Un aumento de la volatilidad y la incertidumbre en el mercado de bonos afectaría sin ninguna duda a los diferenciales de crédito y la renta variable. Este ya fue el caso en 2013 y 2015. El hecho de que este patrón no se repitiera en 2016 se debe probablemente al nivel más razonable de valoraciones de la renta variable tras los problemas del mercado a principios de año. No obstante, pensamos que si se produce una nueva caída este año, será sin ninguna duda una oportunidad para comprar activos de riesgo a mejor precio. Es cuando se agita el mercado cuando los indicadores de calidad fundamental revelan de nuevo sus méritos. El crecimiento de ingresos de las compañías ofrece apalancamiento operativo y la mayor elasticidad de precios reduce la presión bajista sobre los márgenes, impulsando el crecimiento de los beneficios.
Con esta perspectiva en mente, deberíamos recordar que la renta variable europea cuenta con unas valoraciones inferiores y por lo tanto tiene mayor potencial alcista que la estadounidense. Además, el ciclo empresarial no ha alcanzado el mismo nivel de normalización, por lo que los mercados a este lado del Atlántico no han recogido todavía los mismos beneficios. Tras años de recesión y lento crecimiento, los analistas todavía se muestran escépticos con la recuperación actual. Y todavía, tal y como ilustraban las últimas lecturas del PMI compuesto (58,1 puntos, su nivel más alto en 83 meses), la eurozona se está beneficiando más del auge global de lo que lo está haciendo América. También va más retrasada en el ciclo monetario. El BCE se acerca al final de sus políticas poco convencionales, pero todavía está lejos de adoptar una postura neutral.
Japón, a pesar de haber registrado su séptimo trimestre seguido de crecimiento positivo del PIB, es sin duda el país que más lejos se encuentra de la normalización monetaria. Los inversores tienen los mismos recelos sobre las perspectivas de Japón que sobre las de Europa.
La caída del dólar estadounidense en 2017 ha ayudado a la imagen de los mercados emergentes. Tras la mala situación del año anterior debida a la incertidumbre, la actividad económica registró una notable recuperación en la mayoría de las regiones alimentada por nuevos flujos de capital extranjero. Sin embargo, las dificultades domésticas todavía prevalecen, empezando por la aplastante deuda de Corea del Sur, Malasia y Brasil. La renovada apreciación del dólar haría que fuera más difícil para estos países gestionar su deuda externa. Tras la reelección de Xi Jinping como líder del Partido Comunista Chino, un movimiento de las autoridades de Pekín para contener el endeudamiento impactaría en el crecimiento de los países más dependiente de los mini ciclos chinos.
Philippe Uzan, director de inversiones en Edmond de Rothschild AM (France)