Este jueves 8 de junio se celebrarán en Reino Unido las elecciones generales, en donde los más de 65 millones de habitantes británicos van a elegir quién les gobernará durante los próximos 5 años, o lo que es lo mismo, quién va a dirigir las negociaciones del Brexit con la UE durante los próximos 2 años.
El pasado 17 de abril, la actual primera ministra, Theresa May, tomó la decisión de adelantar las elecciones generales, con el objetivo de reforzar su peso en el parlamento (actualmente los conservadores poseen 331 escaños, mayoría absoluta) y, por consiguiente, reafirmarse ante el electorado como la persona encargada de negociar con la UE las condiciones de salida. No hay que olvidar que May, fue elegida a dedo por el anterior primer ministro, David Cameron, tras la renuncia de este último, al perder la votación del referéndum.
Está decisión de adelantar las elecciones, ha sido arriesgada y las últimas encuestas así lo están demostrando. El partido conservador puede pasar de controlar la Cámara de los Comunes con una amplia mayoría, a perder esta ventaja, lo que llevaría a la formación de un Parlamento fragmentado y con mayores dificultades para llegar a acuerdos, principalmente en el asunto del Brexit.
Las encuestas, por el momento, parecen demostrar este escenario y la actual diferencia entre Conservadores (May) y Laboristas (Corbyn) se encuentra por debajo de los 10 puntos, cuando hace apenas dos meses la distancia se situaba en más de 20 puntos.
Lo que parecía una clara victoria conservadora, se ha trasladado a un estrechamiento en los márgenes entre los principales partidos, haciendo que escenarios que eran más improbables, como la “no mayoría conservadora” o la victoria del laborismo, se empiecen analizar con mayor intensidad.