Los derivados financieros son simplemente contratos entre dos o más partes interesadas. Pero lo que los diferencia de otros tipos de contratos financieros es que derivan su valor de otro activo, conocido como ‘subyacente’.
El término ‘subyacente’ se refiere a los tipos de activos financieros que proporcionaban el valor monetario en el que se basan los derivados financieros. Estos activos financieros subyacentes pueden tomar muchas formas: desde acciones, bonos y materias primas hasta tipos de interés, índices de mercado y divisas globales.
Lo más importante que hay que entender sobre cómo funcionan los derivados es que el único valor que contienen se deriva del valor de su activo subyacente. Esto, en cierto sentido, es lo que los hace tan controvertidos y, como aprendimos tras la crisis financiera de 2008, tan volátiles.
¿Para qué se utilizan los derivados financieros?
Si bien los propósitos del mercado de derivados son muchos e inherentemente complejos, algunos conceptos generales entran en juego en la mayoría de los casos.
Riesgos de cobertura. La razón principal por la que los inversores negocian con derivados es para cubrir sus apuestas contra diversos riesgos económicos y financieros. En su raíz, un derivado es simplemente una forma de transmitir el riesgo financiero a otra parte. Los riesgos que estos inversores están tratando de evitar, mediante el empleo de estos instrumentos financieros, pueden ser los de variación de tipos de interés, fluctuaciones en la cotización de divisas y calificaciones crediticias.
Apalancamiento. A través de mecanismos financieros complejos, los derivados se utilizan a menudo como apalancamiento. Esto significa que, incluso pequeños cambios en el valor del activo subyacente pueden resultar potencialmente en grandes cambios en el valor del derivado. Dicho de otro modo, un inversor que utiliza un derivado tiene la esperanza de que las ligeras fluctuaciones en el valor subyacente del activo produzcan rendimientos de la inversión desproporcionadamente grandes.
Especulación. Algunos podrían llamarlo juego, pero la idea de la especulación con respecto a los derivados es que el inversor especula en qué dirección irá el valor del activo subyacente. Si el inversor tiene razón en su especulación, obtiene una ganancia. Si está equivocado en su especulación, aún conserva el valor subyacente del activo.
¿Cuáles son los dos grandes tipos de derivados en finanzas?
Hay dos términos básicos que abarcan todas las otras variaciones de derivados. Estas dos grandes categorías se definen por las formas en que se negocian en el mercado. Estas categorías son derivados negociados fuera de bolsa (OTC) y derivados negociados en bolsa.
Los inversores negocian este último tipo de derivados a través de bolsas y cámaras de compensación. Estos contratos de derivados son conocidos por estar altamente estandarizados, una práctica que hace que el proceso de negociación sea más fluido y los activos más líquidos. El proceso de negociación de derivados a través de estas cámaras de compensación es bastante complejo. Los intercambios se realizan de forma anónima a través de la cámara de compensación, que se convierte en una contrapartida de todos los contratos. Al hacerlo, la cámara de compensación estandariza el riesgo de crédito para todos los participantes. Esa es la cobertura.
En el caso de los derivados extrabursátiles (OTC) la idea básica es que las operaciones se negocian y llevan a cabo de forma privada entre las partes de acuerdo con sus preferencias de riesgo individuales. Estas operaciones privadas pasan por operadores, que luego comercian entre sí. Debido a que estas transacciones tienen lugar directamente, sin el anonimato de los mercados de derivados negociados en bolsa, las partes contratantes asumen una cierta cantidad de riesgo de crédito que deben gestionar individualmente.
Algunos instrumentos derivados más comunes
Opciones. En las opciones, el propietario del derivado conserva el derecho de comprar o vender un activo subyacente en o antes de una fecha predeterminada, pero no tiene la obligación real de hacerlo. Esta ‘opción’ de comprar, vender o no hacer nada con el derivado es la forma en que el contrato de opción ayuda a mitigar el riesgo.
Forward. Un Forward o contrato a plazo, es un tipo de contrato de derivados en el que dos partes interesadas hacen un acuerdo para vender o comprar algún activo financiero en una fecha posterior. La clave de los contratos a plazo es que el precio al que se negociará el activo designado en el futuro, conocido como ‘precio de entrega’, sea negociado y acordado por ambas partes en el momento en que se crea el contrato. El propósito de los contratos a plazo suele ser cubrir los riesgos asociados con las variaciones en cotizaciones de las divisas.
Futuros. Los futuros son contratos de derivados en los que las partes contratantes acuerdan comprar o vender un activo en particular en una fecha designada a un precio negociado en el momento de cerrar el contrato. Es muy similar a los contratos a plazo, ya que ambos son acuerdos para llevar a cabo un intercambio en una fecha específica a un precio predeterminado establecido en el momento en que se negocia el contrato. La diferencia es que tras los contratos de futuros hay una cámara de compensación, por lo que están estandarizados y su negociación se lleva a cabo en una bolsa, mientras que los forward son contratos no estandarizados, negociados y llevados a cabo entre las partes contratantes.
Swaps. Estos contratos de derivados son una forma de ‘intercambiar’ efectivo en un momento predeterminado. Hay dos tipos básicos de derivados de swaps: swaps de tipos de interés y swaps de divisas. Los swaps de tipos de interés son exactamente lo que parecen; implican el intercambio de tipos de interés entre las dos partes contratantes. Los swaps de divisas son más o menos lo mismo que los swaps de tipos de interés, solo que, en este caso, el flujo de efectivo que se intercambia entre las partes contratadas incluye el capital del activo más el interés asociado.
Riesgos potenciales de los derivados
Los derivados tienen potencialmente tres grandes riesgos. Uno de los más prominentes es que es casi imposible conocer el valor real de cualquier derivado, ya que se basa en el valor de uno o más activos subyacentes. Su complejidad hace que resulte difícil darles un valor fijo. Esa es la razón por la que los títulos respaldados por hipotecas fueron tan peligrosos para la economía en la crisis financiera. Nadie, ni siquiera los que los crearon, sabían cuál era su valor cuando los precios de la vivienda comenzaron a bajar. Los bancos se volvieron reacios a negociar con ellos porque no podían valorarlos.
Otro riesgo es también una de las cosas que los hace tan atractivos: el apalancamiento. Por ejemplo, los operadores de futuros solo están obligados a poner del 2 al 10% del contrato en una cuenta para mantener su titularidad. Si el valor del activo subyacente disminuye, deben añadir dinero a la cuenta para mantener el porcentaje invariable hasta que el contrato expire o sea compensado.
El tercer riesgo es su limitación temporal. Una cosa es apostar a que los precios de la gasolina vayan a subir, otra cosa es tratar de predecir exactamente cuándo sucederá. Ninguno de los que negociaron títulos respaldados por hipotecas (MBS) en los años previos a la crisis financiera pensó que los precios de la vivienda bajarían. La última vez que lo hicieron fue durante la Gran Depresión. El apalancamiento de los derivados significa que cuando ocurren pérdidas, se magnifican en toda la economía. Además, cuando sucedió no estaban regulados y no se vendían en bolsa. Es un riesgo exclusivo de los derivados OTC