicas y nuevos modelos de negocios, pueden apostar por respuestas que aborden los desafíos únicos de la región. Las tecnologías asequibles, escalables e implementadas de manera consistente tienen más probabilidades de tener éxito en un sector muy fragmentado y liderado por los agricultores pequeños.
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Todas las compañías referenciadas han sido mostradas con fines únicamente ilustrativos, y no suponen una recomendación o apoyo por parte de J.P. Morgan en este contexto.