Según la Organización Mundial de la Salud, el número de personas con edades a partir de los 65 años se va a duplicar en los próximos 30 años hasta alcanzar una cuarta parte de la población mundial, y se podría llegar a cuadriplicar a final de siglo. Al mismo tiempo, el incremento de la longevidad presiona al alza la ratio de dependencia y pone en jaque los sistemas de salud y de pensiones.
Si bien Japón y Europa son paradigmas de pirámides de población invertidas, EE. UU. y China están tomando el relevo. La población en China sigue creciendo, pero al ritmo más bajo de las últimas seis décadas. El último censo arrojó una tasa de fertilidad de 1,3 hijos por mujer en 2020, dato perfectamente confundible con el de sociedades envejecidas como Japón o Italia, sin equipararse al mismo tiempo en términos de PIB per cápita, lo cual empeora el problema.
Sin menoscabar los entresijos de financiación pública y de planificación del patrimonio que esta megatendencia social acarrea, merece la pena poner el foco en las oportunidades de inversión a largo plazo que la creciente longevidad y la “economía de plata” traen consigo. Al fin y al cabo, la generación de los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) acumula diez veces más riqueza que la de los millenials (nacidos entre 1981-1996) según los últimos datos de la Reserva Federal de los EE. UU. ¿Dónde va ese 35% de mayor consumo que hoy los estadounidenses mayores a 65 años gastan frente al resto de población?
Salud, nutrición y tecnología son oportunidades de inversión que no debemos dejar escapar y que cuentan con fuerte representación en nuestras carteras de renta variable, especialmente, en nuestro fondo de megatendencias y en el que invierte en el sector sanitario.
Sin duda, la prevalencia de enfermedades crónicas va asociada al envejecimiento. Un punto positivo es que la eficiencia del I+D en el sector farmacéutico está mejorando. El desarrollo de medicamentos biológicos y la biotecnología incluye anticuerpos monoclonales, vacunas, terapia celular y génica, que tienen entre dos y tres veces mayores tasas de acierto que los ensayos con pequeñas moléculas. La medicina preventiva, que comprende a la secuenciación genética, diagnóstico por la imagen y monitorización, va de la mano con la expectativa de una mayor esperanza de vida de calidad, del mismo modo que la industria de aparatos médicos. La inteligencia artificial y la digitalización, dos temáticas disruptivas, facilitadoras y transversales, ganan protagonismo en el análisis predictivo asociado al diagnóstico y monitorización a tiempo real de los pacientes.
Por su parte, el crecimiento de la industria de aparatos médicos (prótesis ortopédicas, implantes dentales, audífonos, lentillas intraoculares, soluciones cardiovasculares, etc.) correlaciona con el aumento de la población mayor a 65 años y presenta un crecimiento más estable que la industria farmacéutica, al no estar amenazado por el vencimiento de patentes.
La alimentación sana es otro nicho de inversión que ofrece crecimiento estructural. La industria alimentaria está reformulando el perfil nutricional de sus productos, reduciendo las grasas saturadas y trans, así como el contenido de sodio, que ayuda a mitigar el riesgo de obesidad y enfermedad cardiovascular. Las vitaminas y suplementos nutricionales (proteínas, minerales) para combatir síntomas relacionados con la edad, junto a la nutrición médica, son áreas con potencial que reciben dotación de inversión por los grandes conglomerados del sector.
Y como no, el gran aliado, la tecnología. El confinamiento derivado de la pandemia forzó la adopción de soluciones tecnológicas por parte de los grupos de edad más madura que todavía recelaban del comercio y pagos online. A futuro, el ecosistema del IoT (internet de las cosas), formado por sensores, 5G e inteligencia artificial, favorecerá al objetivo de disfrutar de una vida cómoda e independiente durante más tiempo.