Una forma interesante de crear un producto único es nadar a contracorriente. Así lo hizo Apple con el lanzamiento de un iPod blanco cuando la mayoría de los dispositivos eran negros o grises, o Christian Louboutin con sus famosos zapatos de tacón con suela roja. Crear una cartera no es algo distinto.
Es fácil adoptar una filosofía contrarian, pero llevarla a cabo es complicado. Los inversores ‘a contracorriente’ necesitan tener una profunda convicción en su filosofía y en su proceso, así como arrestos y valentía para no seguir a la multitud.
La antipatía y hostilidad de los inversores hacia determinados valores, sectores y países es lo que me estimula
El hundimiento del mercado inmobiliario en 2007-2008, la crisis de los países europeos periféricos en 2012, las tensiones ruso-ucranianas en 2014, el desplome del precio del petróleo por debajo de 30 dólares en 2015 y la crisis bancaria italiana en 2016 son vicisitudes en las que invertimos cuando el sentimiento tocaba fondo y el miedo estaba en su apogeo. Así pues, ¿cuál es nuestro actual coto de caza y dónde estamos incrementando nuestra exposición?
Un ejemplo es ION Beam Applications. El cáncer es la principal causa de muerte en el mundo desarrollado, la segunda causa en el mundo en vías de desarrollo y se espera que la prevalencia mundial del cáncer aumente más de un 60% en los próximos 15 años. Con este vector estructural como telón de fondo, se pronostica que las empresas que desarrollan y producen terapias contra el cáncer experimenten una fuerte demanda.
La radioterapia es hoy día la forma más común de tratar el cáncer y su mercado consiste en un claro duopolio que se reparten Elekta y Varian. Sin embargo, ha surgido una tecnología disruptiva en este ámbito que ha ido ganando predicamento con un ritmo de crecimiento exponencial: la protonterapia o terapia de protones, donde la belga Ion Beam Applications (IBA) es líder del mercado con una cuota mundial del 50%.
La protonterapia es un tipo avanzado de radioterapia del cáncer que usa un haz de protones para combatir y erradicar los tumores. Sus ventajas son enormes, ya que minimiza la exposición del tejido sano, reduce el riesgo de cánceres secundarios y puede mejorar la calidad de vida de los pacientes al reducir los efectos secundarios. Por ende, no es de extrañar que se pronostique que este campo registre una TCAC del 15% hasta el año 2035.
A corto plazo, sin embargo, los inversores han dado la espalda a IBA. La empresa ha emitido tres advertencias de beneficios en los últimos nueve meses, principalmente porque los retrasos en el proceso de construcción han reducido a la mitad el precio de su acción. Nuestro horizonte de inversión a largo plazo nos permite ver más allá de estos factores temporales y cíclicos e invertir en una empresa que goza
de las exigentes barreras de entrada de un oligopolio estructuralmente atractivo, de una fuerte cartera de pedidos igual a más de 1.000 millones de euros en ventas y de un balance con una solidez férrea que puede favorecer el crecimiento futuro.
Claire Shaw, gestora de renta variable europea de small & mid caps de SYZ AM