El mercado de bonos es sin duda el de mayor volumen de todos los títulos negociados globalmente y puede accederse a él a través de múltiples opciones. Si antes se percibía como una fuente de obtención de interés, al mismo tiempo que se preservaba el capital, alcanza ahora globalmente un volumen de más de 100.000 billones de dólares y presenta muchos beneficios potenciales para los inversores, incluyendo retornos atractivos.
Pero ¿qué es un bono? Un bono no es otra cosa que un préstamo que el comprador del bono, o bonista, otorga al emisor del bono. Gobiernos, corporaciones y ayuntamientos emiten bonos cuando necesitan financiarse. Un inversor que compra un bono del gobierno está prestando dinero a ese gobierno. Si compra un bono corporativo, está prestándole a una empresa. Tal como sucede con un préstamo (o crédito) el bono paga un cupón (interés periódico) y devuelve el principal (cantidad prestada) en una fecha fijada, o fecha de vencimiento.
Supongamos que una empresa quiere construir una nueva planta y que para ello necesitará un millón de euros. Puede solicitar un préstamo bancario o puede recurrir al mercado de renta fija, emitiendo 1.000 títulos de 1.000 euros cada uno. En este caso el valor facial de cada título sería 1.000 euros. La compañía determina un tipo de interés anual, lo que se denomina cupón, y un periodo hasta vencimiento en el que devolverá el principal (1 millón de euros) recibido.
Supongamos que el cupón es de 5% y el periodo es de cinco años. Al finalizar el periodo de cinco años el bono llega a su vencimiento y la compañía devuelve los 1.000 euros de valor facial de cada bono a los bonistas o tenedores de bonos
El periodo entre emisión y vencimiento es importante puesto que influye tanto en el retorno como en el riesgo que un inversor puede esperar obtener. Un bono de 1 millón de euros con un vencimiento a cinco años se percibe como de un riesgo menor que uno a 30 años porque en un periodo más largo son muchos los factores que pueden afectar de forma negativa a la capacidad del emisor de hace frente a sus obligaciones como deudor.
El mayor riesgo, a su vez, influye en el tipo de interés o cupón que el emisor abonará por su bono, correspondiendo un cupón más alto a un bono con un periodo mayor hasta su vencimiento. A primera vista parece evidente que los bonos a mayor largo plazo ofrecen mayores retornos, pero esto tiene la contrapartida de que el nivel de riesgo asumido es también mayor.
¿Y cómo se determinan el precio y el rendimiento de un bono? Puesto que los bonos se negocian en el mercado secundario una vez emitidos, es necesario que tenga un precio al que se pueda comprar y vender y un rendimiento o retorno anual que el inversor puede esperar obtener si mantiene el bono hasta su vencimiento. Este rendimiento está por tanto basado en el precio de compra del bono, pero también en su cupón.
Como vemos, el precio de un bono se mueve siempre en dirección opuesta a su rendimiento. La clave para entender esta característica fundamental del mercado de bonos es reconocer que el precio de un bono refleja el valor de la renta periódica que proporciona por medio de los pagos periódicos de intereses de su cupón.
Cuando los tipos de interés de referencia – los de los bonos del gobierno – caen, los títulos de bonos emitidos con anterioridad aumentan su valor, ya que fueron emitidos con un cupón mayor y pueden venderse en el mercado con una prima. En caso contrario, si los tipos de interés suben, los bonos antiguos son menos atractivos porque sus cupones son menores que los de los bonos de reciente emisión y por tanto cotizan con un descuento.
Los precios de los bonos se cotizan en el mercado como un porcentaje de su valor facial. Puede entenderse fácilmente si añadimos un cero al precio cotizado en el mercado. Por ejemplo, el precio de un bono que cotiza a 99 en el mercado es de 990 euros por cada 1.000 euros de valor facial y, en este caso, se dice que el bono cotiza con un descuento. Si el bono cotizara a 101 euros, costaría 1.010 euros por cada 1.000 euros de valor facial y se diría que cotiza con una prima. Si cotizara a 100, costaría 1.000 euros por cada 1.000 euros de valor facial y se diría que cotiza a la par.
La mayoría de los bonos se emiten ligeramente bajo par y pueden después cotizar en el mercado secundario sobre o bajo par, dependiendo del tipo de interés y de otros factores
La relación inversa entre precio y rendimiento de un bono es fundamental para entender el valor de los bonos. Otro aspecto clave relacionado con esto es la cuantificación de la variación del precio de un bono cuando los tipos de interés cambian. Para poder estimar cuán sensible es el precio de un bono concreto a movimientos de tipos de interés, el mercado de bonos utiliza una medida conocida como duración.
La duración se calcula como la media ponderada del valor actual de los flujos de pagos de un bono, incluyendo la serie de pagos periódicos de cupón y el pago mucho mayor al final, cuando el bono vence, y se devuelve su valor facial. Igual que el vencimiento de un bono, su duración se expresa en años, pero es habitualmente menor. La duración puede verse afectada por el tamaño de los pagos regulares de cupón y por su el valor facial del bono.
En un bono cupón cero, vencimiento y duración son iguales, ya que no hay pagos regulares de cupón y todos los flujos de pagos se reciben al vencimiento. Por esta razón, los bonos de cupón cero pueden sufrir mayores fluctuaciones en su precio en caso de un cambio en los tipos de interés, por lo que este tipo de bonos resultan más atractivos para inversores que esperan una caída de tipos.
El resultado de calcular la duración, única para cada bono, es una medida de riesgo que permite a los inversores comparar bonos con diferente vencimiento, cupón y valor facial de forma homogénea. La duración indica el cambio aproximado que experimentaría el precio de un bono determinado en el caso de que los tipos de interés variaran un punto porcentual.
Si, por ejemplo, los tipos de interés cayeran un 1%, los rendimientos de los bonos caerían en el mismo porcentaje. En ese caso el precio de un bono con una duración de dos años aumentará un 2% y el precio de un bono de 5 años de duración lo haría en un 5%. La media ponderada de la duración puede también calcularse para una cartera de bonos, basándose en las duraciones de cada bono individual.
Aunque profundizar con más detalle requeriría mayor espacio y tiempo, estos conceptos sobre renta fija pueden servir de brújula al inversor para navegar las oscuras aguas de la renta fija.
Paula Mercado es directora de análisis de VDOS