A lo largo de la historia económica muchas mujeres han desempeñado papeles clave que, sin embargo, han quedado en la sombra de los trabajos de sus maridos, padres o compañeros. Recordar a esas mujeres es la intención del trabajo de la Universidad de Sevilla, impulsado por Joaquina Laffarga, profesora del departamento de Contabilidad y Economía, “La economía no es solo de hombres”, un documento que recoge las biografías de 15 economistas que vivieron desde el siglo XVIII hasta la actualidad y realizaron grandes aportaciones a las ciencias económicas.
Entre ellas se encuentra Beatrice Potter (1858-1943), que ha pasado tímidamente a formar parte de la historia como la cofundadora de una de las escuelas de economía más prestigiosas del mundo: la London School of Economics.
Potter nación en el seno de una familia acomodada, su padre era empresario y su madre una mujer con mucha formación e inquietudes intelectuales que, según relata Joaquina Laffarga en su semblanza, tuvo que abandonar al contraer matrimonio, tal y como hacían la mayoría de las mujeres de la época. De esta forma, Potter se crió en un hogar rodeado de ciencia, filosofía y matemáticas, que, además, a menudo era visitado por los intelectuales de la época. “Estas reuniones en casa de los Potter dieron la oportunidad a Beatrice de participar en conversaciones que sirvieron sin ninguna duda de gran influencia en su formación y en su interés por la investigación social”, explica Laffarga.
Para la experta hay tres hitos que marcaron la vida de Potter: el primero es que, al contrario de las jóvenes de su época, trabajó durante varios años en las empresas de su padre lo que le sirvió para conocer ese mundo. El segundo, el interés por la reforma social y el corporativismo que desarrollará posteriormente. El tercero, los viajes que realizó por la Europa Continental que contribuyeron a que forjarse una mentalidad mucho más abierta.
“Las anteriores circunstancias, junto con sus actividades de ayuda a los pobres de Londres, hacen que Beatrice se dé cuenta que la caridad que se practicaba en aquella época no era suficiente para mejorar las condiciones de vida de la población y que la solución había que buscarla en el incremento de la educación, la mejora en las condiciones de la vivienda y de la sanidad de las clases más bajas”, apunta Laffarga. “Quiero pensar que es en esta época donde comienza a desarrollar su espíritu investigador y su preocupación por la educación”, añade.
Persiguiendo la resolución de estos problemas, Potter colaboró en numerosas investigaciones sobre las condiciones de la clase trabajadora, el corporativismo y la economía política. Esto le hizo ponerse en contacto con el que sería su futuro marido, Sidney Webb, uno de los líderes de la Sociedad Fabiana (socialistas, aunque no marxistas, que creían que el socialismo no llegaría por una revolución, si no por una evolución en la que poco a poco el estado tendría mayor papel en la economía para evitar los abusos de los capitalistas burgueses). Webb era funcionario en la Colonial Office, formado en el City of London College y en Suiza y Alemania donde se especializó en Política Económica y Derecho. Después de su matrimonio (1892), Sidney y Beatrice deciden dedicarse totalmente a la investigación. En esta época iniciaron su producción científica retomando los estudios que ya había realizado Beatrice cuando era soltera: estudios sobre el sindicalismo, sobre el gobierno local y sobre el fenómeno de la pobreza.
Su obra más destacada fueron los siete volúmenes del “Gobierno Local Inglés” que se elaboró como consecuencia de un largo viaje de investigación que realizó el matrimonio en 1896, con escalas en Norte América, Australia y Nueva Zelanda para estudiar cómo era la organización local en esos territorios. Por otro lado, según destaca la experta, Beatrice también publica en solitario diferentes trabajos ente los que cabe destacar: “Los salarios de hombres y mujeres: ¿deberían ser iguales?” publicado en 1919 y en el que se ponía de manifiesto la desigualdad entre hombres y mujeres.
Sin embargo, a pesar de su extensa obra, es la fundación de la prestigiosa London School of Economics (LSE) la que es considerada su aportación más importante a la economía. La LSE fue fundada por los Webb junto con Grahan Wallas, gracias a una importante suma de dinero que en 1894 legó a la sociedad Fabiana Henry Hutchinson. “Beatrice y Sidney propusieron que ese dinero de dedicase a crear un nuevo centro en Londres donde la economía fuese considerada como una disciplina autónoma y no como una materia que se impartía dentro de las facultades de humanidades, además de una escuela de estudios comerciales”, explica Laffarga.
Las primeras clases se impartieron en 1895 y en 1900 fue reconocida como facultad de economía en la Universidad de Londres que se acababa de crear. Los títulos impartidos en la LSE fueron los primeros títulos universitarios fundamentalmente dedicados a las ciencias sociales.