El economista británico John Maynard Keynes, uno de los más influyentes del siglo XX, consolidó a lo largo de los años una reputada experiencia como inversor en el mercado de valores. A pesar de las épocas de crisis que vivió, sus inversiones alcanzaron elevadas rentabilidades anuales. Sus ideas han tenido una gran repercusión en las teorías relacionadas con la macroeconomía mundial y las políticas económicas.
Una de las máximas que pronunció Keynes hace referencia a la irracionalidad de los cambios en la bolsa: “Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes mantener tu solvencia”. Con esta frase se explica un fenómeno que hemos visto cómo se termina repitiendo a lo largo de la historia. A veces los errores nos sirven para aprender, pero en otras ocasiones, parecemos condenados a repetirlos.
Si tuviéramos que explicarle a alguien cómo acertar a la hora de invertir, aparentemente la técnica es sencilla: valor cuánto debe valer una compañía, compararlo con su valor actual en mercado y comprarlo si vemos que su precio es inferior al que consideramos que debe valer. O venderla si apreciamos que ha excedido de su valor intrínseco.
Hasta aquí, como decíamos, parece sencillo…. Pero ¿qué es lo que lleva a las empresas a cotizar por encima o por debajo de lo que deberían? No hay una única respuesta. En ocasiones pesa más un sentimiento negativo o de euforia generalizada, sin olvidar por otro lado que muchas veces las valoraciones son subjetivas.
Es posible que acertemos a la hora de asignar un valor a una compañía, pero lo que no sabemos en absoluto es cuándo el mercado terminará reconociendo dicho valor. Puede pasar días, semanas o incluso años.
El mercado muchas veces se comporta de forma irracional, y de esto dan buena fe las múltiples burbujas que se han vivido en los mercados financieros. En estas burbujas, hemos visto cómo algunos activos han alcanzado valoraciones absurdas, que se han mantenido periodos de tiempo más o menos largos. Al final, es cierto que el mercado es justo y tiende a asignar valores racionales a los valores, pero puede pasar mucho tiempo hasta que esto ocurre.
Si todo lo anterior es cierto, debemos andarnos especialmente con pies de plomo cuando nos referimos a inversiones apalancadas. En sus primeros años, la filosofía de inversión de Keynes se basó en un alto apalancamiento para incrementar su rentabilidad de forma rápida.
En determinadas ocasiones hay personas que se deciden a invertir totalmente seguras de que un activo o acción va a subir o a bajar. Al estar convencidos de esto se aventuran a operar con cantidades superiores a las que realmente disponen, con el fin de maximizar sus ganancias. Esto es el estilo de inversión denominado apalancamiento, que no es siempre malo, pero debe hacerse con especial cuidado y un estudiado control de riesgos, debido a los cambios absurdos que experimenta el mercado.
Esto puede dar lugar a que el inversor que se apalanca acierte con su visión del mercado, pero se encuentre con que los movimientos alcanzan extremos de irracionalidad más elevados antes de que llegue donde tenía previsto. La imposibilidad de conocer con antelación el futuro del mercado da lugar a que cualquier variable imprevista provoque un movimiento inesperado, como afirma Keynes, que puede llegar a acabar con la solvencia del inversor.
Esta frase es, por tanto, muy relevante para aquellos inversores que se decantan por el apalancamiento, como hizo el economista británico en sus comienzos, obteniendo una elevada rentabilidad. Sin embargo, debido a las experiencias vividas como inversor, finalmente, utilizó menos este estilo de inversión. Consideró que la mejor forma de invertir con éxito en el mercado de valores era hacerlo teniendo en cuenta el comportamiento sin sentido que este podía alcanzar y controlando los riesgos para no llegar a la ruina.
En la Bolsa, por tanto, existe un componente psicológico. Las emociones de los inversores son las que mueven los mercados. La célebre experiencia de Keynes le hizo tener esta frase como máxima, sabiendo que el mercado podía ser cambiante y fuera de lo racional. Para aquellos futuros inversores que decidan dar sus primeros pasos en el mercado financiero, Self Bank lanza ’15+1 crisis de la bolsa’. Un libro con las mejores frases de los más famosos inversores, que sirve de guía para aprender a obtener la máxima rentabilidad en la inversión.