El descenso de la tasa de ahorro de los hogares al 5,7% representa la tasa más baja desde 2008, se mantendrá en estos niveles mínimos en el intervalo 2018-2019. Esta tasa ha sido negativa en 3 de los últimos trimestres y no se espera a corto plazo un cambio de tendencia.
El gasto en consumo es superior al aumento de la renta disponible, presentando los hogares una necesidad de financiación a junio del orden de 18.000 millones de euros. La deuda bruta de los hogares sigue siendo muy alta.
En cuanto al crecimiento del PIB en este segundo trimestre ha sido algo más bajo que en el primero: 0,6% frente al 0,7% de los trimestres anteriores. Con estos datos, el Consejo General de Economistas, mantiene sus previsiones para 2018 con un crecimiento del PIB para este año del 2,6% y un 2,4% para 2019.
Aunque el consumo parece haberse ralentizado en el segundo trimestre, el buen dato de la cifra de paro, la subida de la pensiones, los incrementos salariales, la firma de los convenios, hacen prever al Consejo General de Economistas que el consumo seguirá tirando de nuestra economía, y mantiene su previsión de crecimiento del 2,5% a final de año.
Por el contrario, la evolución de las exportaciones nos revela, un retroceso del sector exterior con respecto al ejercicio 2017 que tendremos que analizar en los próximos meses para conocer las causas.
No obstante, un dólar fuerte aumenta la atracción para nuestra producción en el mercado fuera del euro aunque la política proteccionista de Trump comienza a afectar al comercio internacional. Esta tendencia decreciente se aprecia en la evolución del incremento del PIB, donde el peso más relevante lo lleva el consumo privado y no el sector exterior como en años anteriores.
En cuanto al IPC, se incrementa ligeramente nuestra previsión del mes anterior para el ejercicio 2018 y mantenemos la estimación para 2019. En junio, la variación interanual del IPC era del 2,3%, (aunque el IPC adelantado de julio, 0,7% inferior al mes anterior, modera la tasa al 2,2%). La evolución del precio del petróleo y el entorno mundial de posibles restricciones arancelarías son causas determinantes de este ligero incremento.
Datos de empleo
En cuanto al empleo, según la EPA, en España se han creado 469.900 empleos en el segundo trimestre del año, lo que disminuyó la tasa de paro al 15,28%, la menor en casi una década. Si bien mantenemos nuestra expectativa en torno al 15%, ya que la contratación estival está prácticamente recogida en la tasa de paro dada por la EPA.
Conviene señalar que la mayoría de los puestos de trabajo creados son empleos temporales y de carácter parcial. El 80% de los puestos de trabajo creados corresponden al sector servicios (hostelería, comercio, actividades sanitarias, servicios sociales,…).
La creación de empleo se ha concentrado en el sector privado y en los hombres. La tasa de paro entre los hombres es del 13,67% mientras que en las mujeres es del 17,08%. Y por edades la mayor tasa de paro se sitúa en los menores de 25 años, con un 34,6%.
Para los inversores
El CGE espera un incremento en la rentabilidad del bono español a 10 años, pesando en esta tendencia la debilidad del gobierno, el problema de Italia o Cataluña, así como la inflación.
Desde el Consejo General de Economistas creen que las medidas expansivas incluidas en los Presupuestos Generales del Estado (aumento de pensiones y funcionarios) apuestan por mantener el consumo, aunque la inflación y la subida del petróleo empujen en otra dirección. En este pulso de fuerzas está en juego la demanda interna, determinante para nuestro crecimiento. «A su vez, cuando cambie la política expansionista del BCE, y deje de comprar activos y suban los intereses, el crecimiento se podría resentir así como sería complicado el desendeudamiento, a lo que se sumaría el problema irresuelto de las pensiones», afirma.
En cuanto al nivel del Ibex 35 de agosto, el GCE también sus expectativas. Los datos macroeconómicos siguen siendo buenos y los resultados empresariales mejor de lo previsto en la mayoría de los casos, añde el CGE. La incertidumbre se centra básicamente en los riesgos geopolíticos y, en concreto, en torno a las decisiones proteccionistas de política comercial que pueda tomar el presidente de Estados Unidos.