La economía española está registrando progresos en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, reducción de la intensidad energética y aumento de la generación de fuentes renovables. No obstante, tiene varias características que la colocan entre las economías de mayor exposición al impacto del cambio climático en Europa. Son necesarios por tanto progresos más rápidos, en la línea de las acciones que viene planteando la Unión Europea para que se acelere la transformación en curso hacia una economía baja en carbono.
En la Unión Europea, cuyo parlamento ha declarado simbólicamente la emergencia climática, los datos de emisiones de gases de efecto invernadero por país y sector son en general los esperables en función de la estructura sectorial de la economía de cada país y de su latitud geográfica. No obstante, hay particularidades reseñables y algunas sorpresas:
El suministro de energía es particularmente contaminante en Alemania, tanto en volumen como en emisiones relativas del sector respecto al total del país. También las economías del este, con un marcado perfil industrial y altamente integradas en las cadenas de valor alemanas, cuentan con sectores energéticos muy contaminantes. En el caso francés, su mix energético con alta presencia nuclear hace que el sector energético emita poco, mientras que destacan negativamente el sector agrícola y el transporte privado.
Por su parte, el Reino Unido ha hecho un fuerte esfuerzo por reducir sus emisiones en los últimos años, pero su insularidad hace que el transporte aéreo siga siendo una parte importante de las emisiones. También destacan negativamente las emisiones por climatización de los hogares.
Destaca la eficiencia energética sueca, sobre todo por lo poco que contribuye la climatización de los hogares en un país nórdico.
El caso español
En el caso español, es notorio que pese al escaso peso relativo de su manufactura (apenas un 12,1%, comparado con el 23,1% de Alemania o el 14,8% de Suecia) esta es responsable de un porcentaje mayor de las emisiones de gases contaminantes del país que en estos países. También destaca negativamente la alta contribución del transporte privado. Las altas temperaturas del país hacen, por el lado contrario, que la contaminación producida para la climatización de los hogares no sea particularmente elevada.
Asimismo, al igual que el resto de Europa, España ha mejorado su intensidad energética. Pero además de utilizar menos energía por unidad de PIB, el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones requiere aumentar el peso de las fuentes renovables en la generación de energía. La penetración que tiene la energía renovable en el consumo total en España está en la media de la U,E., el porcentaje español es ligeramente superior al de Francia y Alemania, aunque algo menor que el de Italia y muy lejos del registro de Suecia, que se sitúa por encima del 50%.
España, la principal víctima del cambio climático
Para España es esencial que la U.E. acelere sus esfuerzos en materia de transformación hacia una economía baja en carbono. Según los informes que elabora el Joint Research Center de la Comisión Europea sobre el impacto climático en la Unión Europea, el área del sur de Europa es el que sufriría un impacto más acusado del cambio climático.
Los canales serían los siguientes: una mayor exposición al aumento de las temperaturas y las alteraciones asociadas, gran extensión de costa, con particular atención al Mediterráneo, donde los efectos de aumento del nivel del mar y perturbación en la biodiversidad se espera que sean más elevados. También se espera un aumento de la escasez de agua, algo que afectaría diferencialmente a nuestro país. El coste económico en términos de impacto sobre la producción agrícola y la generación de energía hidroeléctrica sería considerable y más elevado que los costes registrados en episodios anteriores de sequía severa.
Por el contrario, España tiene una ventaja comparativa en términos de recursos renovables (radiación solar), que deberían explotarse para facilitar la adaptación.