En octubre de 1986, se produjo el Big Bang de la Bolsa de Londres, una gran desregulación en los mercados financieros, impulsada por Margaret Thatcher, que fue imitada en todas partes.
En España, la Ley de Ordenación Bancaria de 1962 consolidó este modelo de «represión financiera» hasta 1974. Según la norma, los bancos de negocios que surgieron tenían que ser «bancos industriales» y estar sometidos a un gran banco comercial.
Todos los recursos financieros, públicos y privados, se volcaron en la industrialización del país de manera que la liberalización financiera quedó postergada frente a la liberalización del sector real de la economía.
Finalmente, entre 1974 y 1988, se acometió la liberalización financiera, lo que ayuda a explicar la crisis financiera de 1977-1985, que supuso la caída de los grandes bancos de Madrid (Hispano, Banesto, Central) y su sustitución en el liderazgo por los bancos del Norte (Santander, Bilbao, Vizcaya).
Entre los bancos industriales, destacó el Banco Urquijo que, gracias al prestigio acumulado desde su creación en 1850, actuó con notable independencia en su proceso de internacionalización y en el lanzamiento de las primeras instituciones de inversiones colectiva en España: Gesfondo (1965) y Nuvofondo (1966).
La crisis internacional de los años 70 y 80, que es una crisis industrial, explica que, entre 1974 y 1983, Urquijo vendiera sus abundantes participaciones industriales para concentrarse en las actividades más propias de un merchant bank, un bróker internacional y un gestor de patrimonios.
Todo ello preparó al Urquijo para aprovechar las oportunidades que se abrieron a la banca privada a partir de la Ley del Mercado de Valores de 1988, aunque fuera en el seno de otras entidades bancarias (Banca March, 1989-1997; KLB-KBC, 1998-2006; Banco Sabadell, desde 2006).