Andan los poderes fácticos de la industria de inversión colectiva revueltos buscando desesperadamente el cuarto supuesto tal y como hacían los Mondoshawan al proteger el quinto elemento en la película francesa, con coproducción americana, dirigida por Luc Besson, del mismo nombre: Le Cinquième Élément.
El motivo tiene un nombre: se acaba la barra libre en la distribución de los fondos de inversión por parte de las entidades financieras en sus poderosas redes bancarias, debido a la transposición de la Directiva MiFID II, reflejada en el borrador del Real Decreto que el Ministerio de Economía publicó recientemente y que ha estado en audiencia pública hasta el pasado 18 de septiembre.
La norma de Economía establece, en su artículo 58, que el cobro de incentivos sólo será posible cuando “está diseñado para elevar la calidad del servicio pertinente al cliente”. Para ello, debe generar “un beneficio tangible para el cliente”. Por lo tanto, los incentivos “no se considerarán aceptables” si la prestación es sesgada o distorsionada por culpa de las retrocesiones…
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