Los líderes europeos, ante la crisis sanitaria y la recesión más profunda desde la II Guerra Mundial, han creado un plan de rescate que supone un hito en la historia de la Unión Europea. Con el objetivo de responder a los estragos que ha causado el coronavirus, la Unión Europea ha creado un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros.
Este plan, además de encarnar la responsabilidad colectiva, según expresan Sabrina Kaniche, economista, y Supriya Menon, estratega multiactivos de Pictet AM, es “es ambiciosamente” verde, ya que prevé destinar más del 30% de los fondos a proyectos verdes. Las expertas consideran que la canalización de la inversión a sectores verdes orientados a tecnología puede revitalizar empresas de la nueva economía en Europa.
“Las empresas europeas ya están haciendo avances considerables en renovables, infraestructuras de ciudades inteligentes y eficiencia energética y, con la inversión pública y privada adicional, la región puede convertirse en líder mundial en estas y otras industrias medioambientales”, explican.
Asimismo, creen que si Europa logra una cultura corporativa más en sintonía con las necesidades del medio ambiente sus acciones pueden cotizar con una prima considerable. «Ya tienen mejores puntuaciones en factores medioambientales, sociales y de gobernanza, ASG, y un número creciente de estudios muestran que ello está correlacionado positivamente con la rentabilidad de las acciones», explican.
Europa y su contribución desproporcionada al calentamiento global
Según expone Menon, hay que tener en cuenta que la UE se ha comprometido a reducir para 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero, un 40% respecto a niveles de 1990. De esta forma, Bruselas, al fijar el objetivo, se comprometió con importantes inversiones en tecnología medioambiental y el Fondo de Recuperación es parte de la estrategia. Más del 30% se destinará a proyectos verdes, la mayor parte a sectores y tecnologías como: energías renovables, hidrógeno limpio, movilidad electrónica, tecnología de eficiencia energética y edificios sostenibles.
De hecho, viene respaldado de un sólido argumento ecológico. Según indica la experta, los estudios muestran que el impacto ambiental en la región es grande en relación con su población. Una auditoría de 2017, basada en el marco de Límites Planetarios, modelo que mide la huella ambiental de un país en nueve dimensiones, incluyendo uso de la tierra, emisiones de carbono y contaminación química, ya mostraba que Europa hace una contribución desproporcionada al calentamiento global y a la pérdida de hábitats naturales.
“El informe advierte de una brecha sustancial en la retórica europea sobre medio ambiente y su trayectoria. Así, el presupuesto máximo de emisión de carbono de la región para los próximos 80 años es 70 giga toneladas, 0,9/año. Pero las naciones europeas ya emiten cuatro anualmente y habrán sobrepasado el umbral mucho antes de 2040. Además, el historial de pérdida de hábitat es igualmente pobre en Europa. Siendo importador neto de productos agrícolas, es responsable de alrededor del 10% de la deforestación mundial”, explica Menom.
Además, según advierte, el ritmo de transformación ecológica puede aumentar. La Unión Europea, con su “New Deal” Verde, pretende crear más de 700.000 nuevos puestos de trabajo para 2030 con objetivos en energía, con prioridad por renovables (incluyendo hidrógeno limpio), redes eléctricas inteligentes, transporte -en particular la promoción de vehículos eléctricos- mejora de conexiones ferroviarias y transporte público urbano, desalentar el transporte aéreo para distancias de menos de 1.000 km, biodiversidad y protección y restauración de los entornos naturales.
260.000 millones de euros más para alcanzar el objetivo de 2030
Sin embargo, según la Comisión Europea, el bloque necesita 260.000 millones de euros adicionales al año en inversiones verdes para alcanzar su objetivo de 2030 de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Una cifra que, según Menon, se queda corta si la reducción es más ambiciosa. Actualmente, se discute una reducción del 50 a 55% respecto a 1990, para lo que harían falta al menos 300.000 millones.
“Así que es posible que la UE tenga que relajar más la fiscalidad de las inversiones públicas vinculadas a la adaptación y prevención del cambio climático. También debe fomentar la inversión privada a largo plazo como parte de las reformas del Plan de Acción de la UE sobre Finanzas Sostenibles”, sostiene la experta.
De momento, los permisos de emisión de carbono animan a las empresas invertir en tecnologías más limpias, pero desde Pictet AM consideran que los precios deben revisarse para que los incentivos sean mayores en todos los sectores. “Los correspondientes ingresos pueden utilizarse para seguir desarrollando una economía baja en carbono, con inversión pública en infraestructuras, financiación I+D e innovación. Además, las empresas que logren emisiones mucho más bajas que el estándar de su industria deben ser recompensadas con subvenciones, con el beneficio adicional de crear una ventaja competitiva para la industria europea en una economía global baja en carbono”, opinan.
Los efectos «positivos» del coronavirus en el medio ambiente
Si bien el virus nos ha cambiado de manera radical en cuanto a costumbres, algunos cambios tienen una repercusión positiva en cuestiones claves como la lucha contra el cambio climático, tal y como defiende Marie Lassegnore, gestora de crédito de La Française AM.
Según la Agencia Internacional de la Energía, se espera que la demanda mundial de energía disminuya en un 6% en 2020. Esto supondría siete veces la caída experimentada tras la crisis de 2008. «La menor demanda y la conciencia mundial sobre la contaminación atmosférica (y sus consecuencias para la salud) son dos factores que conducirán inevitablemente al final de la era del carbón», expone la experta.
Respecto al plan de recuperación de la UE, Lassegnore recuerda que las subvenciones se concederán para proyectos específicos y a condición de que las inversiones no socaven los objetivos climáticos y medioambientales establecidos en el Green Deal. «Se trata de una iniciativa muy positiva para el futuro despliegue de los activos verdes en Europa. Actualmente, el Green Deal representa alrededor del 25% del presupuesto de la UE, permitiendo la financiación de transportes limpios, la renovación de edificios y el desarrollo de energías renovables», concluye.