La Comisión Europea anunciaba el mes pasado la emisión inaugural de un bono social de 17.000 millones de euros, como parte del programa SURE UE, para ayudar a proteger el empleo y mantener los puestos de trabajo existentes. Consiste en dos bonos, con 10.000 millones de euros de amortización en octubre de 2030 y 7.000 millones de euros amortizables en 2040. La emisión despertó gran interés, por su elevada calificación crediticia, registrándose una elevada sobresuscripción de 13 veces, lo que permitió una fijación de precios en condiciones favorables. Una buena noticia para España, uno de los países favorecidos por el programa SURE UE, creado específicamente para apoyar el empleo en la región en respuesta a los retos presentados por la pandemia del coronavirus.
Pero ¿qué es un bono social? ¿Son emisiones que se crean únicamente para apoyar el empleo o pueden tener otros objetivos?
Las primeras directrices sobre bonos sociales se publicaron en 2014 como parte de los «Principios de los Bonos Verdes» (GBP por sus siglas en inglés), publicados por la Asociación Internacional de Mercado de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés). No fue hasta junio de 2017 que los «Principios de los Bonos Sociales» se separaron de los GBP y adquirieron entidad propia. Es importante diferenciarlos de los bonos sostenibles que pueden considerarse una categoría intermedia entre bonos verdes y bonos sociales. Existen otras designaciones, como bonos ESG que toman en consideración los tres pilares de la inversión sostenible: ambiental, social y de gobernanza.
Los bonos sociales se proponen financiar la realización de proyectos con un claro objetivo social y están dirigidos a un segmento concreto de la población. Como parte de sus exigencias, los emisores deben demostrar el mayor grado de transparencia con respecto a los inversores y el público en general.
Los Principios de Bonos Sociales proponen una serie de categorías de proyectos a los que puede asignarse la financiación obtenida a través del mercado de bonos sociales:
– Infraestructuras básicas asequibles (por ejemplo, agua potable limpia, alcantarillado, saneamiento, transporte o energía)
– Acceso a servicios básicos (por ejemplo, salud, educación y formación profesional, salud o servicios financieros)
– Vivienda asequible
– Creación de empleo, incluso a través de la financiación de pequeñas y medianas empresas y de proyectos de microfinanzas
– Seguridad alimentaria
– Avance socioeconómico y empoderamiento
Entre los ejemplos de población objetivo se incluyen: personas que viven por debajo del umbral de pobreza, poblaciones o comunidades excluidas o marginadas, grupos vulnerables, incluso como resultado de desastres naturales, personas con discapacidad, migrantes y/o desplazados, población infra educada, población desatendida, debido a la falta de acceso a bienes y servicios esenciales de calidad y desempleados.
La asignación de los ingresos debe estar encaminada a solucionar uno o varios problemas sociales y beneficiar a una población objetivo. A medida que el mercado está creciendo, los bonos sociales son una palanca para llevar a cabo, dar a conocer e informar misiones con un fuerte impacto social.
El volumen mundial de emisiones de bonos sociales (excluyendo sostenibilidad y bonos verdes) se elevó a 16.500 millones de dólares en mayo de 2018. Los sectores públicos nacionales y supranacionales (77%) fueron los principales emisores inicialmente y siguen liderando el mercado de bonos sociales. El sector privado se ha ido involucrando gradualmente desde 2017. En términos geográficos, los Países Bajos y España son los países con mayor volumen de emisiones. En el sector público, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y la Ciudad de Madrid fueron dos de los primeros emisores de este tipo de bonos. Iberdrola y Endesa son algunos de los emisores de bonos sociales en el sector privado. Y, específicamente en el sector financiero, BBVA lanzó una emisión de un bono social COVID-19 en mayo pasado.
Las emisiones de bonos sociales pueden atraer a diferentes tipos de inversores: los que buscan un retorno tanto social como financiero, aquellos que están comprometidos con el cumplimiento de los factores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza)
En fondos de inversión, un ejemplo claro es THREADNEEDLE (LUX) – EUROPEAN SOCIAL BOND que invierte su cartera en valores de deuda que se considere que respaldan o financian actividades socialmente beneficiosas, principalmente en Europa. Incluye principalmente toda clase de valores de deuda, con tipo fijo de interés flotante, variable o referenciado a un índice, o de cupón cero, con calificación de grado de inversión y emitidos por un ente público u organismo supranacional, una organización pública, privada o voluntaria y benéfica.