Mejorar la diversidad de género depende de nuestra capacidad como inversores de explicar los beneficios que entraña para todos y cambiar la percepción de que es un asunto que no aporta valor añadido. Como sociedad, estamos perdiendo por no incluir completamente a las mujeres en los lugares de trabajo y todo lo que podamos hacer para cambiarlo, es bienvenido.
Se ha demostrado que una mayor paridad en las empresas y que haya más mujeres en puestos de liderazgo mejora la participación y retención del talento, la innovación, la alineación con los clientes y la reputación de marca, los estándares de gobierno corporativo y la rentabilidad ajustada al riesgo, beneficiando obviamente a todos los empleados.
Los beneficios de la diversidad de género en las empresas también favorecen a la sociedad en su conjunto. Las compañías que ofrecen a las mujeres mejores oportunidades impulsan la expansión de la riqueza de los hogares y los niveles de renta disponibles, beneficiando tanto a los hogares como a las compañías. Si los consumidores cuentan con mayor poder adquisitivo y los gobiernos obtienen una mayor recaudación fiscal, se beneficia toda la sociedad.
Muchas políticas que pueden ser vistas como “favorables para las mujeres” y que ayudan a asegurar el acceso equitativo a las oportunidades – tales como flexibilidad horaria, bajas de paternidad retribuidas y forjar una cultura laboral más inclusiva- son prácticas que repercuten en una mejora de la sociedad en general. Los estudios1,2,3,4,5,6 demuestran que los millennials valoran más la flexibilidad laboral, que los padres trabajadores tienden a aceptar trabajos más flexibles o con bajas remuneradas y que las culturas más inclusivas abren la puerta a que se puedan integrar las minorías.
Es necesario que se reconozca que la mejora de la igualdad no debe realizarse a expensas de los hombres, o de lo contrario no se avanzará. Mejorar la diversidad no es un esfuerzo sin resultados. Las iniciativas sobre diversidad tienen que producirse con la intención de que se beneficien todos.
Aunque es justo reseñar los esfuerzos que los gobiernos de Reino Unido y Francia están llevando a cabo para mejorar la transparencia sobre la desigualdad, los datos acerca de diversidad deben ser más amplios y granulares para valorar qué organizaciones están fomentando de verdad culturas de diversidad.
Una mayor divulgación de los datos también contribuirá a catalizar el progreso, ya que sacará a la luz las cuestiones en las que las compañías deberían rectificar. Tal como está la situación en la actualidad, desafortunadamente no tenemos mucha visibilidad de los datos y la información de la que disponemos se centra en la cúspide de la pirámide corporativa.
Esto se vuelve un círculo virtuoso. Cuanta más granularidad y transparencia de los datos se tenga, más real y productivo será el debate. Esto permite comparaciones más significativas y una mayor comprensión de las causas de los desequilibrios, lo que a su vez da lugar a que se puedan planificar las acciones de forma más efectiva y a una mayor responsabilidad. Disponer de datos y análisis es un paso crucial para solucionar estas cuestiones.
Anne Tolmunen, gestora del fondo AXA WF Framlington Women Empowerment