A pesar de que aún muchos relacionen Wall Street con hombres trajeados, lo cierto es que las mujeres ya pisaron el parqué hace mucho tiempo e Irene Bergman fue una de las primeras en hacerlo. El icono femenino más famoso de la industria financiera estadounidense comenzó su relación con el mundo de las finanzas en 1942 y no la finalizó hasta el día de su muerte con 101 años, en octubre de 2016.
Bergman se crió en Berlín, pero debido a la ocupación nazi se vio obligada a emigrar con su familia a Estados Unidos, pasando antes por Holanda. Las autoridades nazis congelaron las cuentas de su familia, razón por la que perdieron su fortuna, un hecho que marcó para siempre su estilo de inversión.
Su padre trabajaba en la bolsa de Berlín, y fue allí, deseosa de seguir sus pasos, donde comenzó a soñar con ser la primera mujer banquera. A la edad de 15 empezó a trabajar como secretaria en un banco y cinco años después ya había dado su pistoletazo de salida en el mundo de las finanzas. Comenzó a trabajar como bróker en la firma Loeb, Rhoades & Co., para después incorporarse en Hallgarten & Co. y finalmente, en 1973, encontrar la que sería la empresa de su vida, Stralem Co.
“Las mujeres en Wall Street no eran muy populares y aquí sí sentí que fuera una más, por eso me quedé”
Bergman, conocida por ser la mujer que más ha trabajado en Wall Street, permaneció en Stralem Co. hasta el fin de sus días, compañía en la que, como vicepresidenta sénior, ayudó a supervisar cerca de 1.000 millones de dólares. “Las mujeres en Wall Street no eran muy populares y aquí sí sentí que fuera una más, por eso me quedé”, dijo la propia Bergman.
En una de sus últimas entrevistas, concedida a Bloomberg, Bergman se definió como “una inversora super conservadora” y explicó que sus clientes son “de larga duración”. “Han crecido conmigo”, apuntó Bergman. En esa misma entrevista confesó que solo se arrepentía de una cosa, no haber sido trader. “Nunca nadie me ofreció un trabajo, era una mujer”.