India no es un país al que se asociaría con compromiso medioambiental. La contaminación del río Ganges, sujeto de veneración para los hindús, es de sobra conocida. El país alberga 13 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Y el año pasado se podía incluso ver la nube de contaminación posada sobre Nueva Dehli desde el espacio. De hecho, la polución del aire en India contribuye a la muerte prematura de más personas cada año –cerca de 1,1 millones– que en China, otro contaminador destacado.
Un estudio apunta a que cerca de la mitad de los menores en la capital del país han sufrido daños irreversibles en los pulmones por la mala calidad del aire
Al igual que China, India ha comenzado a darse cuenta de que la idea de “contaminar ahora y pagar más tarde” no es buena. El país ha reafirmado recientemente su compromiso, junto con cerca de otros 200 países, de lograr los objetivos de calentamiento global fijados en el acuerdo climático de París. Es el mismo acuerdo del que el presidente de EE.UU., Donald Trump, considera correcto retirarse.
La tarea que tiene por delante es demoledora. Como en muchos mercados emergentes, India se apoya enormemente en combustibles sucios, como el carbón, y las emisiones industriales se regulan únicamente de manera selectiva. Mientras tanto, requeriría cambios en un estilo de vida rural que se ha mantenido durante miles de años: cocinas con combustibles sólidos –leña, carbón o estiércol- o una agricultura de tala y quema. En las ciudades, las emisiones de vehículos son un gran problema mientras aumenta el número de propietarios de coches en medio de una creciente afluencia.
Afortunadamente, los reformistas no empiezan desde cero. En algunos aspectos, India es pionera
El año pasado, el país presentó el mayor campo solar del mundo con cerca de 2.500 acres en el sur del estado de Tamil Nadu. India instaló en 2016 la cuarta instalación más fotovoltaica, o de energía solar, después China, Estados Unidos y Japón. India es ahora el séptimo país del mundo por capacidad de energía solar, cuando se incorporó a esta liga hace tan solo unos años, y hay grandes planes en los próximos años para realizar más grandes proyectos en esta línea que ayudarán a impulsar al país en los rankings.
Incluso con todo este esfuerzo en su conjunto, la capacidad total de India representa solamente un 11% de la de China. Sin embargo, se está beneficiando de la precipitación de China hacia energías renovables porque el exceso de oferta de paneles solares –dos de los tres manufactureros más importantes del mundo son chinos- ha hecho que los precios se desplomen. Un concurso reciente para un parque solar de 500 megavatios en Rajastán se ganó con una oferta que se tradujo en un coste de generación de 2,44 rupias por kilovatio / hora, cerca de un 44% más barato que los 4,34 rupias por kilovatio / hora que ayudaron a ganar una concesión similar para un proyecto parecido en el mismo estado en enero del año pasado.
La energía solar es ahora más barata que el carbón. Este es el motivo por el que el estado de Uttar Pradesh ha cancelado el concurso para una planta de carbón de 3,8 gigavatios que habría generado electricidad con un coste de cerca de 4,16 rupias por kilovatio / hora. Era simplemente uno de los 13,7 gigavatios de proyectos energéticos de carbón cancelados solo en mayo, porque ya no son viables. India se ha apoyado tradicionalmente en abundantes reservas de carbón de reducida calidad para la mayor parte de sus necesidades energéticas.
Todavía es pronto. El impulso hacía una energía más verde se reparte de manera desigual por el país –seis estados cuentan con el 80% de producción de energía solar, pero con menos del 40% de la demanda-. Evidentemente, donde se genera y donde se necesita son cosas separadas.
En algunas partes del país se está desperdiciando la energía renovable
Sin embargo, hay proyectos diseñados para ayudar a aliviar este problema. Por ejemplo, como parte del programa Corredor de Energía Verde, una serie de los denominados Centros de Gestión de Energía Renovable monitorizará y anticipará las necesidades energéticas, mientras redirige la oferta de manera más eficiente. La solución a la energía malgastada debe incluir también un mejor almacenamiento, ya sea en baterías o por sistemas de bombeo hidráulico.
Los objetivos son verdaderamente ambiciosos. India espera lograr cerca de 160 gigavatios de capacidad energética procedente de fuentes renovables en los próximos cinco años. Para poner este número en contexto, la capacidad total del país hoy en día es de 180 gigavatios. El objetivo es también el doble de la capacidad energética renovable actual de China. Hay un plan para que los 12 puertos del país se abastezcan completamente con energía solar y eólica en los próximos años, lo que, en caso de lograrse, convertiría a India en el primer país del mundo en el que todos los puertos estatales funcionan con energía renovable. Un plan de ámbito nacional, denominado Ujala, para sustituir las bombillas tradicionales por alternativas más eficientes, ha distribuido más de 143 millones de bombillas de diodos luminosos desde 2015, con un ahorro en la factura de la luz de 2.000 millones de dólares anuales.
Para ayudar a financiar parte de esta actividad, India está desarrollando un mercado de bonos «verdes» en el que el dinero captado financiará proyectos o negocios con beneficios medioambientales. En enero del año pasado, el Securities and Exchange Board of India publicó una lista de requisitos para los inversores indios que se asomaban a este mercado, convirtiendo a India en el segundo país (después de China) que emite regulaciones a nivel nacional. India pude estar sufriendo una gran pobreza, exceso de burocracia, infraestructuras pobres, inmovilismo social y otros problemas profundamente arraigados que no se solucionarán pronto.
Sin embargo, es también un país que está abrazando una reforma económica de amplio alcance, empleando nueva tecnología para superar décadas de inversión deficitaria y enfrentarse a los costes medioambientales del crecimiento rápido. En la mitología clásica hindú, se pensaba que Surya, el dios del sol, poseía el poder de curar la enfermedad. La India del siglo XXI espera que otra forma de poder solar tenga los mismos beneficios transformadores.
Kenneth Akintewe, inversor senior en Aberdeen Asset Management