Establecer un nivel de tolerancia al riesgo permite al inversor disfrutar de una mayor tranquilidad a lo largo del tiempo, a cambio de una rentabilidad potencialmente menor. Una cartera más conservadora subirá menos en tiempos buenos, pero si está bien construida también caerá menos cuando los mercados se pongan difíciles. ¿Cómo puede definirse la tolerancia al riesgo, o nivel de riesgo, de cada inversor?
En primer lugar, sería necesario determinar el horizonte de la inversión. Si necesita recuperar su inversión dentro de un mes, se debería de tener un sesgo mucho más conservador que si no lo va a necesitar en los próximos 30 años. Y esto es así porque la cotización de las acciones puede ser muy volátil a corto plazo. Pueden caer casi un 20% en sólo un mes, como hicieron en octubre de 1987 pero, a largo plazo, como puede ser una década, puede suceder que una inversión en acciones duplique su valor. Así pues, es necesario elegir una cartera que se adapte a las necesidades de cada inversor.
Por tanto, puede resultar arriesgado incluir un elevado porcentaje de renta variable en su cartera si va a necesitar el dinero en unos meses. De la misma forma, si su inversión es a largo plazo, invertir en liquidez generará perdidas con casi con total seguridad.
En ese caso, si bien es cierto que el riesgo de que la liquidez sufra una gran caída es pequeño, también parece poco probable que sus inversiones vayan a aumentar su valor, pero lo que sí es casi seguro es que la inflación la irá erosionando. Así pues, el periodo durante el cual va a mantener su inversión es clave para determinar su tolerancia al riesgo.
Otro factor importante es la capacidad o habilidad del inversor para hacer frente a condiciones difíciles de mercado. Esto es algo que puede parecer fácil cuando se habla sobre ello, ya que los mercados suelen recuperarse con fuerza tras un periodo de caídas pronunciadas. Sin embargo, cuando se comienza a visualizar una gran cantidad de cifras en rojo en la cartera o fondo, puede resultar difícil mantener la calma y tener la suficiente disciplina para esperar tiempos mejores, sin realizar pérdidas.
De hecho, la incapacidad para soportar pérdidas y la urgencia en deshacer las posiciones puede dañar sus retornos, tal como sucedió durante las caídas de mercado en 2008 y 2009, cuando muchos inversores no pudieron aguantar los retrocesos diarios de su cartera y cambiaron su inversión por liquidez. Después fueron muchos los que no volvieron al mercado, perdiéndose las importantes subidas de las Bolsas en los años siguientes, con el S&P 500 triplicando su cotización desde mínimos.
Por esta razón es importante que la asignación de activos a incluir en su cartera o fondo se haga con convicción y con un potencial de pérdidas que sea capaz de soportar y le permita dormir con tranquilidad.
Es importante también tener en cuenta las fuentes de ingresos de que dispone. Si su trabajo es estable y bien pagado, posiblemente pueda asumir algo más de riesgo, ya que no necesita considerar su inversión como única fuente de ingresos. Sin embargo, si está jubilado y no dispone ya de ingresos procedentes de su empleo o de su negocio, probablemente pueda asumir un menor riesgo en sus inversiones, ya que si el mercado cayera no puede encontrar fuentes de ingresos alternativas.
De acuerdo con todo lo anterior, debe definirse una tolerancia al riesgo en base al horizonte temporal de su inversión, la capacidad para soportar bajadas en las cotizaciones y la posibilidad de ganar dinero a partir de fuentes diferentes a su fondo de inversión o cartera.
Siempre puede solicitar asesoramiento profesional si necesita ayudar para evaluar estos factores y elegir la opción que mejor se ajuste a sus necesidades y a su perfil de riesgo.
Paula Mercado, directora de análisis de VDOS Stochastics y quefondos.com