Solo un 10% del mercado invierte con una verdadera vocación de largo plazo, según un estudio realizado por Thinking Ahead Institute que sostiene que la capacidad de invertir a largo plazo añade una prima de rentabilidad anual a nuestra inversión de entre el 0,5% y el 1,5%. «La necesidad de afrontar compromisos limita la adopción de una gestión a largo plazo y sus beneficios. Además, no permite que el inversor evite la volatilidad del mercado», dice Raúl Mateos, responsable de asesoramiento de Willis Towers Watson, durante la VI Convención Anual para Comisiones de Control de Planes y Fondos de Pensiones de Empleo.
Estos productos, que se caracterizan por obtener rentabilidades superiores a los planes de pensiones privados en horizontes de largo plazo, adaptan sus estrategias, costes e inversión a un período de tiempo muy largo puesto que el trabajador no realizará reembolsos hasta el momento de su jubilación. De hecho, ni la reciente ventana de liquidez a los diez años aprobada por el Gobierno del PP les afecta puesto que son precisamente las comisiones de control (órgano de supervisión y control) las que tendrían que aceptar su aplicación. «Como inversor a largo plazo no nos debe preocupar renunciar a la liquidez a cambio de un extra de rentabilidad que puede estar entre el 0,5% y el 2%», añade Mateos.
Entre las estrategias de inversión que estos productos están utilizando está la apuesta por los activos ilíquidos (infraestructuras, private equity, inmobiliario…) que aprovechan las necesidades de liquidez del 90% del mercado. «¿De verdad creemos que las oportunidades de inversión solo están los activos financieros?» se pregunta Mateos.
Otra de las estrategias que están utilizando los fondos y planes de pensiones de empleo para gestionar su inversión a largo plazo es la ISR (Inversión Socialmente Responsable) cuyo impacto en rentabilidad «puede llegar a añadir más de un 7% de rentabilidad en casos de éxito, un 2,3% por el mero hecho de aplicarlo y ninguna penalización en caso de fracaso, según Thinking Ahead Institute. «El engagement o ejercer influencia en la gestión de la compañía como inversor o accionista va un pado más allá de la ISR», afirma Mateos.
Para Oriol Ramírez-Monsonís, responsable de delegación de Willis Towers Watson, en un mundo falto de oportunidades de inversión, es necesario diversificar e incorporar diferentes estrategias como la inversión por factores. En este caso, según Thinking Ahead Institute, la rentabilidad extra que se puede obtener es superior al 1%. «Son estrategias que nos permiten hacer una asignación de momentum, valor o dividendo», argumenta.
Eficiencia en costes, otra clave que añade rentabilidad
Otro de los atractivos de los que gozan los fondos y planes de pensiones de empleo respecto a los planes privados son los costes. Más allá de unas comisiones de gestión más bajas, los expertos señalan otros aspectos que inciden en esta eficiencia en costes: la rotación de gestores, las ventas anticipadas y los costes de transacción.
En el primer aspecto, se constata que el cambio de gestores en busca de otros con mejores rentabilidades lleva a perder asta un 1% de rentabilidad en los siguientes tres años. Por otro lado, satisfacer las necesidades de liquidez de los inversores puede llegar a suponer una pérdida de rentabilidad de entre un 1,5% y un 2%.
Por último, los costes de transacción son uno de las principales detractores de rentabilidad, pudiéndose ahorrar hasta 26 puntos básicos de los 90 puntos básicos que representan los costes del fondo.
En conclusión, si sumamos la rentabilidad extra que añaden al fondo la apuesta por los alternativos ilíquidos (+0,2%), la ISR (+0,6%), las nuevas estrategias como el factor investing (+0,15%) y los costes de transacción (+0,55%) los fondos de pensiones de empleo consiguen sumar un extra de rentabilidad del 1,5%.