Si hay un debate que siempre está en boca de todos en la industria de inversión es qué es estilo de gestión es más adecuado para la cartera: el growth o el value. Los partidarios de ambas filosofías defienden sus bondades, pero actualmente muchas son las voces que preguntan si ha llegado el momento de volver a decantarse por el value que, tras los bajos rendimientos ofrecidos durante los últimos años, podría comenzar a registrar rentabilidades positivas. Para tratar de responder a esta cuestión se pueden apuntar tres razones.
En primer lugar, debemos hablar del concepto de “mean reversión” o “reversión a la media”. Aplicado a inversiones, este concepto sostiene que en el largo plazo, las rentabilidades individuales tienden a converger al promedio. Es decir, en el corto plazo pueden existir rentabilidades extraordinarias que se alejen de la media del mercado, pero en el largo plazo las rentabilidades tenderán a estabilizarse. Retornos extraordinarios atraen más competencia y reducen los retornos futuros, mientras que los retornos inferiores desalientan a la competencia e impulsan que se produzcan cambios, mejorando así los retornos futuros.
Muchos argumentan que esta lógica de reversión a la media puede también aplicarse al debate del value vs growth, por lo que a día de hoy, podría ser más beneficioso estar orientado a una filosofía value, ya que no ha alcanzado retornos medios a largo plazo, mientras que growth ha estado por encima de media. El problema es que esto mismo se podría haber argumentado hace uno, dos y hasta tres años, tiempo durante el cual los rendimientos de la filosofía value continuaron constantemente rezagados respecto al growth. Recuperar esas ganancias puede llevar muchos años.
Sin embargo, veamos por ejemplo lo sucedido en 2001. Durante los años previos, las empresas growth ofrecieron rentabilidades extraordinarias muy por encima de cualquier otra filosofía de inversión. En 2001, durante la crisis de las punto.com, las valuaciones se ajustaron drásticamente a la baja y las inversiones value comenzaron ganar terreno nuevamente. Para cualquier inversor que entrase al mercado durante los últimos años de la burbuja, esto significaría tener que esperar unos 16-17 años para recuperar su inversión (ajustada a la inflación).
Es decir, hay un claro aspecto de riesgo que un inversor debe considerar y es que se debe tener mucho cuidado a la hora de pagar altos precios por empresas con retornos extraordinarios. Con el el tiempo, la competencia inherente a todos los negocios y la reversión a la media tiende a destruir esas ganancias extraordinarias rápidamente y a re-ajustar sus valoraciones. Por ejemplo, veamos el caso de algunas empresas de tecnología, un sector altamente cíclico y que, por lo general, experimenta cambios drásticos en liderazgo. Basta con sólo mirar algunos ejemplos en el mercado de teléfonos móviles, donde Motorola, Blackberry y Nokia fueron todos líderes hace no mucho tiempo y hoy en día básicamente son irrelevantes en dicho mercado.
Segundo, en nuestra experiencia, empresas (bien seleccionadas) con baja rentabilidad tienden a mejorar en el largo plazo mientras que empresas con retornos actuales elevados tienden a empeorar. Por lo tanto, preferimos no desafiar el concepto de reversión a la media y pagar un bajo precio por una empresa cuyos resultados tenderán a mejorar, antes que un alto precio por una empresa extraordinaria cuyos resultados tenderán a empeorar.
Siempre debemos recordar la frase célebre de Warren Buffett, precio es lo que pagas, valor es lo que obtienes a cambio. Es decir, dejando de lado la reversión a la media mencionada antes, una persona racional querrá tener algo de mucho valor pagado al menor precio posible y esto mismo es el fundamento básico de la filosofía en valor.
Tercero, cuando uno escucha hablar de “inversión en valor” y ya tiene algo de conocimientos al respecto, lo primero que piensa es en empresas que han sufrido, con un mal negocio, poco favorecidas por los inversores, pasando por momentos complicados ya sea a nivel individual o de industria, con un bajo crecimiento o futuro incierto, pero cotizando a unos niveles muy atractivos. Este estilo de inversión en valor es válido y suele denominarse “Deep Value investing” o como dice Warren Buffett inversión en “cigar butts” (colillas de cigarro).
Al igual que las colillas, de estas empresas se puede obtener una “última calada” a un coste ínfimo, pero requiere estar constantemente buscando nuevas oportunidades para sustituir a las anteriores. Sin embargo, este no es el único estilo existente de value investing. De hecho, Warren Buffett, que en sus comienzos seleccionaba este tipo de “cigar butts”, fue evolucionando y al día de hoy sigue un modelo donde compra empresas de mejor calidad, con buen flujo de caja, buenos retornos por encima de su coste de capital, que son capaces de mantenerlo a muy largo plazo y que, además, se encuentran cotizando a precios razonables. Este tipo de “quality value investment” es más aceptado al día de hoy, pero también más difícil de realizar.
Aceptando que esta eterna disputa continuará siempre, lo relevante es destacar los pilares de la filosofía value resumidos en: la identificación de buenas empresas, con modelos de negocio consolidados, que pueden ser adquiridas a un precio muy inferior a su valor. Este margen de seguridad, no necesariamente significará una mejor rentabilidad año a año, pero contar con un depósito de valor no aflorado actuará siempre como un colchón en los malos momentos y con el tiempo aflorará.
A lo largo de los años se han realizado muchos estudios argumentando a favor de la filosofía value como una estrategia superior en el largo plazo. Y además los grandes inversores de todos los tiempos como Benjamin Graham, Warren Buffett, Walter Schloss, Joel Greenblatt, Peter Lynch, por nombrar algunos, han sido grandes seguidores de dicha filosofía.
Resumiendo, para resolver el nudo gordiano entre qué filosofía seguir este año o el año que viene o para el futuro, value vs growth, un inversor racional que invierte para el largo plazo sabe que la filosofía value con enfoque en quality está teóricamente bien fundamentada para ser efectiva en el largo plazo, hasta el momento los números lo respaldan y además en situaciones con mercados sobrevalorados como el actual resulta ser la menos arriesgada para adoptar.