Los mercados emergentes son una clase de activo en rápido crecimiento con cerca de 3 billones de dólares en bonos de emisores corporativos y soberanos. Este número prácticamente se ha duplicado en los últimos cinco años y sigue crecimiento a una de las tasas más rápidas entre las diferentes clases de activo a nivel global.
Por su parte, los fundamentales siguen respaldado los mercados emergentes, con más del 50% del PIB mundial procedente de estos países. Dado que las inversiones deberían normalmente seguir al crecimiento, pensamos que es probable que los flujos hacia carteras de mercados emergentes también aumenten. En este sentido, 2017 fue un año récord en captaciones.
A largo plazo, la renta fija de mercados emergentes sigue siendo una clase de activo muy atractiva, a pesar de la percepción generalizada de que es un activo de mucho riesgo. Si un inversor hubiese invertido en renta fija emergente en el peor momento –en 2007, antes de la crisis financiera global- sus retornos hubiesen sido el doble que si hubiese invertido en deuda soberana norteamericana y prácticamente serían iguales a los del S&P500, pero con mucha menos volatilidad.
En términos generales, los índices de mercados emergentes tienen una duración más baja que sus homólogos de los mercados desarrollados. Los inversores que son cautos ante la normalización monetaria en Estados Unidos y Europa así como en otras economías y por tanto, ante un aumento de tipos, se beneficiarán de un menor riesgo de aumento de los tipos de interés. A ello hay que añadir que ofrecen diferenciales más amplios para ratings comparables, lo que constituye otro punto a favor de la deuda emergente.
Si miramos al futuro, dado que estos mercados están evolucionando rápidamente resulta complicado hacer predicciones con excesiva precisión. Sin embargo, una tendencia que todo apunta que seguirá presente es su crecimiento. Y como muestra de ello, analicemos algunos datos. Por ejemplo, cada vez hay más nuevos emisores en el mercado dado que sigue ampliándose en lo que se refiere a la base de inversores y los términos disponibles para los emisores. Asimismo, también podríamos asistir al surgimiento de nuevas sub-clases.
En este sentido, antes de 2008 había muy pocos fondos puros de deuda corporativa emergente y la clase de activo contaba con cerca de 500.000 millones de dólares de tamaño, lo que ofrecía muy pocas oportunidades para los inversores que buscaban descorrelación con un nivel decente de liquidez. Actualmente estamos hablando de un volumen de 2 billones de dólares y cada vez se están lanzando más productos, dado que los inversores están prestando una atención creciente a esta parte del mercado.
Otro ejemplo lo encontramos en las emisiones denominadas en euros. Dado que desde mediados de 2010 asistimos a un entorno de tipos bajos o negativos, los emisores de mercados emergentes han estado muy activos y han acudido al mercado de forma regular desde entonces.
Thierry Larose, gestor de renta fija emergente y Sergey Gorvanchov, analista de crédito en Vontobel AM