Las opciones del BCE son limitadas, a menos que el empeoramiento de la crisis en Ucrania produjera un grave colapso económico. Así informa Léon Cornelissen, economista jefe de Robeco, a los inversores en su perspectiva mensual para marzo.
El banco central no añadió nuevas medidas de estímulo en su reunión ordinaria del 6 de marzo, a pesar de que había suscitado expectativas con anterioridad, por las que un tercio de los analistas pronosticaba un recorte de tipos. Esto decepcionó a muchos inversores, que creen que todavía se precisa de una acción drástica para fortalecer la economía de la Eurozona. Incluso hubo previsiones de un recorte en el tipo para los depósitos inferior a cero, introduciendo de esa manera en Europa un tipo negativo sobre los ahorros por primera vez desde los años setenta.
“Y por lo tanto, el BCE está a la espera por razones prácticas, y continuará así, a menos que se produzca una grave situación de consecuencias negativas para la economía”, asegura Cornelissen. “¿La crisis de Ucrania podría ser esa grave situación? Probablemente no; a menos que veamos un grave empeoramiento de la tensión militar”.
Tres razones para mantenerse a la espera
Cornelissen afirma que hay tres razones por las que el BCE no ha actuado: la amenaza de deflación ha disminuido; la economía de la Eurozona adquiere fortaleza; y el BCE tampoco tiene demasiado margen de maniobra con la ‘opción nuclear’ del estímulo no convencional.
La buena noticia es que los temores de deflación se desvanecieron cuando los precios subieron el mes pasado. Aunque la inflación general todavía se mantiene dentro de la ‘zona de riesgo’ que marca el BCE, de entre cero y 1%, y aunque está lejos de su objetivo cercano al 2%, la previsión de última hora en febrero fue de un cómodo 0,8%, ligeramente superior al 0,7% de inflación alcanzado en enero.
“La inflación general parece haber tocado fondo en torno al 0,9%-0,7% desde octubre, a pesar de todo lo que se ha hablado sobre el creciente riesgo de deflación. Por lo tanto, la deflación no es un problema, y no ha habido ni hay necesidad urgente de actuar”, afirma Cornelissen.
El invierno inusualmente apacible favorece
En segundo lugar, la economía de la Eurozona adquiere fortaleza de forma gradual, en parte gracias al invierno inusualmente moderado, en marcado contraste con los Estados Unidos, que se ha visto sacudido por tormentas de nieve. En enero, las ventas minoristas subieron un 1,8% ajustadas estacionalmente, respecto a diciembre. Los pedidos de fábrica alemanes subieron un 1,2%, y el desempleo bajó en Francia.
“Estas circunstancias han permitido al BCE subir su previsión del crecimiento del PIB para la Eurozona en un 0,1%, hasta el 1,2%, para 2014 -en nuestra opinión, todavía demasiado conservadora– y mantener inalterable su previsión para 2015, del 1,5%”, afirma. “La economía de la Eurozona se restablece de forma lenta pero segura, por lo que no existe necesidad de estímulo monetario adicional”.
En tercer lugar, el margen de maniobra del BCE se ha limitado bastante en cuanto al estímulo monetario convencional, advierte. “Las medidas no convencionales de estímulo, como una tasa negativa para los depósitos, una nueva Operación de Refinanciación a Largo Plazo (LTRO) a un tipo fijo, o incluso la relajación cuantitativa generalizada es posible, pero serían muy impopulares de cara a los responsables políticos alemanes. Estas deben considerarse como medidas de último recurso, que tan solo se emplearán en condiciones de grave estrés”.
“La economía de la Eurozona se restablece de forma lenta pero segura”
El riesgo principal es China, pero Ucrania tampoco se queda atrás
Tal presión podría llegar con el empeoramiento de la crisis en Ucrania, donde Rusia ha enviado tropas a Crimea, para disgusto de Occidente. Cornelissen afirma que las sanciones que Estados Unidos y la UE están imponiendo podrían perjudicar a la economía rusa y agravar aún más las tensiones.
“Rusia representa un tercio del suministro de gas a la UE, pero estando en la recta final del invierno, Europa puede pasar fácilmente sin el suministro ruso”, afirma. “Por otra parte, las exportaciones rusas a la UE representan el 15% del PIB ruso. La huida del capital y los mayores tipos de interés necesarios para apoyar al rublo perjudicarán a la ya debilitada economía rusa. Rusia a duras penas puede permitirse una escalada de la crisis”.
“Así que, mientras tanto, el BCE solo ha de sentarse y esperar”. Afirma que la amenaza real continúa siendo la desaceleración en China, junto con la burbuja del crédito, que causó el primer impago corporativo el mes pasado.
“Las incertidumbres se mantienen elevadas tras el primer impago corporativo en el país”, afirma. “La inquietud acerca de China no es tanto una cuestión de falta de ambición: los líderes chinos han reiterado su objetivo de crecimiento del 7,5% para 2014; lo que está por ver es la capacidad del Gobierno para poder equilibrar una caída brusca de la economía mientras trata de reducir la burbuja del crédito”.