El popular dicho “los mercados bursátiles han anticipado diez de las últimas cinco recesiones” no es una coincidencia. Las dinámicas de grupo son la única explicación que puede darse a algunas de las importantes fluctuaciones de los mercados bursátiles mundiales. En una carrera los corredores anticipan el pistoletazo de partida y a veces reaccionan demasiado pronto, invalidando la salida. Además, en ocasiones hasta la más mínima sacudida de un corredor pone en marcha a los otros corredores, en un ejemplo de dinámica de grupo.
Esto lo podemos extrapolar a las bolsas. No siempre subyace una auténtica debilidad económica duradera detrás de cada retroceso importante. A menudo, el temor de que las bolsas bajen es suficiente. Dos trimestres consecutivos de crecimiento económico negativo se consideran una recesión, pero las reacciones de los mercados bursátiles a los distintos periodos de recesión han variado mucho en el pasado. En algunos casos, las caídas de precios fueron más fuertes y pronunciadas en periodos no recesivos que en periodos recesivos.
Los índices de pequeña capitalización, como los que se encuentran a menudo en los países más pequeños de Europa o en los mercados emergentes, pueden perder fácilmente hasta un 30% sin que la economía entre en recesión. En el caso de índices más grandes como el S&P 500 o el STOXX Europe 600, las caídas de esta magnitud sin recesión son raras, pero no imposibles.
Por otra parte, todos los años se producen pérdidas del 10% o superiores, a veces incluso varias veces. En ocasiones, una advertencia de un banco central o unos datos económicos débiles son suficientes para iniciar una corrección. Hasta los datos económicos más sólidos pueden provocar fuertes retrocesos en los precios si, como consecuencia de una política monetaria más restrictiva, la economía es demasiado dinámica. Por lo tanto, no toda caída brusca de los precios de los valores va de la mano de una recesión. Los diferentes grados de reacción de los mercados bursátiles ante estos acontecimientos pueden entenderse como “obediencia preventiva”.
Desde su lanzamiento el 1 de enero de 1988, el DAX ha experimentado varias de estas fases. Por ejemplo, las fuertes caídas de precios en 2011 o 1998 no tuvieron consecuencias importantes, mientras que las pérdidas económicas en los períodos 2000-2003 o incluso 2008 fueron muy superiores.
Una situación similar se da en el índice estadounidense S&P 500. En este caso, tampoco todas las caídas importantes de precios han ido acompañadas de una recesión. Los mercados de valores también están exagerando a este respecto con su “obediencia preventiva”. Por ejemplo, las caídas del S&P 500 en 1992, 1994/95 o 2006 fueron mucho más moderadas, inferiores al 10%. En este caso se aplica el mismo criterio: no todo retroceso importante va de la mano de una recesión.
La “obediencia preventiva” es, por lo tanto, algo más pronunciada en Alemania que en Estados Unidos, pero probablemente se deba también a la menor capitalización bursátil de las empresas.
Por cierto, el fenómeno de las dinámicas de grupo no funciona únicamente en sentido descendente, sino también en sentido ascendente. En otras palabras, aunque las perspectivas económicas sean positivas, se observa una “obediencia preventiva” ascendente, lo que descarta las perspectivas positivas hasta el infinito y permite que los mercados bursátiles alcancen un nivel excesivamente elevado. En la medida en que las bolsas estén guiadas por la psicología humana, siempre habrá movimientos de precios extraños, tanto positivos como negativos.
Por temor a una posible recesión, la obediencia preventiva llevó a los mercados a una espiral descendente en el cuarto trimestre de 2018. Sin embargo, en previsión de una política monetaria menos restrictiva y de la mejora de los datos económicos, los mercados se recuperaron en los primeros siete meses de 2019 hasta alcanzar nuevos máximos. Esta recuperación se produjo de forma vertiginosa e inesperada. A corto plazo, los mercados han descontado todas las noticias positivas.
El mercado necesita un nuevo impulso para superar sus antiguos máximos. No prevemos que esto suceda hasta finales de año. Una solución del conflicto comercial entre China y Estados Unidos, así como el impulso económico de la campaña electoral estadounidense, podrían apoyar a los mercados en el último trimestre.