Rogerio Poppe, gestor del BNY Mellon Brazil Equity Fund, de ARX Investimentos, parte de BNY Mellon, explica su opinión sobre la situación de Brasil antes de las eleciones. Desde su punto de vista hay una alta probabilidad de que la actual presidenta, Dilma Rousseff, sea reelegida, a pesar de la caída de su popularidad (al 36% en marzo frente al 46% que obtuvo a finales de 2013). Incluso, asegura Poppe, existe un riesgo bastante alto de que no se implementen medidas económicas muy necesarias para el país.
Gran parte del electorado se siente desprotegido en este momento, al mismo tiempo que la inflación sube. El foco del gobierno actual ha estado dirigido a proyectos de asistencia social a través de programas como Bolsa de Familia, una plataforma que apoya a familias pobres en Brasil y que fue implementado por Luiz Inácio Lula da Silva. Este programa ha funcionado muy bien pero, sin embargo, ha ganado adversarios que opinan que la población se acostumbra a recibir ayudas y pierde interés por el trabajo. El programa ayuda a un cuarto de la población pero, para el 75% restante, la mayor preocupación está en la inflación y en el incremento del coste de vida en una gran mayoría de las ciudades brasileñas. Un 85% de la población vive en zonas urbanas, explica el gestor.[1]
Brasil se ha ganado la atención del mundo desarrollado durante la Copa de Confederaciones del año pasado, cuando millones de ciudadanos tomaron las calles para manifestarse contra los fallos del gobierno. “Este año, con el Mundial, es posible que suceda algo similar, pero no esperamos que alcance la escala de las protestas de 2013. El año pasado las protestas las protagonizó una minoría, hasta ahora la intención general ha sido la de organizar protestas pacíficas”.
De todas formas no podemos olvidar que estamos hablando de Brasil y del Mundial. El fútbol está muy arraigado en la cultura brasileña, cometer los mismos errores de 1950 (la útlima vez que Brasil albergó el Mundial y donde perdió contra Uruguay) pueden preocupar al electorado, explica el gestor.
A pesar de las protestas generalizadas, Dilma ha hecho muy poco para calmar las preocupaciones de los brasileños y la inflación contribuye a incrementar estos problemas. “La inflación será peor si sectores donde el gobierno ha congelado los precios, como es el caso del petróleo, se descongelan”. Al mismo tiempo, la congelación de los precios del petróleo “ha impedido progresar a grandes compañías como Petrobras. No hay coincidencia entre los ratings obtenidos y su posición en el mercado doméstico”, critica.
La administración de Dilma ha limitado el valor de estas compañías utilizándolas con intereses políticos, dice. Ocurre lo mismo con los bancos nacionalizados, utilizados como una herramienta para mantener una disponibilidad de crédito más barata. “De hecho, será necesario un aumento del capital en el sistema bancario para los próximos cinco años”. Poppe considera que la salida natural frente a esta situación es un periodo de estancamiento sostenido de la economía.
Los retos
La cruz de la moneda es, precisamente, la oposición al Partido de los Trabajadores de Dilma Rousseff, que no es sustancial. El principal partido de la oposición es el Partido Social Democrático de Brasil (PSDB), que está a punto de anunciar su candidato para presentarte frente a Dilma. De momento se espera que sea Aécio Neves pero aún falta confirmación.
Además, el partido ha tenido problemas internos hasta el punto de haber sido investigado por corrupción en el estado gubernamental de Sao Paulo, donde realizaba su actividad desde 1990. “Existe también mucha incertidumbre en lo que se refiere a las principales políticas de la oposición. A parte de la inflación, ha habido poco más”. Añade Poppe. Un cambio del gobierno puede darle un impulso pero lo que realmente necesita es un cambio dentro del gobierno lo que, según Poppe, es poco probable.
“Consideramos que la reeleción de Dilma será negativa para la economía brasileña durante la próxima década”. “Los datos económicos son aún muy buenos, a pesar de la reciente caída en la calificación de Standard & Poors. Sin duda, el país está más saneado que algunos países europeos, sin embargo el problema radica en la dirección que tome el gobierno y la política actual que está limitando el crecimiento”.
En definitiva, cree que “Brasil debería seguir la línea trazada por México e implementar reformas alcanzables. Dada la escala del mercado brasileño, debería atraer grandes inversiones aunque, desgraciadamente, no es el caso”. En su opinión, si hay reeleción no habrá cambio y el resultado será una economía azotada por la inflación, una moneda depreciada, la falta de capacidad para atraer inversión extranjera y una perspectiva de bajo crecimiento durante los próximos años.