El gasto que conlleva el envejecimiento de la población aumentará la deuda y las necesidades de financiación de muchas economías avanzadas en las próximas décadas. Así lo ha concluido el último informe de Moody’s Investors Service. Al mismo tiempo que, a largo plazo, la reducción de la mano de obra y la disminución de los flujos de ahorro de los hogares restringirá la financiación de los gobiernos. Según detallan desde la entidad, estas dos presiones dejan como posibles ajustes la consolidación fiscal, tipos de interés más elevados y/o el aumento de la deuda pública en los bancos centrales.
«Aunque los bancos centrales pueden intervenir para mantener los tipos de interés, esto podría presentar retos relacionados con al diseño y la eficacia de la política monetaria», añade Christian Fang, vicepresidente adjunto y analista de Moody’s.
El informe de Moody’s abarca Alemania, Austria, Bélgica, Corea, España, Grecia, Italia, Japón, Países Bajos, Polonia, Portugal y Suiza. Estos países no sólo son los que envejecen más rápidamente a nivel mundial, sino que las simulaciones de Moody’s sugieren que sus saldos fiscales -a falta de contramedidas- se deteriorarán significativamente para 2040, y todos, excepto Alemania, podrían registrar un déficit fiscal.
En las simulaciones de Moody’s, Grecia e Italia se enfrentan a los mayores déficits de financiación de alrededor del 15% del PIB para 2040. Las brechas de financiación en Japón y Portugal también serían considerables, superando el 5% del PIB para 2040, y se abrirían brechas de financiación modestas en Austria y España. En concreto el informe localiza tres aspectos clave:
Aumento del déficit de financiación para los gobiernos
Según el informe: “La disminución del ahorro de los hogares, en medio del aumento de las necesidades de préstamos, significará un aumento del déficit de financiación para los gobiernos con poblaciones que envejecen”. A corto y medio plazo, las tasas de ahorro de los hogares pueden aumentar en previsión de una mayor duración de la jubilación. Sin embargo, a más largo plazo, los datos indican que es probable que el envejecimiento de la población reduzca las tasas de ahorro de los hogares en la medida en que la proporción de jubilados con respecto a la que está en edad de trabajar aumenta.
“Combinando nuestras simulaciones de las crecientes necesidades de financiación relacionadas con el envejecimiento y la disminución del ahorro de los hogares, creemos que se abrirán nuevos o más amplios déficits de financiación para muchas economías avanzadas en ausencia de medidas para contrarrestar estas tendencias. Para algunas, estas brechas pueden incluso alcanzar o superar el 15% del PIB en 2040”, indica el estudio.
Aumento del coste de los préstamos
“La competencia por la reducción de los ahorros puede aumentar los costes de los préstamos y debilitar la asequibilidad de la deuda”, expresa el documento. La disminución del ahorro mundial debido al envejecimiento puede hacer que los tipos de interés suban con el tiempo, suponiendo que no haya cambios en las tasas de inversión.
Con la posible excepción de las monedas de reserva, los ahorradores extranjeros también pueden exigir mayores primas de riesgo, en particular a los gobiernos cuya capacidad para atraer una financiación externa estable no ha sido puesta a prueba. Los costes de financiación deberían aumentar durante un período sostenido, para algunos gobiernos, la asequibilidad de la deuda se debilitará, mientras que el riesgo de liquidez aumentará a partir de niveles actualmente muy bajos.
Aumento de la deuda de los bancos centrales
Según desprende el informe: «Los bancos centrales pueden aumentar su deuda pública de manera considerable y duradera”. Lo harán, en parte, para cumplir los objetivos de la política monetaria. “Las tenencias de deuda pública por parte de los bancos centrales pueden aumentar a lo largo de varios ciclos económicos. Si bien esto puede mantener a raya los tipos de interés, plantearía problemas relacionados con el diseño y la eficacia de la política monetaria”, apuntan.
En particular, los bancos centrales pueden tener cada vez más dificultades para calibrar la política en un entorno en el que los tipos de interés llegan a un límite inferior con mayor frecuencia; el crecimiento y la inflación siguen siendo relativamente bajos incluso en el punto máximo del ciclo (lo que impide que se deshagan sustancialmente las compras de bonos del estado efectuadas en el pasado en el marco de la relajación monetaria) y la menor capacidad de los ahorradores nacionales para satisfacer las necesidades de financiación. Todos estos aspectos aumentarán el riesgo de un incremento de los costes de financiación del gobierno, al menos para los que experimentarán un envejecimiento poblacional más acusado.