Hasta 1969 las mujeres no se podían presentar a las oposiciones para ser agentes de cambio y bolsa, en 1971 Mª Àngels Vallvé fue la primera en lograrlo. Fue precisamente en los 70, cuando la mujer consiguió dar grandes pasos en lo que respecta a su inclusión laboral en el sector financiero. En 1973 la bolsa de Londres, cuyo origen se remonta a 1570, por primera vez permitió operar a una mujer. Pero estos logros no son cosas del siglo pasado, hoy en día, la mujer sigue teniendo que romper barreras. Por ejemplo, Stacey Cunningham fue, en 2018, la primera mujer en dirigir la bolsa de Nueva York en sus dos siglos de historia.
Con el objetivo de repasar estos avances en la inclusión de la mujer y cómo ha evolucionado su papel en el sector financiero, investing.com ha reunido a tres profesionales en una jornada que recibía el nombre de “La mujer en la bolsa: ¿Evolución o estancamiento?» Miriam Sánchez, directora de Just for Trade Fx; Gisela Turazzini, fundadora y directora general de Blackbird Bank, y María Gómez, directora de comunicación de Aena, fueron las profesionales elegidas.
En general, las tres coincidieron en que, aunque aún queda mucho camino por delante, las mujeres van poco a poco dando pasos firmes para ser consideradas iguales que sus compañeros masculinos, tanto en la bolsa en particular como en el ámbito laboral en general.
Para María González, en estos últimos años ha habido un salto hacia la igualdad enorme: “Por fin la mujer ha ocupado el espacio que debe ocupar”. Sin embargo, recuerda que llevamos tantos siglos de retraso que va a costar llegar a la meta de la igualdad. “Aún existen estereotipos que hacen que nuestro trabajo se cuestione continuamente”, añade.
¿El mundo del dinero llama más a los hombres?
Según señalan las expertas, el movimiento feminista y la concienciación han sido claves en el avance de la mujer, sin embargo, hay techos que costará más atravesar. Todas coinciden en que la carencia de referentes y líderes frena al resto de mujeres a perseguir este tipo de carreras profesionales. Asimismo, esa carencia, según relata Gómez, “hace que a muchos hombres aún les cueste asumir la autoridad de una mujer, en ocasiones incluso más jóvenes que ellos”.
Por su parte, Miriam Sánchez, enfocándose en el ámbito financiero, recuerda que aún la palabra finanzas está fuertemente unida al mundo masculino. “De esta forma muchas mujeres dejan de mostrar interés, creen que no es para ellas”, apunta. En este sentido, la directora de Just For Trade, reivindica el papel de la educación: “Hay que fomentar la educación financiera y acercar este mundo a las mujeres para que sepan que ellas también son capaces”.
Según observa Turazzini, el mundo del dinero, por lo general, llama más a los hombres. Para acabar con estos vestigios de culturas más arcaicas que aún perduran, la economista coincide con sus compañeras en que visibilizar que hay mujeres que ejercen estas profesiones es la clave. “Hay que incentivar a que las mujeres lo conozcan, entonces, estoy segura de que les atraerá tanto como a los hombres”, añade.
Las cuotas: ¿A favor o en contra?
El sistema de cuotas suscita un intenso debate entre las mujeres, ellas quieren llegar a través de la meritocracia, no porque una ley lo diga, pero lo cierto es que muchas veces el machismo tapa el talento femenino y entonces, la meritocracia no funciona. Para María Gómez, las cuotas son “imprescindibles”. “Veníamos de siglos de discriminación, y gracias a estos mecanismos la desigualdad se está corrigiendo mucho más rápido. Lo ideal sería que dentro de unos años ya no se tenga que hacer”, indica.
Por otro lado, Turazzini no está tan convencida de este mecanismo, aunque reconoce su utilidad señala que “resulta injusto para las mujeres que hemos abierto el camino ver mujeres que no tienen el nivel suficiente”. Una vez más, apela a la educación como principal motor de igualdad.
“Si ellos nunca se bajan del tren por tener hijos, ¿cómo no va a haber diferencias?”
Algo que sigue afectando a las carreras de las mujeres es la maternidad. Un hecho tan natural como tener un hijo sigue dejando una huella imborrable en la trayectoria profesional de una mujer. María Gómez cree que la pausa profesional que la mujer se toma cuando es madre es “legítima y necesaria”, pero es mayor que la que se toma un hombre cuando es padre.
“Si ellos nunca se bajan del tren por tener hijos, ¿cómo no va a haber diferencias?” Para responder a esta pregunta, Gómez señala que si la situación es idéntica para ambos no existirá la discriminación. «Cuando una mujer está creciendo profesionalmente, por pura biología, coincide con la etapa en la que se plantea ser madre. Es un reto para las empresas saber gestionar bien esto, y creo que vamos por el buen camino”, añade.
En este punto, Gisela Turazzini mantiene una opinión diferente: “Yo no puedo ser madre. Soy autónoma, porque por mi tipo de trabajo la ley me obliga a serlo. Y, con los horarios y el volumen de trabajo que tengo, es imposible que me lo plantee”. Por su parte, Miriam Sánchez recordó la falta de igualdad que sigue existiendo en los procesos de selección. “No es normal que cuando una mujer busca trabajo, se enfrente a preguntas del tipo de si quiere ser madre, o si está casada… Preguntas que nunca se las harían a un hombre”, concluye.
“El machismo parte de una mala educación sociocultural”
Para Turazzini, quien comparte con sus compañeras experiencias de machismos envueltas en comentarios desafortunados, prejuicios y cuestionamientos por el hecho de ser mujeres, “el machismo parte de la educación sociocultural que uno tenga. La base del problema está en la educación que recibimos».
Para María Gómez, uno de los mayores problemas reside en lo que denomina el “machismo sibilino”. “Hay determinados comportamientos y comentarios machistas que sabes que no son intencionados, y sin embargo los dejas pasar por esa razón. Ese tipo de machismo, el que está arraigado en la cultura, es el más difícil de combatir”, apunta.
Respecto a los ataques directos, las ponentes han coincidido en que lo mejor es no tenerlos en cuenta. En este sentido, la prensa online y las redes sociales también han jugado un papel clave para que las mujeres puedan dar a conocer sus trabajos, pero como siempre, el mundo digital es un arma de doble filo. Según relatan, el anonimato que concede internet lleva a muchos usuarios a dar rienda suelta a comentarios despectivos impregnados de machismo. “Los comentarios negativos, aunque sean la minoría, resuenan más. Siempre intento obviarlos”, añade Sánchez. Para Turazzini, la mejor respuesta es, como ella indica, “blindarlos”. “Omitirlos hace que se cansen, al final paran”, concluye.