Aunque no cabe duda de que cualquier desbloqueo simbólico de las relaciones comerciales entre EE.UU. y China sería positivo para el sentimiento a corto plazo, tanto para los mercados como para la economía mundial, convendría poner este hecho en perspectiva.
En primer lugar, los mercados han avanzado a marchas forzadas desde comienzos de año en la mayoría de las clases de activo debido, por encima de todo, a la sensación de que el deterioro de los datos económicos suavizará el ritmo del endurecimiento monetario. A este respecto, se ha sentido como un movimiento de tipo técnico tanto como de tipo fundamental.
En segundo lugar, se podría argumentar que la negociación comercial entre EE.UU. y China tiene más que ver con la política interna que con la economía. Cuando nos fijamos en la gravedad de las predicciones sobre el impacto económico de los aranceles tal cual están planteados actualmente, podemos apreciar que este es modesto en el contexto del tamaño total de las dos economías, sus intercambios comerciales internacionales e incluso el comercio entre los dos países.
Evidentemente, siempre existe la posibilidad de una escalada que tire al alza de estas cifras, pero comprender la importancia de la percepción política ciertamente pone un límite a lo lejos que los dos países querrían llevar la disputa actual. ¿En qué punto la defensa de los intereses nacionales se traduce en un coste económico para el propio electorado al que se está tratando de atraer?
Eso nos lleva a lo que posiblemente es el punto más importante. En el ciclo que se avecina, la prioridad de los gobernantes —sobre todo en los países occidentales— será la política interna, más que el comercio, sobre todo esos sectores y áreas de la economía que se han sentido “abandonados”. Por ello, consideramos que los gobiernos accionarán resortes como la inversión en infraestructuras y otras medidas presupuestarias para estimular la economía en contraposición a la política monetaria.
De ahí se derivarán importantes consecuencias para las perspectivas a medio plazo del crecimiento y la inflación, lo que podría querer decir que parte del “alivio” actual en torno al endurecimiento monetario podría durar poco.
Una distensión en las relaciones comerciales entre EE.UU. y China sería bienvenida, pero los inversores no harían bien en darle demasiada relevancia en el contexto de la futura dirección de los mercados.
Paras Anand, director de gestión de activos para Asia-Pacífico en Fidelity International