Con frecuencia, las personas somos reacias a invertir en productos financieros por varias razones. Una de ellas puede ser la carencia de conocimientos adecuados, otra la falta de tiempo para hacer un correcto seguimiento de los mercados o carecer de los suficientes ahorros para comenzar a invertir, o bien por considerarse incapaces de invertir grandes cantidades. Hay también quien invierte solamente para beneficiarse de ventajas fiscales, mientras que otros desean liquidez en sus inversiones. La solución única para todas estas necesidades es un fondo de inversión.
El principio básico de un fondo de inversión es que agrupa un gran número de inversores, que reciben un título proporcional del patrimonio del fondo en forma de participaciones, de acuerdo con la cantidad aportada. El gestor del fondo utiliza el patrimonio total aportado por los partícipes para comprar y vender activos en nombre de los inversores, formando una cartera de valores. A medida que esta cartera recibe beneficios, estos se distribuyen entre los inversores en la misma proporción en que los inversores hayan invertido.
El inversor busca seguridad, liquidez y rentabilidad, a partir de su inversión. Dependiendo de la prioridad que asigne a uno de estos factores sobre los demás, decidirá invertir en distintos tipos de activo: deuda, acciones, inmobiliario y oro u otras materias primas. Un inversor joven, al comienzo de su carrera profesional, tiene un perfil de riesgo completamente diferente que el de un jubilado. La clave para la creación de riqueza a largo plazo es una cuidadosa composición de una cartera equilibrada, que incluya diferentes tipos de activo y que se adapte al perfil de riesgo de cada uno.
El beneficio más importante de un fondo de inversión es que proporciona diversificación. Un fondo ofrece una cartera de varios valores con diferentes fechas de vencimiento y sectores, incluso si se invierte sólo una pequeña cantidad. Esta característica es de gran ayuda para mitigar el riesgo, permitiendo obtener las ventajas de la diversificación con una cantidad tan pequeña como 10 euros. Tratar de construir una cartera diversificada comprando acciones o bonos de emisores individuales, supondría un desembolso notablemente mayor.
Pero, además de la diversificación, los fondos proporcionan otros beneficios. Contar con la experiencia de un profesional, con acceso a información detallada de las compañías, así como a datos económicos, y el conocimiento necesario para poder interpretar cómo los diferentes hechos relevantes y datos pueden afectar a una inversión, pudiendo actuar en consecuencia para beneficio de los inversores del fondo. El hacer un seguimiento regular de los mercados, les ayuda a tomar decisiones más acertadas sobre dónde invertir que las que podrían tomar los inversores individuales por sí mismos. Así, por ejemplo, un gestor de fondos de renta fija cuenta con una mejor comprensión de la volatilidad de los tipos de interés y puede beneficiarse del ciclo de tipos en mayor medida que un inversor individual, consiguiendo así retornos optimizados.
Los fondos ahorran tiempo al inversor individual. La mayor parte de las personas no tienen tiempo suficiente para seguir los mercados financieros a diario, ni tampoco para analizar adecuadamente la información antes de invertir. Al invertir en un fondo de inversión, se puede ahorrar tiempo, ya que estas tareas se delegan en un gestor profesional que se mantiene contantemente atento al mercado, permitiendo al inversor individual que continúe con su trabajo, sin necesidad de dedicar un esfuerzo extra a la gestión de sus inversiones.
Una de las ventajas de los fondos de inversión es que no se necesita invertir un gran capital. Al contribuir a una cartera con varios inversores, se puede conseguir una diversificación satisfactoria sin invertir una gran cantidad. Una característica especialmente útil para inversores individuales que disponen de un patrimonio modesto, pero que necesitan diversificar y acceder a un asesoramiento profesional.
Fiscalmente, los fondos cuentan con la ventaja de no atraer retenciones cuando el patrimonio se traspase de uno a otro fondo, retenciones que sólo se aplicarán cuando se efectúen reembolsos totales o parciales del patrimonio. La liquidez es otra de las ventajas ofrecidas por los fondos de inversión. Las gestoras de fondos recompran y venden participaciones de acuerdo con el valor liquidativo del fondo, que se calcula diariamente. Un inversor puede comprar una participación de un fondo sin tener que preocuparse sobre si hay un mercado liquido disponible para las acciones o bonos subyacentes.
Si un inversor individual invirtiera directamente en acciones, su habilidad para comprar o vender dependería de la disponibilidad de una contrapartida que deseara tomar la posición contraria. Esto es especialmente valioso para compras o ventas de acciones de compañías de mediana o pequeña capitalización, en las que la liquidez puede ser una preocupación. Algo que puede suceder también en algunos tipos de activos de renta fija.
Si bien es cierto que la mayoría de inversores en fondos de inversión buscan obtener retornos superiores, una decisión de inversión a largo plazo no debería estar basada únicamente en este factor. Por ejemplo, si se invierte en un fondo de renta fija, es necesario conocer la calidad crediticia de la cartera del fondo.
Parece obvio que una cartera con calificación crediticia AAA rendirá menores beneficios que otra con calificación AA. De forma similar, los diferentes fondos de deuda tienen también un perfil de riesgo diferente dependiendo del punto de vista de los tipos de interés. Si, por ejemplo, el fondo A genera un 10 por ciento de rentabilidad con una duración media de 1 año y el fondo B genera un 11 por ciento con una duración media de 5 años, ¿cuál de los dos es mejor fondo?
La realidad es que ambos tienen diferente perfil de riesgo. En un escenario de subida de tipos, el fondo B supondrá un riego mayor que el fondo A. En un escenario de bajada de tipos de interés, el fondo B tienen mejores posibilidades de generar un mayor retorno. Así pues, la rentabilidad o retorno obtenido por un fondo debe evaluarse respecto al riesgo de crédito y/o el riesgo de mercado asumido y la capacidad de cada inversor de aceptar ese nivel de riesgo, dentro del horizonte de inversión definido.
Es también importante tener en cuenta el perfil de riesgo de un fondo desde el punto de vista de la liquidez. Si el fondo puede invertir en activos que no son fáciles de comprar o vender, ¿cómo va a poder hacer frente a posibles reembolsos de participaciones por parte del inversor individual? Es mejor invertir en fondos que incluyan en su cartera valores que se negocien con regularidad en mercados organizados.
Por último, otro aspecto a considerar es la consistencia de las rentabilidades obtenidas a lo largo del tiempo. Más que buscar fondos que se centren en obtener retornos elevados, debería considerarse la rentabilidad obtenida de acuerdo con el riesgo asumido. El fondo ideal debería ofrecer el máximo retorno con el menor nivel de riesgo, en un largo periodo de tiempo.
Paula Mercado es directora de análisis de VDOS