En la edición del último trimestre de 2020 de “El Pensiómetro”, el barómetro de las pensiones del Instituto Santalucía, se han actualizado 15 indicadores del sistema público de pensiones español donde se reflejan el impacto de la pandemia sobre los mismos respecto a un año antes. El documento ha sido elaborado por el Grupo de Investigación en Pensiones y Protección Social, que está formado por profesores de la Universidad de Extremadura (Inmaculada Domínguez y Borja Encimas), la Universidad Rey Juan Carlos (Miguel Ángel García) y la Universidad de Valencia (Mar Devesa, Robert Meneu y Enrique Devesa).
Uno de los indicadores que han revisado ha sido la edad efectiva de jubilación, que se determina con la de los trabajadores que se jubilan a la edad legal vigente en cada momento, los que retrasan su jubilación y aquellos que se jubilan anticipadamente. En concreto, ha bajado de 64,6 hace un año o de 64,62 en junio de 2020 a 64,54 años en septiembre de 2020, lo que podría ser un efecto de la crisis del COVID-19 y que habrá que seguir en los próximos trimestres. Una cifra muy alejada de la edad legal de jubilación que en 2020 era de 65 años y 10 meses y en 2021 ya se sitúa en los 66 años.
El indicador de solidaridad se mantiene igual al del trimestre anterior, siendo el importe de los complementos a mínimo el 5% de la nómina de pensiones, aunque a medio plazo sí que se observa una tendencia a su disminución, al ser los derechos por pensiones cada vez mayores y necesitar menos recursos para garantizar la pensión mínima.
Los indicadores de sostenibilidad han mejorado en este trimestre a medida que ha ido recuperándose el nivel de actividad, aunque a medio plazo la tendencia es a empeorar. Según detallan en el informe, el número de afiliados por pensionista es un indicador muy afectado por el ciclo económico. Su valor ha subido de 2,1 en junio a 2,13 en septiembre, pero todavía se sitúa en niveles más bajos que hace un año (2,18) por los efectos de la crisis del COVID-19.
Por su parte, el importe de la pensión media por euro medio cotizado en el sistema se sitúa en septiembre de 2020 en 2,25 euros. Este indicador está aumentando tanto en periodos de recuperación como de crisis económica (el valor de 2,46 de junio de 2020 fue muy atípico por la disminución de la cotización media por afiliado debido a los ERTEs).
“La tendencia al aumento de este indicador implica que la pensión media aumenta más que la cotización media, resultado que no se debe al envejecimiento y pone de relieve una necesidad de modificación en el diseño de nuestro sistema de pensiones ya que se comprueba que la reforma de 2011 no ha conseguido asegurar la sostenibilidad del sistema”, expresan los autores.
La generosidad en términos absolutos, medida a través de la pensión media por pensionista, se sitúa en septiembre de 2020 en 1.118,55 euros desde los 1.113,73 de junio. Este valor tiende a aumentar de forma continua en el tiempo más que la inflación debido, sobre todo, al efecto sustitución (nuevas pensiones más altas que las que causan baja).
En cuanto a la brecha de género, los indicadores confirman la tendencia a su disminución. A nivel agregado, la pensión media de jubilación de mujeres se sitúa en un 66,2% de la de hombres (59,9% hace ocho años). La reducción de la brecha de género agregada continuará en el futuro ya que, en términos marginales, es decir, si se analizan las nuevas pensiones de jubilación, el indicador se sitúa en el 81,5%. La reducción de la brecha salarial y de carreras de cotización entre hombres y mujeres se traslada a la pensión con algo de retraso.
El saldo de las pensiones
Por último, los indicadores contables de ingresos, gastos y saldo en la parte contributiva han seguido recogiendo los efectos de la crisis del COVID-19. Los ingresos por cotizaciones siguen estando por debajo de los del año anterior, con una caída del 5,9%, más moderada que la que se registraba el trimestre anterior en lo peor de la crisis (caída del 19,7%). Los gastos en pensiones contributivas, por su parte, aumentan un 2,8% frente al 2,5% del trimestre anterior, al disminuir la mortalidad de pensionistas en el tercer trimestre del año respecto al segundo, aunque sigue por debajo del crecimiento normal de estos gastos.
Las ratios de ingresos y gastos contributivos sobre el PIB están distorsionadas por la gran caída que está experimentando el PIB a lo largo de 2020. El déficit contributivo se ha disparado en septiembre hasta los 28.401 millones de euros, un 2,48% del PIB, con un aumento de casi 4.000 millones desde junio. El déficit por pensionista se sitúa ya en 3.200 euros y el déficit por cotizante en casi 1.500 euros, frente a los 2.777 euros y 1.289 euros, respectivamente, de hace un trimestre. En ambos casos, el crecimiento trimestral ronda el 15%.