El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años.
M&G ha organizado un encuentro entre diversos profesionales para analizar los progresos realizados en los últimos cinco años de cara al cumplimiento de los ODS, su rol en la asignación de capital, así como la potencial evolución del panorama de inversión en los próximos años para poder alcanzar los objetivos.
A pesar de que cada ODS tenga sus propias metas y trate temas diferentes, los expertos de M&G han insistido en la importancia de entender que están interconectados. “Es una señal de cómo la sociedad está interconectada. Por un lado, es algo bueno ya que significa que si cumples un objetivo estarás avanzado en otro, pero también, al contrario, tal y como hemos visto que ha pasado con el COVID-19, el cual ha cambiado la situación dramáticamente”, ha explicado Veronique Chapplow, directora de inversión del M&G (Lux) Positive Impact Fund.
El impacto del COVID-19: 22 años de retroceso
Las conclusiones principales del equipo de inversión de impacto de M&G en el informe “SDG Reckoner” son que, en total, 12 de los 17 ODS acumulan un retraso importante para cumplir el plazo límite de 2030 y los avances en diez de los diecisiete objetivos se han visto frenados por la pandemia. De estos, los objetivos socioeconómicos son los más afectados. En particular, en 2020 más de 71 millones de personas se han visto sumidas en la pobreza extrema, según la ONU, lo que ha provocado el primer aumento de la pobreza global en décadas.
Las cifras son impactantes, el coronavirus ha provocado que retrocedamos 22 años de progreso. Sin embargo, en algunos aspectos, la lucha contra el COVID-19 ha tenido un impacto positivo en los avances de cinco de los ODS, incluidos los de la energía asequible y no contaminante y ciudades y comunidades sostenibles.
Ben Constable-Maxwell, responsable de inversión sostenible y de impacto en M&G, afirmó: “Nuestro análisis muestra que, aunque el mundo ha dado pasos importantes en algunos ámbitos ―por ejemplo, la generación de energía asequible y no contaminante―, aún queda mucho camino por recorrer, especialmente respecto a los desafíos de tipo socioeconómico. En general, los avances hacia la consecución de estos objetivos han sido desiguales y ya iban con retraso antes de la pandemia, cuya crisis ha aumentado aún más la necesidad de ayuda urgente. En algunos ámbitos, la gravedad de la crisis ha impulsado la agenda, ya que el mundo se ha visto obligado a reconocer lo que debe cambiar. Esto no quiere decir que se hayan superado los desafíos, sino que ahora reciben la atención que merecen. Por encima de todo, necesitamos impulsar el esfuerzo en cada aspecto de los ODS, que estará apoyado por una colaboración estrecha entre todos los actores del sistema».
Sin embargo, Constable-Maxwell advierte sobre los efectos de los posibles rebrotes: “Si hay una segunda ola de COVID-19, tenemos que construir sistemas más resilientes a este tipo de shocks. Es una pandemia ligada a problemas medioambientales, tiene que resolverse con un enfoque holístico, no solo reforzando los sistemas sanitarios”.
La inversión sostenible
Para analizar el camino de la inversión sostenible, los expertos han insistido en la importancia de echar la vista atrás y ver cómo, en pocos años, el concepto ha evolucionado. Primero se usaban criterios de exclusión y se trataba de mitigar los riesgos, sin embargo, ahora, se busca generar un impacto positivo.
A la hora de elegir en que invierten, los expertos de M&G siguen una tabla que les permite puntuar los activos y ver si son elegibles. Primero contemplan la inversión, donde analizan aspectos como su modelo de negocio o su liquidez. Después pasan a analizar la intención de la empresa, su misión o su cultura. “No queremos resolver un problema y crear otro a la vez”, advierten. Por último, analizan su impacto.
Según explica Veronique Chapplow: “Desde 2015, cada vez son más los inversores orientados al impacto que han integrado los ODS en sus estrategias de inversión, utilizándolos como marco intuitivo para orientar la asignación de capital hacia inversiones sostenibles y positivas para la sociedad. Con una década por delante, nuestra interpretación respecto a cuánto trabajo se necesita para alcanzar las metas en los diferentes sectores se centra específicamente en la inversión de impacto y el impulso de la industria para lograr los ODS. Dado el alcance y la amplitud de estos problemas globales, alcanzar los objetivos y sus metas subyacentes en diez años no será cosa fácil”.
Para los especialistas de Allianz Global Investors, Andreas Fruschki, director de Renta Variable Temática y Alina Donets, gestora de cartera: “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas reflejan un consenso mundial sobre los problemas ambientales y sociales más urgentes. Una nueva “cosecha” de inversiones desarrolladas en torno a los ODS está ayudando a los inversores a dirigir el capital hacia empresas con potencial de crecimiento, al tiempo que aborda los problemas más importantes a los que se enfrenta el planeta».
Asimismo, los expertos consideran que un mayor enfoque en los temas relacionados con la sostenibilidad está alimentando la demanda de los inversores en todo el mundo y ha llevado a un gran auge en las opciones de inversión sostenible, siendo las estrategias de inversión que buscan contribuir a los ODS cada vez más comunes.
En este sentido, defienden que la inversión en estos objetivos puede suponer una oportunidad para atraer a una nueva generación de inversores que esperan que sus inversiones generen un beneficio en el mundo real además de un retorno financiero. «El mantenerse centrado en objetivos a largo plazo mientras se gestiona una variedad de riesgos ayuda al rendimiento, especialmente en tiempos de volatilidad en los mercados», concluyen.