En cualquier etapa de la vida puede tener muchas razones para invertir con horizontes temporales distintos. Por ejemplo, puede que quiera ahorrar para un gran viaje o financiarse nuevos estudios en un futuro próximo. O puede tener objetivos a medio plazo, como dar una señal para comprar una vivienda.
No obstante, una de las principales razones por las que la mayoría de las personas invierten es para lograr el objetivo a largo plazo de ahorrar para la jubilación. En este caso, el tiempo es el mejor amigo de los inversores jóvenes. Si bien es posible que no tenga demasiadas rentas en las primeras etapas de su vida laboral, invertir incluso pequeñas cantidades de dinero tan pronto como sea posible puede suponer un impulso importante para su futuro financiero. Esto se debe a que tiene más tiempo para reinvertir las rentabilidades que obtenga. Este proceso de reinversión genera riqueza a un ritmo cada vez más rápido cuanto más tiempo lo ponga en práctica.
La juventud suele ser una buena etapa de la vida para centrarse en aquellas inversiones con más riesgo y que generan más rentabilidad. Una de las razones es que puede mantener esas inversiones durante un período dilatado, y por tanto, capear cualquier fluctuación a corto plazo del mercado.
Además, si sus inversiones no funcionan tan bien como esperaba, tiene más tiempo para compensar las pérdidas. Por eso motivo, los inversores en la veintena o la treintena, suelen centrarse más en la inversión en acciones por su elevado potencial de revalorización, que en los bonos, que fundamentalmente ofrecen rentas periódicas.
Incluso en esta etapa de la vida, es importante plantearse ahorrar al mes una determinada cantidad para su jubilación. Puede que su empresa ofrezca un plan de pensiones al que realizar aportaciones, lo que puede constituir un método muy efectivo para engrosar su propia hucha de las pensiones.