La Semana Europea de la Movilidad es una campaña dirigida a sensibilizar sobre las consecuencias negativas que tiene el uso irracional del coche en la ciudad, tanto para la salud pública como para el medio ambiente, y los beneficios del uso de modos de transporte más sostenibles como el transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie. Se celebra cada año, del 16 al 22 de septiembre, siendo además el ultimo día el día sin coches.
El transporte eléctrico se ha presentado en los últimos años como una alternativa muy atractiva y un arma clave en la lucha contra el cambio climático. Además, según el I Estudio sobre El Futuro de la Movilidad en las Smart Cities 2021 de Midas, más del 90% de los españoles estarían dispuestos a realizar un cambio en su movilidad para ayudar a reducir la contaminación en su ciudad y más del 84% está de acuerdo con que los vehículos eléctricos o híbridos son la movilidad del futuro.
Unas opiniones que coinciden con los objetivos de la Unión Europea, como parte de su plan “Fit for 55”, la Comisión ha presentado una propuesta que espera que reduzca las emisiones de CO2 de los vehículos de carretera en un 55% (en comparación con los niveles de 1990) para 2030 y en un 100% en 2035. Así, la producción de nuevos vehículos con motor de combustión cesará en la UE en 2035, explica Aza Teeuwen, socio de TwentyFour AM (Boutique de Vontobel AM),
Esta clase de programas, unidos a las consecuencias positivas que ha tenido la pandemia en el transporte eléctrico, ha provocado un importante acelerón en la industria. Según la Agencia Internacional de la Energía (IAE), las ventas mundiales de coches eléctricos crecieron en torno a un 40% en 2020 con respecto a los 2,1 millones que se vendieron en 2019.
De hecho, las ventas de coches eléctricos aumentaron a pesar de las disrupciones provocadas por la pandemia mundial. Mientras, las ventas totales de vehículos sufrieron una caída interanual del 15% en el mismo periodo, explican desde el equipo de Insight Investment, con la pandemia ha experimentado un importante acelerón.
Se prevé que las ventas mundiales de vehículos eléctricos suban un 28% anual durante los próximos diez años, pero Kaitlyn Murphy, analista de Inversión de Renta Variable en Capital Group, considera que es una previsión demasiado conservadora. “La rápida disminución de los precios de las baterías y los avances innovadores podrían permitir que los vehículos eléctricos compitieran por precio, no solo con los coches de gasolina, sino con todo el parque automovilístico en circulación, incluidos los coches de segunda mano. Eso son unos 270 o 280 millones de vehículos solo en Estados Unidos. Desde una perspectiva a largo plazo, significa que el crecimiento podría ser mucho mayor de lo que prevé el mercado”, apunta.
Pero, antes de despedirnos para siempre del motor de combustión interna, el equipo de Insight Investment insiste en que conviene tener en cuenta varias cosas. Para empezar, e incluso tras el fuerte crecimiento de las ventas, la cuota de mercado de los coches eléctricos apenas supera el 4%. Y, según la IAE, esta cifra no cambiará sustancialmente de aquí a 2030: los vehículos eléctricos, en todas sus modalidades, solo representarán el 7% del parque móvil.
Además, tal y como demuestra la encuesta de Midas, para muchos el precio es el mayor freno: uno de cada dos españoles reconoce que no se podría permitir adquirir un coche eléctrico o híbrido, frente al 29% que aún no cambia porque su ciudad no está preparada para este tipo de movilidades.
En opinión del equipo de Insight Investment, la situación de los coches eléctricos pone de relieve tanto las oportunidades como los riesgos potenciales de la transición hacia nuevas formas de movilidad. Por un lado, la progresiva reducción de los costes de las baterías plantea la posibilidad de que estos coches se abaraten, potenciando las ventas. Además, las políticas gubernamentales orientadas a mejorar la calidad del aire, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, garantizar la seguridad energética y desarrollar nuevas oportunidades económicas deberían fomentar una mayor adopción de estos vehículos.
A largo plazo, esto podría traducirse en unas carreteras más silenciosas, más limpias y menos perjudiciales para el medio ambiente, a medida que los coches con motor de combustión interna, que se alimentan de combustibles fósiles, vayan siendo sustituidos por coches eléctricos.
Las materias primas que necesita el coche eléctrico
No obstante, como suele ocurrir, las cosas no son tan fáciles. Para empezar, está el problema de los recursos y, en concreto, del cobre. Los motores eléctricos necesitan mucho más cobre que los de combustión interna. Por ejemplo, mientras que un coche de gasolina usa unos 20 kilos de cobre, principalmente en el cable de la bobina, un coche híbrido requerirá 40 kilos y un coche totalmente eléctrico, 80 kilos. El tamaño también importa: cuanto más grande sea el coche, más cobre necesitará. Un autobús eléctrico, por ejemplo, requiere entre 11 y 16 veces más cobre que otro con motor de combustión interna, dependiendo del tamaño del autobús y de su batería.
Por eso, no resulta sorprendente que el precio del cobre se haya disparado un 60% en los últimos doce meses hasta superar los 10.000 dólares por tonelada a principios de este año, por primera vez en una década.
Las baterías también son intensivas en recursos: se estima que la demanda de litio y cobalto, esenciales para la tecnología que usan actualmente las baterías de ion de litio, se multiplicará por 18 y por 37, respectivamente, de aquí a 2030, en comparación con el consumo de 2015. Y luego está el tema de la infraestructura. Al igual que ocurre con las gasolineras en el caso de los coches convencionales, los puntos de carga son un elemento clave del mercado de los vehículos eléctricos. El análisis de Insight Investment indica que, a nivel mundial, los puntos de carga públicos aumentaron a un ritmo medio anual superior al 60% entre 2013 y 2018, hasta alcanzar los 600.000 puntos de carga. Sin embargo, será necesario invertir varios miles de millones de dólares más en estaciones de carga y redes locales de distribución de energía eléctrica para satisfacer la demanda de los coches eléctricos a medida que se generalice su uso
“En los últimos años han dado pasos importantes; sin embargo, aún estamos muy lejos de conseguir que la totalidad de los coches europeos se propulsen con electricidad o hidrógeno. Asimismo, el objetivo supone la aparición de la infraestructura necesaria para que los conductores carguen las baterías de forma eficiente y sostenible, un impulso que se ve dificultado por la escasez de chips”, advierte Teeuwen.
Ganadores y perdedores
En este entorno, ¿quiénes saldrán ganando y perdiendo con la transición hacia una movilidad más limpia y sostenible? A la hora de identificar a los posibles ganadores, un buen punto de partida serían los proveedores de recursos. En este sentido, el equipo de Insight ve probable que los productores de cobre, cobalto, tierras raras, grafito, níquel, aluminio y litio se beneficien del aumento de la demanda. Los fabricantes de baterías y componentes electrónicos también saldrán ganando, porque un mayor número de coches eléctricos implicará una mayor demanda de las tecnologías subyacentes.
Por el contrario, el sector de componentes de automoción tradicionales podría perder peso a largo plazo, a medida que aumente la penetración de los coches eléctricos. Esto se debe, en gran medida, a que los coches eléctricos son más sencillos que los de combustión interna, ya que no requieren carburadores, inyectores, pistones, bombas, filtros y otros tantos componentes relacionados con la combustión, por lo que cada vez harán falta menos empresas que fabriquen ese tipo de componentes.
Aun así, el equipo de Insight ve oportunidades a corto plazo para estos proveedores en el segmento de los modelos híbridos enchufables, que permiten superar la denominada “ansiedad por la autonomía” (el temor de los conductores a quedarse sin batería tras un determinado número de kilómetros) que a menudo generan los coches totalmente eléctricos.
“Como inversora, trato de identificar qué compañías tienen potencial, no solo para ganar dinero vendiendo los coches, sino también para desarrollar paquetes de suscripción que incluyan la gestión de la batería, el suministro de contenidos de entretenimiento a bordo, una mayor seguridad y tecnología de conducción autónoma”, añade la experta de Capital Group.