España amanecía este lunes con una noticia sorprendente e inesperada: la abdicación del Rey Juan Carlos I, al frente de la Monarquía española durante casi cuatro décadas. Es el tercer monarca europeo que abdica en los últimos años, después de que recientemente hicieran lo mismo Beatriz de Holanda y Alberto II de Bélgica.
El Rey comunicaba esta mañana por escrito al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la decisión, tomada en su 76 cumpleaños el pasado 5 de enero, según explicó el propio Rey en un comunicado dirigido a la nación unas horas después de conocerse la noticia. El presidente era el que daba la noticia en una comunicación institucional celebrada en el Palacio de la Moncloa en torno a las 10.30 horas. El monarca había mandado una carta al presidente en la que comunicaba su decisión: “A los efectos constitucionales procedentes, adjunto el escrito que leo, firmo y entrego al señor presidente del Gobierno en este acto, mediante el cual le comunico mi decisión de abdicar la corona de España», decía literalmente.
El Rey se dirigió unas horas después a los españoles, a través de un comunicado grabado y difundido por radio y televisión (puede ver el vídeo completo en el adjunto). En él explicó las razones por las que ha abdicado del trono: el deseo de dar paso a nueva generación en un momento en el que España se encuentra inmersa en un proceso de cambios tras la crisis económica. “La crisis ha provocado cicatrices en el tejido social español pero también ha señalado un camino de futuro ligado a la esperanza. En estos años hemos podido hacer autocrítica de nuestros errores y limitaciones pero también tomar conciencia de lo que sabemos hacer y de lo que somos». En este impulso de renovación, superación, de corregir errores y dar paso a un camino mejor, «las nuevas generaciones reclaman un papel protagonista”, dijo en su intervención, añadiendo que esas generaciones merecen pasar a primer plano para liderar el momento de cambio y renovación que necesita España. “Las generaciones más jóvenes tienen la energía para llevar a cabo las reformas que pide la ciudadanía para afrontar los desafíos del mañana”.
Con esta explicación, el Rey descartaba que su decisión se debiera a problemas de salud o una imagen deteriorada por escándalos del pasado. Aunque sin hacer mención a los resultados de últimas elecciones europeas, con el auge importante de partidos políticos alternativos a los dos mayoritarios -como Izquierda Unida, UPyD y Podemos- y que llevaron a la dimisión del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, esta decisión se suma a los procesos que podrían llevar a una regeneración de las instituciones democráticas del país.
El proceso sucesorio
Tras la abdicación, ahora se activan los mecanismos para la sucesión en el heredero, don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, que reinaría bajo el nombre de Felipe VI. “Mi hijo Felipe encarna la estabilidad necesaria que ha sido la seña de identidad de la institución monárquica”, señaló Juan Carlos I, haciendo hincapié en su buena preparación, su experiencia y la necesidad de impulso por parte de las nuevas generaciones; indicó también que Felipe “contará con el apoyo de la princesa Letizia”.
Pero el debate está abierto: algunas voces hablan de la necesidad de un referéndum que permita a los españoles decidir sobre el futuro de la Monarquía o el establecimiento de una República –algunos partidos ya han anunciado que sus diputados en el Congreso votarán en contra de la ley orgánica necesaria para la sucesión-, teniendo en cuenta que la ciudadanía es “juancarlista” y no tanto monárquica. Pero otras voces ratifican su apoyo al actual príncipe, que tendrá que ser ratificado en las cámaras (Congreso y Senado) por una amplia mayoría y tras un Consejo Extraordinario de Ministros. El presidente del Gobierno mostraba su deseo de que las Cortes aprueben en breve la sucesión en la persona del heredero, don Felipe de Borbón: “Espero que sea una prueba de la madurez de nuestra democracia”, decía al dar la noticia a primera hora de la mañana.
Haciendo balance del cambio en España
En su comunicado, el Rey indicó que “guarda y guardará a los españoles” siempre en su corazón y dio las gracias por el apoyo prestado en los momentos de “incertidumbre y dificultades”, indicando que siente un profundo “orgullo” por lo logrado en sus 39 años de reinado. Unos años en los que el país ha protagonizado una transición desde la dictadura hacia la democracia, y en los que el Rey intentó “ser rey de todos los españoles” y contribuir a su bienestar, en línea con el anhelo político de su padre, el Conde de Barcelona. “Hace casi 40 años asumí el compromiso de servir a los intereses generales de España con el afán de que los ciudadanos decidieran su propio destino y crearan una nación democrática moderna e integrada en Europa”, afirmó. “He gozado con los éxitos y sufrido con el dolor y las frustraciones de los españoles”, añadió.
La decisión
Antes de decidir abdicar, el Rey consultó con el Príncipe y con el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, y sus dos antecesores. Se creó entonces un equipo, con Soraya Sáenz de Santamaría por parte del Gobierno, para decidir cómo se haría. El Rey también habría encargado un informe político, jurídico y práctico sobre la abdicación entonces, aumentó su agenda institucional y los viajes para incrementar la popularidad de la institución y dejar a la Corona lo mejor posible tras su retirada, según informan algunos medios en España. Y comunicó su decisión al presidente Rajoy el 31 de marzo y a Rubalcaba, tres días después.