El empleo tal y como lo conocemos va a cambiar de manera radical y los avances tecnológicos y las nuevas herramientas digitales tendrán mucho que ver. Según han señalado los expertos de KPMG en su informe “2030- claves para la nueva década”, en los próximos años se espera que emerjan modelos disruptivos no solo relacionados con la fuerza laboral, sino también con la organización del trabajo, el talento, el aprendizaje o incluso el contexto legislativo.
Se prevé que muchas de las posiciones vigentes desparezcan, al mismo tiempo que surgirán otras promovidas, principalmente, por la automatización de tareas o la inteligencia artificial.
Para minimizar la resistencia al cambio, las empresas “han de analizar cómo la tecnología va a impactar en los puestos de trabajo y entender que esto abre un abanico de oportunidades para los empleados relacionadas con el aprendizaje de nuevas habilidades que enriquecerán su desarrollo profesional y mejorará la productividad. Es crítico gestionar el cambio y acompañar a las personas durante ese proceso de transición, comunicando, formando y sensibilizando a los empleados para que sean capaces de percibirla como una oportunidad y no como una amenaza”, apunta Cristina Hebrero, directora de People & Change de KPMG.
A pesar de que veremos como muchas funciones y tareas tradicionales se transforman, estas no van a tener que ser desempeñadas solo por las nuevas generaciones. “Es fundamental que las empresas comprendan qué conocimientos y habilidades necesitarán en los próximos años y promuevan una cultura abierta al cambio para que todas las personas puedan empezar ya a adoptar las nuevas formas de trabajo”, aclara Hebrero.
Según el Global CEO Outlook, el 40% de los CEOs españoles contempla formar a más de la mitad de su plantilla en capacidades digitales a lo largo de los próximos tres años. De hecho, seis de cada diez han expresado que tienen dificultades para encontrar los trabajadores que se necesitan. “Los nuevos puestos de trabajo, en general, traerán consigo exigencias formativas, que obligan no solo a la generación de nuevas titulaciones y de una preparación específica para aquellos que quieran incorporarse al mercado de trabajo, sino también a un proceso de formación continua para aquellos que ya están en el mercado de trabajo”, afirma Javier Hervás, socio responsable del Área Laboral de KPMG Abogados.
Desarrollo de habilidades transferibles
La mayoría se pregunta cuál será el papel que les tocará desempeñar en este nuevo entorno. Elsa Punset, psicóloga y divulgadora experta en la aplicación de la inteligencia emocional como herramienta para el cambio, lo considera natural. “Nos da miedo que la inteligencia artificial acabe reemplazándonos porque va a hacer muchas cosas mejor que nosotros, por lo que nuestro papel será el de sumar nuestra humanidad a la IA”, sostiene Elsa Punset.
Para explicar cómo se debe afrontar este cambio inevitable, la psicóloga menciona las ’habilidades transferibles’. “Es más fácil entender una habilidad tangible, como puede ser diseñar una página web o programar, porque se aprenden y sirven en un entorno muy específico. Cuando hablamos de transferibles me refiero a habilidades creativas, de comunicación o de resolución de problemas, que permitirán a las personas adaptarse a esa evolución”.
Nuevas prioridades y demandas de los empleados
La transformación también está derivando en una nueva manera de entender el trabajo y las relaciones laborales. En un mercado digitalizado y global, lo que diferenciará a unas empresas de otras será la experiencia que sean capaces de proporcionar a los demás.
Jordi García Viña, director en el área Laboral de KPMG Abogados, subraya que los trabajadores en el futuro “van a estar más interesados en un aprendizaje permanente, ya que entienden que la adquisición de capacidades, la presencia en los medios sociales, la capacidad de networking, la adaptación al mercado y la mejora continuada, son clave para garantizar su empleabilidad y permanencia en el mercado laboral”. Ahora bien, añade, esta necesidad “no suele coincidir con la denominada educación formal que existe en la actualidad en los centros de formación, especialmente en el ámbito de la formación profesional o de la universidad”.
Además, los nuevos trabajadores “ya no estarán tan interesados en desarrollar una única carrera en una sola empresa”, agrega García Viña, “sino que preferirán desplegar diferentes carreras en diversas empresas, que le permitirá un desarrollo personal y profesional más rico”.
La flexibilización será asimismo un camino inevitable para que el empleado pueda organizar su rutina. “La idea de conciliación de la vida familiar y laboral se va a diluir debido a la desaparición de las claras fronteras entre ambos momentos y el ejercicio simultáneo de ambas opciones”, destaca García Viña. Esto va a generar también una relación menos estable y fiel entre empleados y empresas que sin duda supone un nuevo reto para las áreas de recursos humanos.
“La vieja cultura de lealtad que ha caracterizado la relación de trabajo durante años va a dar paso a una cultura más distante, más recíproca y limitada en el tiempo”, expone el director del Área Laboral de KPMG Abogados.
La colaboración y la permanencia se darán mientras existan intereses comunes que beneficien a las dos partes. “En esta situación, no bastará con el salario y los denominados beneficios sociales, ya que el trabajador va a reclamar intangibles que colmen sus expectativas, tanto desde un punto de vista profesional como personal, por lo que las empresas van a tener que establecen programas en doble dirección para poder retener el mejor talento”, concluye García Viña.