El teletrabajo ya es una realidad en España. Con la declaración por parte del Gobierno del estado de alarma para frenar el contagio del COVID-19, muchas empresas se han visto obligadas a implementar en tiempo récord esta modalidad de trabajo. En España, se trata de un modelo de poco común, de hecho, de acuerdo con datos del INE, sólo un 7% de trabajadores españoles teletrabajaba de manera ocasional antes del estadillo del virus.
Según la consultora de recursos humanos, Adecco, el último trimestre de 2019 cerró con casi un 8% de ocupados con teletrabajo, al menos de manera ocasional (el equivalente a 1,5 millones de personas), cuatro décimas más que en 2018. A pesar de este nuevo máximo histórico, España está lejos de la media europea en teletrabajo y muy por debajo de países como Finlandia, Luxemburgo o Países Bajos, con índices de trabajo a distancia que rondan el 15% de los ocupados. Pero ahora que el teletrabajo es una necesidad impuesta ¿pueder dar pie a que después de la crisis las empresas lo incluyan como una medida de flexibilización laboral?
“El teletrabajo puede ser implantado en empresas de cualquier tamaño y en múltiples sectores de actividad”
Para Sergio Balcells, Country Manager de Welcome to the Jungle, el hecho de que nos hayamos visto forzados a implementar el teletrabajo puede convertirse en una oportunidad para definir si se implementará únicamente durante la crisis, o a largo plazo. En este sentido, insiste que a pesar de que no se pueda afirmar que estamos preparados para el teletrabajo, porque depende de la estructura tecnológica de cada empresa, hay muchas realidades que lo hacen posible, como, por ejemplo, el despliegue de la fibra óptica o el cloud computing.
Según relata, con frecuencia, sobreentendemos que el teletrabajo solo es viable en empresas o puestos que tienen unas características muy delimitadas, como pueden ser grandes empresas ligadas al sector TIC o al sector servicios, o en aquellas actividades que pueden desarrollarse de forma totalmente autónoma. Sin embargo, Balcells inisiste en que la experiencia ha demostrado que el teletrabajo puede ser implantado en empresas de cualquier tamaño y en múltiples sectores de actividad.
Pero, por otro lado, recuerda que en el sector terciario, el cual es la principal fuente de riqueza del país, en la mayoría de los principales campos es imposible implantar el teletrabajo. “Compone el 67,7% del PIB y el 76% de los empleos de población activa. El turismo lidera este sector, sin embargo, es uno de los que más se resentirá con el COVID-19, ya que se basa en el trato personal y, por tanto, no da opción a teletrabajar. Lo mismo podemos decir de la construcción, los transportistas, conductores de metro y autobús, repartidores y cualquier otro puesto que exija un contacto personal directo”.
El teletrabajo aumenta la concentración y la productividad
Para Sergio Balcells, si se aplica de forma correcta, en el teletrabajo podemos encontrar más efectos positivos que negativos. “Ya hay ciertos estudios que respaldan los beneficios del teletrabajo. Según la UOC, el 76% de los españoles que práctica el teletrabajo cree que es más productivo cuando trabaja desde casa. Además, algo es seguro, trabajar en el entorno doméstico hace que tengamos menos distracciones, lo cual se traduce en mayor concentración y productividad, según lo indica un estudio de la Universidad de Murcia”, explica.
Para la empresas las ventajas son numerosas. “Podemos encontrar el aumento de la productividad, la disminución del absentismo laboral, la reducción de costes por ahorro de espacio físico en la oficina, las facilidades de contratación independientemente del lugar de residencia o la racionalización del trabajo a través de objetivos”, explica.
Por el otro lado, según detalla, el empleado también se ve beneficiado por muchos motivos como pueden ser la mayor conciliación laboral, la flexibilidad horaria, un ambiente sin interrupciones, la elección del entorno de trabajo, el ahorro en tiempo y los costes de desplazamiento, así como de vestuario y manutención. “Además, también contribuye al medio ambiente, a causa de la reducción de emisiones de gases contaminantes en la atmósfera”, añade.
En este sentido, el experto recomienda seguir una serie de pautas para un teletrabajo efectivo. La primera de ellas es asegurarse de que haya una buena conectividad: una óptima señal de wifi y herramientas de comunicación (skype, slack, zoom u otras). Asimismo, considera vital definir un espacio de trabajo fijo. “En la medida de lo posible, aislado -no zonas comunes como la sala, cocina, comedor- e iluminado. Es importante mantener la buena presencia en las reuniones, aunque sean en remoto”, apunta.
Otra de las recomendaciones es establecer horarios de trabajo siempre pensando en las responsabilidades propias y hacia el equipo. Por último, realizar rutinas correspondientes a una jornada laboral. “Algunas básicas como quitarse el pijama, ducharse o hacer cierta actividad física y de comunicación como establecer la primera hora de la mañana para llamadas y videoconferencias. En esta situación de reclusión, trabajar y socializar a la vez es más importante que nunca”, señala.
El teletrabajo y la ciberseguridad de las empresas
Los ciberataques constituyen uno de los principales enemigos de las empresas españolas, desde pymes a grandes corporaciones. Sólo en 2018, España registró más de 110.600 ataques, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Ciberseguridad. Por ello, los expertos de KeepCoding – centro de formación de alto rendimiento en programación y tecnología-, apuntan los aspectos claves a tener en cuenta para garantizar la seguridad durante estas semanas en las que gran parte de la población trabajará en remoto.
En este sentido, recomiendan conectarse siempre desde una conexión de internet privada, que las empresas proporcionen los equipos adaptados con protocolos de seguridad durante el teletrabajo y definir bien el acceso a la información de la empresa que tiene cada empleado. Asimismo, consideran de vital importancia que, para acceder a los equipos en control remoto, haya un control de identificación, como usuario y contraseña, proporcionados por la empresa, o uso de firmas digitales.