En materia de fiscalidad del ahorro, se ha construido la casa por el tejado. Con el objetivo de impulsar y desarrollar el ahorro a través del segundo pilar (planes de empleo), el Gobierno ha recortado el límite de las aportaciones con desgravación fiscal a los planes individuales (primer pilar). Sin embargo, el desarrollo de este segundo pilar todavía es solo un proyecto.
Ahí residen la mayoría de las críticas del sector. “Tenemos, pues, una realidad, y es que se tapona el ahorro individual; y una posible realidad, que es el eventual desarrollo del ahorro colectivo”, ha señalado Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa, en la jornada “Perspectivas del Seguro y la Economía para 2022” organizada por ICEA.
“La nueva política del ahorro por la que ahora se ha decidido apostar se caracteriza por un primer acto de retirada del beneficio fiscal al ahorro individual. Esta retirada, que es una retirada real y viene a suponer que, hoy por hoy, toda la ayuda que el estado presta al ciudadano es para que constituya una pensión de jubilación suplementaria de algo más de 100 euros al mes; se realiza a cambio, por así decirlo, de una nueva apuesta: la apuesta por la construcción de un pilar de previsión en las empresas y corporaciones profesionales. Pero esta construcción es, hoy, un proyecto”, alerta.
El panorama fiscal, financiero y macroeconómico dificulta el ahorro
De esta forma, nos encontramos con un descenso significativo y presente del ahorro individual. Que no se corresponde con un incremento del ahorro colectivo, porque éste está por llegar. Además, este desánimo ahorrador viene por dos vías. Según explica la presidenta de Unespa, el rebrote de la inflación amenaza con recortar el bienestar presente de muchos agentes económicos, con lo que el desánimo ahorrador llega por vía fiscal, pues no hay incentivo; financiera, pues los tipos ahogan el interés compuesto; y macroeconómico, a través de las tensiones en el nivel de vida presente.
“Para que este entorno se pudiese corregir, haría falta que la promesa de un nuevo pilar de previsión colectivo se concretase tan rápida como intensamente. Sin embargo, eso no va a pasar”, lamenta de Frutos. Para ello, considera que ese gran cambio salvador va a necesitar de mucho diálogo. “Diálogo entre el propio Gobierno, los representantes de los trabajadores y los empresarios, y los gestores del ahorro”, añade de Frutos.
El plan no está bien diseñado
¿Por qué hacen falta esos ajustes, precisiones y mejoras surgidos del diálogo? Pues porque el plan, según de Frutos, no está bien diseñado. “El proyecto del gran fondo de pensiones de empleo, tal y como está concebido, se basa en una gran esperanza: el empresario. El empleador es quien tiene que aportar la mayor parte del nuevo ahorro, a pesar de que no se le reservan incentivos para ello”, argumenta.
Además, echa en falta otro ingrediente imprescindible: la transparencia. “Información a empresarios y trabajadores, a la sociedad en general, sobre todos los aspectos de la previsión, públicos y privados. Información constante, eficiente, fácilmente comprensible, y lo suficientemente completa como para permitir una toma de decisiones informada”, apunta.
“La realidad de un funcionamiento modesto, cuando no decepcionante, como el que creemos que se puede producir en el ámbito de la previsión en el año 2022, podría, además, verse acuciada por el hecho de que la recuperación económica en este año no sea tan sólida como inicialmente se pudo pensar”, lamenta.
La experta considera que todos los presupuestos del paradigma del ahorro que ahora se quiere impulsar fueron diseñados para un entorno caracterizado por inflación baja y crecimiento post pandémico sostenido y relevante. Pero… ¿y si ésas no son las condiciones que finalmente experimentemos en 2022? “La mayor prueba de racionalidad económica, y de responsabilidad social, es saber rectificar cuando cambia de aspecto el tablero para el que diseñaste una política. Creo que el gobierno había bien en rectificar sobre los pasos dados hasta el momento”, opina.
El problema de tener una hucha vacía
La realidad es que nos encaminamos hacia un futuro en el que nuestros jubilados cobrarán prestaciones muy inferiores a las de sus vecinos europeos; y la pensión pública, que es la que hasta ahora ha equilibrado ese efecto, ya no podrá seguir haciéndolo, pues las estimaciones son claras al señalar que su generosidad va a sufrir un recorte significativo en los próximos años.
Proyectando las tasas históricas de esfuerzo de ahorro de estos países sobre la situación española, podemos decir que, hoy por hoy, el trabajador medio alemán ahorra cada mes 31 euros más que los españoles; el francés, 120 euros; el danés, 94 euros; el sueco, 280 euros. Estas diferencias no se notan en el momento presente, cuando el ahorro se está constituyendo. Pero cuando dicho ahorro se recupere, en el momento de la jubilación, esas diferencias se hacen evidentes, porque es el momento en que se transmiten a la prestación.
“Cada año, cada día del año, estamos ahorrando menos que los ciudadanos de los países a los que nos queremos parecer, y con los que tenemos que competir”, alerta de Frutos. “Insisto: este es el momento de rectificar, de hacer las cosas bien. Si las hacemos mal, lo pagaremos, y no los aseguradores, sino la sociedad española en general”, concluye.