La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto los puntos fuertes –y los puntos débiles– de los sistemas sanitarios de todo el mundo. El Comité Consultivo temático de Pictet-Health ha identificado cinco lecciones que el sector puede aprender de esta experiencia y que brindan nuevas oportunidades tanto para las empresas como para los inversores.
- Aprovechar las ventajas de la tecnología digital
En los primeros meses de la pandemia, las consultas de teleasistencia sanitaria multiplicaron por 78 sus niveles previos a la COVID-19 y llegaron a representar casi un tercio de las consultas ambulatorias1. Aunque las consultas en persona se han reanudado con el levantamiento de las restricciones, las consultas digitales siguen siendo unas 38 veces más frecuentes que antes de la pandemia, lo que indica que la telemedicina está aquí para quedarse.
La psiquiatría a distancia está experimentando un crecimiento especialmente intenso y, hoy en día, aproximadamente la mitad de las consultas son digitales2. Los miembros del Comité Consultivo también han destacado la importancia y la comodidad de la teleasistencia sanitaria para las citas de seguimiento y la revisión de resultados de los análisis.
Según la consultora McKinsey, solo en EE.UU., hasta 250.000 millones de USD del gasto sanitario actual podrían destinarse a la asistencia virtual o mixta virtual/presencial. Entre otras ventajas se encuentra la posibilidad de una mayor cercanía al paciente, sobre todo en zonas donde la prestación sanitaria tradicional escasea, así como de un importante ahorro de costes e incluso de beneficios para el medio ambiente, al reducirse la necesidad de desplazamientos. (En el Reino Unido, por ejemplo, el Servicio Nacional de Salud calcula que el uso de servicios a través de su aplicación se ha traducido en 22.000 trayectos en automóvil menos cada mes3).
Sin embargo, para que la teleasistencia sanitaria aproveche al máximo su potencial de crecimiento, se necesita una importante inversión en infraestructura digital.
Más allá de la teleasistencia sanitaria, la pandemia también puso de manifiesto la importancia del aprendizaje automático y la inteligencia artificial para abordar los problemas sanitarios. Al fin y al cabo, fueron los científicos de datos–más que los epidemiólogos– los que se encargaron de procesar los datos de 2,5 millones de usuarios de aplicaciones para identificar la pérdida del sentido del olfato y del gusto como principales síntomas de la COVID-19.
La centralización y unificación de las historias clínicas permite controlar y anticiparse mejor a los problemas, tanto a nivel de cada paciente como de regiones enteras en las que pueden necesitarse recursos adicionales.
Además de desempeñar un papel esencial en el diagnóstico, los miembros del Comité Consultivo esperan que los datos sean fundamentales para el futuro desarrollo de medicamentos y el diseño de ensayos clínicos. Sin embargo, las barreras de entrada son difíciles de superar. Las empresas de gran tamaño y, por lo tanto, con acceso a grandes conjuntos de datos (como datos de reclamaciones de grandes proveedores de seguros) parten con ventaja. Muchas de las nuevas empresas de sanidad digital que han sido admitidas a cotización oficial recientemente a través de ofertas públicas iniciales aún tienen que demostrar que sus modelos de negocio pueden alcanzar esa magnitud y generar beneficios.
- Más vale prevenir que curar
Dado que la COVID-19 resulta especialmente problemática para las personas con enfermedades preexistentes (lo que se conoce como comorbilidad), la sociedad ha tomado más conciencia de la necesidad de adoptar estilos de vida más saludables.
Una dieta más equilibrada y con menos alimentos procesados, hacer más ejercicio, pasar tiempo en entornos menos contaminados y volver a conectar con la naturaleza son prácticas cada vez más populares entre los jóvenes y los mayores.
Todo esto significa que el sector sanitario debería experimentar un crecimiento de la demanda de alimentos sanos, del cuidado e higiene personales y de servicios vinculados a estilos de vida saludables.
- No se debe subestimar la necesidad de hospitales y personal de enfermería
La pandemia también evidenció de forma clara la importancia de contar con recursos físicos suficientes –ya sean médicos, personal de enfermería o camas de cuidados intensivos. Puso de manifiesto las grandes disparidades de capacidad existentes, incluso dentro del mundo desarrollado.
Mientras que Alemania tiene una media de 48 camas de unidades de cuidados intensivos (UCI) por cada 100.000 habitantes, EE.UU. tiene 14 y Japón menos de 5 (véase la fig. 1). También existen diferencias similares en el número de médicos y enfermeros. En Europa, por ejemplo, Noruega tiene una puntuación relativamente alta en ambos aspectos, mientras que Portugal tiene algunas de las cifras más bajas, según datos del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Asistencia Sanitaria.
Los miembros del Comité Consultivo observaron que, en la primera ola de la pandemia, los países con una oferta hospitalaria más amplia –como Austria y Alemania– obtuvieron resultados mucho mejores. ¿Podría la pandemia significar el fin de la tendencia a reducir plantilla de los hospitales e incluso promover la construcción de otros nuevos?
Evidentemente, los hospitales necesitan personal, y eso constituye otro gran problema. La enfermería se percibe cada vez más como un trabajo poco atractivo, que ofrece salarios bajos y un escaso reconocimiento social. Esto tiene que cambiar. En EE.UU., alrededor de un tercio del personal de enfermería se plantea dejar sus puestos de trabajo en la atención directa al paciente; en Europa las tendencias son similares. La prestación de una asistencia comunitaria bien financiada podría ayudar a cubrir algunas de las carencias.
Los datos también pueden ayudar en este sentido. Si el análisis de datos predice que habrá menos enfermeros, se tiene la oportunidad de prepararse mejor y solucionar el problema.
- El sector privado y el público deben trabajar juntos
Otra lección fundamental fue que la sanidad claramente necesita más inversión –los políticos se han dado cuenta de que, sin un sistema sanitario que funcione, un país no puede tener una economía que funcione. No obstante, existe un límite en la cantidad de dinero que puede provenir del erario público, sobre todo porque los niveles de deuda pública son ya elevados y el crecimiento económico se está desacelerando. De hecho, los estudios realizados por los miembros del Comité Consultivo muestran que, históricamente, el gasto público en sanidad ha tendido a disminuir después de una crisis.
Afortunadamente, la pandemia proporcionó un modelo de cómo las empresas, los gobiernos y los científicos pueden trabajar juntos por un objetivo común –especialmente en el desarrollo de vacunas. Sin embargo, también reveló algunos problemas y deficiencias potenciales, como pusieron de manifiesto los escándalos relacionados con equipos de protección personal (EPP) inadecuados y un sistema de “seguimiento y localización” ineficaz en el Reino Unido.
- Las cadenas de suministro son cruciales
Las cadenas de suministro son un reto muy importante para el sector sanitario. Las interrupciones del comercio mundial relacionadas con la COVID-19 pusieron de relieve el problema, y el actual aumento de la inflación no ha hecho sino subrayar la importancia de los niveles de existencias y las cadenas de suministro.
Ni siquiera la tecnología médica es inmune a los incidentes de suministro, como demuestran los recientes problemas en la adquisición de semiconductores, que son componentes esenciales de los dispositivos e implantes conectados.
Es necesario un replanteamiento importante, que ya está en marcha. Las empresas del sector sanitario están tratando de aumentar la flexibilidad y la capacidad de respuesta de sus cadenas de suministro –lo que a menudo puede lograrse mediante el aprovechamiento de datos de alta calidad y la utilización de nuevas tecnologías. Como parte de este esfuerzo, muchas empresas también están ampliando la cantidad de proveedores que utilizan y, en algunos casos, cambiando las plantas de fabricación a su propio país (onshoring) o a países cercanos (near-shoring), lo que reduce su dependencia de las cadenas de suministro largas.
Por último, la pandemia resaltó la necesidad de adoptar un enfoque integrado de la sanidad (el concepto “Una Salud”) más allá de la salud de las personas, debido a sus interdependencias con la salud de los animales y del ecosistema. Esto podría ayudar a disminuir la incidencia de futuros episodios zoonóticos, así como a mejorar la calidad de los alimentos que comemos y del aire que respiramos.
Opinión escrita por Lydia Haueter, Senior Investment Manager del equipo de Renta Variable Temática de Pictet Asset Management.
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