Con las temperaturas rompiendo máximos históricos en toda Europa, la política monetaria también ha empezado a calentarse. Se espera que tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal estadounidense rebajen sus tipos de interés y los mercados ya han empezado a descontar la puesta en marcha de nuevas medidas de estímulo.
La desaceleración del crecimiento económico incrementa la presión sobre los bancos centrales, por lo que sospechamos que los tipos de interés y las curvas de rendimientos se reducirán aún más. El mensaje que empieza a perfilarse claramente es que la próxima oleada de expansión cuantitativa (QE) será diferente de la que hemos vivido en estos últimos diez años. Limitarse a respaldar los mercados de activos para beneficio de unos pocos resulta inaceptable. Ahora, los estímulos deben orientarse a las masas. A medida que el populismo se extiende, nuevos partidos populistas ven la luz.
La situación ha llegado al punto de ebullición para muchas megaempresas que están siendo investigadas por sus gobiernos; los estímulos y los beneficios deben orientarse a la fuerza laboral, no al capital, y la liquidez debe ponerse a disposición de los gobiernos, no de las empresas. Los márgenes y los modelos de negocio se verán presionados, por lo que es probable que, de aquí en adelante, la trayectoria de los mercados venga marcada por la volatilidad en vez de por los continuos avances. El giro desde la expansión cuantitativa hacia los estímulos fiscales (rebajas de impuestos, construcción de infraestructuras, etc.) con el fin de financiar la generosidad de los gobiernos (véase la Teoría Monetaria Moderna, o MMT por sus siglas en inglés, para conocer el fin último de este enfoque) implica que la clásica respuesta de los bancos centrales, consistente en inyectar liquidez en los mercados, resulta inapropiada.
Podríamos argumentar que el entorno que comenzó hace ya trece años, cuando el iPhone acababa de llegar al mercado, Facebook era poco más que un proyecto universitario, Amazon solo vendía libros y la expansión cuantitativa impulsaba a los mercados siempre al alza, ha sido el peor escenario posible para un fondo de rentas y, sin embargo, ¡hemos logrado superar al mercado! Así las cosas, creemos que los próximos diez años serán mucho más favorables para esta estrategia, lo que nos pone en una buena posición para gestionar el dinero de sus clientes de la forma más viable y adecuada en un momento en el que el mundo avanza hacia el próximo capítulo de su historia.