La población mundial puede alcanzar los 9.200 millones en 2050, con los mayores de 60 años llegando a sumar 2.000 millones. Para entonces, sólo en Europa puede haber más de 200 millones de personas mayores de 65 años, siendo este el grupo de edad que utiliza más medicamentos. Según los Centros para Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., en 2020 el 50% de la población mundial consumirá más de una dosis de medicamento al día. A ello se añade que las clases medias en países emergentes adoptan pautas de consumo similares a las occidentales y ocho de cada diez casos de diabetes en el mundo se dan en estos países.
Sin embargo, los factores de crecimiento en las industrias de la salud están cambiando. En concreto la tecnología está transformando nuestro mundo y la salud no es una excepción.
Por ejemplo, las previsiones indican que el mercado de tecnologías de la información en la salud se duplicará con creces los próximos años, hasta los 390.000 millones de dólares en 2024, siento el ritmo de aumento en el volumen de datos todavía mayor.
La revolución del big data en la sanidad
La disponibilidad de secuenciación del genoma asequible ya impulsa iniciativas para secuenciar poblaciones enteras y encontrar los genes causantes de las enfermedades. Algo de lo que el sector biotecnológico se beneficia especialmente gracias al enorme crecimiento de datos médicos, en donde el big data y aprendizaje automático se aplican cada vez más. Así que la terapia génica ya se utiliza en gran medida, siendo una nueva forma de curar, que permite transferir un gen de un virus a la célula del paciente. Además las empresas biotecnológicas trabajan duro para desarrollar medicamentos contra el cáncer.
Las principales empresas de tecnologías de la información en el sector están relacionadas con los seguros de salud, como United Health. Para ellas los datos son fundamentales a fin de gestionar costes y mejorar los resultados de sus beneficiarios. Facilitan identificar grupos de alto riesgo y realizar controles médicos profilácticos de los pacientes, lo que ahorra costes y salva vidas.
Además los datos pueden resultar muy útiles en la prevención de reacciones adversas a los medicamentos –la cuarta causa principal de muerte en EE.UU. y Canadá tras patologías cardíacas, cáncer y derrames cerebrales-. Los algoritmos de aplicaciones informáticas, como los desarrollados por Tabula Rasa HealthCare, con sede en Nueva Jersey, ayudan a predecir cómo reaccionarán los pacientes a los fármacos y cómo interactuarán entre sí diferentes medicamentos al mismo tiempo. Los médicos pueden utilizar esa información para ajustar la dosis y reducir efectos secundarios o bien recetar medicamentos completamente diferentes.
Llevar una vida más sana, una tendencia en alza
Pero el papel de la tecnología en la salud no se limita a la atención médica. Otras empresas innovadoras facilitan a las personas llevar una vida más sana, una demanda que se incrementa con la riqueza. Empresas como Sleep Number, fabricante de camas inteligentes, forman parte de ese mercado. Hay que tener en cuenta que la falta de sueño está relacionada con problemas de salud física y mental y muchas personas no duermen lo suficiente y lo poco que duermen es con sueño de mala calidad. Pero estas camas, vinculadas a teléfonos inteligentes, incluyen ajustes automáticos cuando se cambia de posición y calientan los pies para facilitar el sueño más rápidamente. Incluso incorporan una función para evitar ronquidos mediante el levantamiento de la parte superior del cuerpo de manera lenta y suave, lo que facilita descongestionar las vías respiratorias.
Además los alimentos de buena calidad ricos en nutrientes son también ingredientes esenciales de buena salud y a medida que aumenta la preocupación por la obesidad, los consumidores se vuelven más exigentes al respecto. Es una tendencia importante para el sector biotecnológico, a la espera de la píldora que ayude a las personas a reducir sobrepeso.
En cualquier caso hay que ser aún más selectivos. Antes de invertir en las empresas más innovadoras hay que preguntarse: ¿para qué enfermedad se desarrolla un medicamento? ¿cómo funciona? ¿tiene mucha competencia? y finalmente, ¿es asequible para los pacientes? Cuanto mayor sea esta puntuación, más probable es que invirtamos.