Las cadenas de suministro de alimentos en EE.UU. todavía tienen problemas debido a la escasez de mano de obra, el clima y las interrupciones del comercio, dice un informe del banco holandés ING.
Según ING, los fabricantes de alimentos buscarán un equilibrio entre las soluciones rápidas y las estructurales para aumentar la resistencia. Los vientos en contra de la economía podrían aliviar la presión, pero también arrojan incertidumbre sobre las inversiones
Para los fabricantes de alimentos y bebidas de EE.UU., muchas interrupciones en sus cadenas de suministro comenzaron con la pandemia. En cuanto a los patrones de consumo, el impacto del COVID-19 inicial ha remitido claramente.
El gasto en alimentación se ha recuperado hasta alcanzar niveles normales y actualmente representa el 52% de todo el gasto en alimentación y bebidas. Sin embargo, la demanda sigue siendo dinámica, ya que la inflación de los alimentos restringe las finanzas de los hogares y lleva a algunos consumidores a cambiar los productos de primera calidad por ofertas más económicas. Esto obliga a los fabricantes de alimentos a revisar aspectos como las gamas de productos, los volúmenes de producción y el marketing.
Además, los procesadores de alimentos tienen que hacer frente a muchos otros problemas. Los retrasos de los proveedores son habituales para muchas empresas, y la escasez de mano de obra es uno de los mayores problemas del lado de la oferta.
“La escasez de mano de obra va desde los camioneros hasta los trabajadores de los almacenes, pasando por el personal de las fábricas, los reponedores y el personal de los restaurantes. Esta situación se ve agravada por el hecho de que el absentismo laboral por enfermedad sigue siendo mayor que antes de la pandemia”, asegura la investigación realizada por el banco.
Actualmente hay dos vacantes de empleo en Estados Unidos por cada estadounidense en paro. Además, el comercio sufrió reveses y los precios de los insumos se dispararon.
“Para los fabricantes estadounidenses, los elevados niveles de precios de las materias primas y de los insumos no alimentarios, como los envases, la energía y el combustible, son el resultado de la fuerte demanda interna y de la evolución en el extranjero”, aseguran los expertos.
Los mayores retrasos en los puertos han causado dificultades adicionales a los productores de alimentos en los dos últimos años, ya que afectaron a los flujos de importación de ingredientes y productos básicos extranjeros (como el café y el cacao) y a los flujos de exportación de productos estadounidenses. El aumento de los plazos de entrega también ha dificultado la obtención de los equipos, piezas y materiales de envasado necesarios para mantener las líneas de producción en funcionamiento.
“Aunque Estados Unidos no depende especialmente de los productos agrícolas de la región del Mar Negro, las repercusiones de la guerra en los precios mundiales repercutieron en los compradores de cereales y aceites vegetales del país”, dice el informe.
Puede que algunas de las causas de las interrupciones de la cadena de suministro estén remitiendo, pero el impacto en la industria alimentaria está lejos de desaparecer, aseveran los expertos.
Será un compromiso entre lo que las empresas quieran hacer y lo que puedan hacer, porque crear una cadena de suministro más resistente tiene un coste. Si bien estos costes pueden ser más difíciles de soportar en tiempos de inflación de los costes de los insumos, los costes de las paradas de las líneas de producción y de las estanterías vacías podrían ser aún mayores, estiman los expertos.
Para leer el informe completo puede acceder al siguiente enlace.