El término “chiringuito financiero” define de manera informal a aquellas entidades que ofrecen y prestan servicios de inversión sin estar autorizadas para hacerlo. Los chiringuitos financieros son peligrosos porque en la mayoría de los casos la aparente prestación de tales servicios es sólo una tapadera para apropiarse del capital de sus víctimas, haciéndoles creer que están realizando una inversión de alta rentabilidad. Aquí debemos aplicar aquello de “demasiado bueno para ser cierto”.
Los elevados rendimientos que ofrecen suelen ser demasiado buenos para ser verdad. Según advierte la CNMV, sólo son el cebo con el que consiguen que los inversores menos informados o más confiados les entreguen sus ahorros. Cuando no pueden justificar las pérdidas, desaparecen o cambian de nombre. Son estafadores. Las empresas autorizadas para prestar servicios de inversión están sometidas a las normas que regulan los mercados de valores y a estrictos controles por parte de los organismos supervisores, mientras que los chiringuitos financieros no. Que no estén autorizados implica que no han tenido que acreditar ciertos requisitos como contar con capital suficiente, organización y medios adecuados. Además, no están adheridos al Fondo de Garantía de Inversiones o de Depósitos, por lo que los inversores no están protegidos en caso de insolvencia de la entidad.