Una de las cosas que saco en claro de las conversaciones que he mantenido con clientes durante los últimos dos meses es que les preocupa la rentabilidad que los mercados pueden ofrecernos. En una conferencia celebrada recientemente para un cliente importante, el mensaje no pudo ser más claro: la volatilidad ha vuelto y nos enfrentamos a un panorama más incierto que en 2017. Si bien los inversores —y BlackRock— siguen mostrándose relativamente optimistas sobre el estado de la economía mundial de cara a los próximos doce meses, la gran cuestión que empieza a plantearse es: ¿y después, qué?
Este cliente y otros me han transmitido que desean contar con «capitanes» que les ayuden a navegar en estos mercados para reaccionar y adaptarse a unas condiciones que cambian rápidamente. No creen que las soluciones unidireccionales, del tipo “comprar y mantener”, resulten tan adecuadas para los próximos dos años como pudieron serlo durante la pasada fase alcista del mercado, y consideran que deberán ajustar las carteras con mayor frecuencia. La visión y opiniones de los clientes son de gran utilidad, pero, aun así, soy partidario de analizar también los datos para identificar las tendencias emergentes. Los flujos de activos están trazando un panorama caracterizado por un sólido dinamismo en la inversión en estrategias de generación de alfa, especialmente en el segmento de renta fija.
En 2017, más de la mitad de los flujos que entraron en estrategias de generación de alfa lo hicieron en renta fija, mientras que aquellas destinadas a la renta variable —de la que se había anunciado a bombo y platillo que no tenía más recorrido— también registraron una notable recuperación el año pasado.
¿Nos encontramos ante un punto de inflexión?
¿Y ahora, qué?, ¿Por qué los clientes institucionales de BlackRock están aumentando sus asignaciones a mandatos de gestión activa?, ¿Por qué los clientes utilizan términos como «navegar» o «capear» al hablar de las condiciones del mercado a medio plazo? Desde 2009, se han producido numerosos acontecimientos que han provocado que se hable del fin de la fase alcista del mercado: Grecia, las reacciones adversas a la retirada de estímulos (taper tantrum), el desplome del petróleo y las materias primas en 2014-2015, las turbulencias electorales, las preocupaciones sobre el nivel de endeudamiento de China, las elevadas valoraciones de la renta variable o la normalización de la política monetaria por parte de la Reserva Federal.
No obstante, ninguna terminó constituyendo un catalizador de cambio de tendencia. Por tanto, ¿existe algún factor diferente actualmente? Desde mi punto de vista, ninguno de los indicios que observamos actualmente —la rentabilidad de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años por encima del 3%, la dirección de los flujos de capital, la ralentización del dinamismo económico— constituye especial motivo de alarma. No obstante, quizás estemos llegando al final de este dilatado periodo caracterizado por fases alternas de propensión y aversión al riesgo. Tal vez podamos encontrar una mayor recompensa en el enfoque bottom-up, la selección fundamental de valores, primas de iliquidez y acceso a mercados menos cubiertos.
¿Cómo podemos adaptarnos al cambio?
La inversión no es una actividad binaria. Siempre hay sesgos y diferentes formas de abordar un desafío concreto. Por mucho que nuestros clientes digan que necesitan capitanes, nuestra respuesta se basa en la necesidad de una gama de herramientas que combinen el poder de los datos y tecnología avanzada e integre una exhaustiva serie de capacidades de construcción de carteras.
Muchos objetivos de inversión requieren una combinación de estrategias, y la cuestión girará cada vez más en torno a cómo dar con la mejor combinación en el seno de una cartera. Para lograr resultados satisfactorios en el futuro, será necesario analizar todo el espectro de inversión para identificar dónde es más apropiado aplicar estrategias de indexación, dónde pueden los factores contribuir a generar rentabilidades adicionales y dónde es más adecuado emplear un enfoque de generación de alfa. En el segmento de renta fija, por ejemplo, las estrategias sobre curvas de tipos, la gestión activa de la duración y el acceso a mercados nicho pueden constituir importantes factores de diferenciación para un gestor enfocado en la generación de alfa.
A medida que los inversores se fijan cada vez más en el coste de sus inversiones, la definición y el seguimiento de los resultados buscados será cada vez más importante para conseguirlos de la forma más eficiente en coste posible. Para ello, será necesario contar con potentes herramientas y análisis para que los inversores puedan comprender mejor cómo los productos interactúan entre sí…Recordemos que una cartera formada por los mejores gestores no tiene por qué ser la mejor.
En BlackRock, llevamos un tiempo preparándonos para este momento. Seguimos desarrollando estrategias innovadoras en todo el espectro de soluciones de inversión, ayudando a los inversores a construir el núcleo de sus carteras de una forma eficiente en costes, alejándose de estrategias que siguen índices de forma encubierta y controlando el coste de los componentes destinados a la generación de alfa. Con una gama de estrategias de inversión en pleno crecimiento, estamos ampliando nuestras capacidades de construcción de carteras con equipos especializados y tecnología de última generación con el fin de ayudar a nuestros clientes a tener una mejor comprensión de los catalizadores de riesgo y rentabilidaden sus carteras.