En una situación como la española, con una población muy envejecida, los incentivos para ahorrar son muy importantes, especialmente para la jubilación, ya que viviremos más años y con mejores condiciones de salud, por lo que nuestros ahorros tendrán que satisfacernos durante más tiempo. Fernando Ariza, director general adjunto de la Mutualidad de la Abogacía, resume el reto al que nos enfrentamos con una simple frase: “Si cada vez vivimos más, o trabajamos más o cobramos menos o ahorramos más”.
Además, tal y como ha advertido Luis Viceira, profesor en Harvard Business School, en un evento organizado por el Observatorio del Ahorro Familiar, una iniciativa puesta en marcha por Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE, “si no cambia nada en las edades de jubilación es difícil pensar que las pensiones sean las mismas dentro de 30 años”.
En este sentido, los planes de empleo se presentan como una buena oportunidad para complementar a la pensión de jubilación. Un vehículo al que el gobierno quiere dotar de más importancia. Uno de sus primeros pasos ha sido mejorar su fiscalidad y establecer conversaciones para la posible creación de un fondo público, unas medidas muy en línea con lo recomendado por la OCDE. Para Fernando Ariza los planes de empleo son una “magnífica idea”. “Es algo que estábamos esperando y que los ciudadanos y empresas necesitan”, comenta respecto a las intenciones del gobierno. En los países de nuestro entorno es más habitual darle mayor protagonismo a este pilar y, según un informe de la OCDE, la tasa de sustitución podría estar en torno al 50% en el pilar público, el 10% en los planes individuales y el 40% en los planes de empresa.
Sin embargo, el éxito de las medidas del gobierno dependerá de cómo se articulen. “Es una propuesta ambiciosa porque Escrivá quería que en 2030 hubiese 11 millones de trabajadores y los planes de empleo movieran incluso el 10% del PIB”, relata Ariza. Pero advierte de que hay que tener cuidado con ciertos aspectos. Por ejemplo, los autónomos no se pueden quedar fuera, o no se debe comprometer la utilidad de otros pilares para impulsar este, tal y como se ha visto con la nueva fiscalidad de los planes individuales frente a los de empleo.
En términos de fiscalidad, esta tiene un impacto de primer orden en el ahorro de los hogares. “En una situación como la actual donde hay incertidumbre en las pensiones incentivar el ahorro a largo plazo es muy importante y la fiscalidad juega un rol de primer orden”, alerta Luis Viceira. En países de nuestro entorno como, por ejemplo, Holanda o en Estados Unidos, las contribuciones a planes de jubilaciones están tradicionalmente libres de imposición. “Está comprobado que es un elemento muy importante para fomentar el ahorro, pero hay que pensar qué tipo de ahorro y dirigirlo al tipo que sea más beneficioso para el largo plazo”, añade.
El experto insiste en que “necesitamos una reforma global, estructural y multidisciplinar”. Respecto a la edad de jubilación, Ariza considera que tendría que ir ligada a la esperanza de vida, “es lo ideal y lo natural”, comenta. “Tenemos que eliminar la barrera de los 65, no queda otra. Deberíamos incluso hablar de la edad biológica, cómo estamos físicamente y cómo seremos capaces seguir trabajando. Y, por supuesto, acercar la edad real a la legal, es lo primero a tratar”, aconseja. En este último ámbito hace un llamamiento a las empresas, quienes “también son culpables de que esto suceda, tenemos que entender el talento senior y valorarlo”.
El mayor reto: convertir el ahorro miedoso en precavido
Por lo general, el ahorro de los hogares españoles es bajo y tiene una peculiaridad: es en los momentos de expansión cuando preferimos consumir y en los de crisis cuando decidimos aumentar nuestro ahorro. Sin lugar a duda, la pandemia ha afectado en nuestros hábitos de ahorro y consumo. De hecho, durante la crisis hemos visto que gran parte del aumento del ahorro se ha destinado a efectivo y depósitos y una pequeña parte a los fondos.
Según describe Fernando Ariza, los patrones de comportamiento han sido disruptivos desde el inicio de la pandemia. Lo primero que sorprende, aunque sea propio de la cultura ahorradora de España tal y como se ha mencionado, es que el ahorro se ha duplicado frente al periodo pre-COVID.
Asimismo, se ha comprobado que no había ahorro en España. “A la mitad les ha cogido la pandemia con menos de 9.000 euros ahorrados. Y este ahorro miedoso está acumulado en depósitos y cuentas corrientes. Tenemos el reto de canalizar ese ahorro miedoso hacia uno previsional o hacia lo precautorio”, advierte Ariza.
Otra de las características que definen el ahorro de los españoles es su peso en bienes inmuebles y la escasa cantidad que se dedica a la inversión. Según ha explicado María Isabel Cambón, subdirectora de Coyuntura y Estabilidad Financiera de la CNMV, un 80% la riqueza del hogar español está invertida en activos no financieros, mientras que en Europa la pata no financiera representa entre el 60% y 65%, una diferencia que además se mantiene en el tiempo.
Por otro lado, a pesar de que el peso de la cartera de los hogares en los últimos 20 años haya aumentado, sigue siendo más baja que la de la zona euro. Asimismo, su composición también es interesante. Según describe Camón, el efectivo y los depósitos representan el 40% (en Europa el 30/32%). Un 15% está invertido en fondos de pensiones, frente al 30% de la media europea. El resto de la cartera son acciones y fondos de inversión y representa un 40%, un porcentaje 10 puntos por encima de la media de la zona euro.